Juzgar a los gestores políticos de la crisis de los refugiados

Siscu Baiges

"Ha llegado la hora de exigir responsabilidades no sólo políticas sino, sobre todo, penales, a las autoridades europeas y nacionales, tanto por la omisión del deber de socorro a miles de personas en peligro como por el maltrato moral y físico al que son sometidas por el simple propósito de salvar sus vidas o huir de la represión y el hambre".


Lo dijo el ex-fiscal Anticorrupción Carlos Jiménez Villarejo en el acto "Europa ante la crisis de los refugiados: una respuesta federal y solidaria", organizado por Federalistes d’Esquerres el pasado viernes 11 de marzo, en el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona. El acto tuvo como protagonista central a Paolo Vacca, secretario general de la Unión de Federalistas Europeos, y condensó las quejas que desde hace tiempo vierte la ciudadanía general contra una política europea hacia los refugiados decepcionante e insolidaria.


Vacca había lamentado que, desgraciadamente, la fuerza del egoísmo nacional y nacionalista esté presente en muchos países y predomine sobre el espíritu solidario. Y había pedido que los ciudadanos presionaran a los políticos para que cambien de actitud y se echen atrás en acuerdos injustos, ilegales y carentes de humanidad como el que pretende devolver a Turquía a los refugiados que hayan llegado o lleguen a Grecia y Europa jugándose la vida en el trayecto y sufriendo todo tipo de privaciones y penalidades.


Jiménez Villarejo, que es miembro de ACNUR, cree que hay que ir más allá. A pesar de los anuncios de que, finalmente, los gobernantes europeos matizarán el lamentable acuerdo sobre el retorno de refugiados a Turquía, cree que hay que exigirles responsabilidades penales. Hemos ido demasiado lejos. Tenemos demasiados muertos en las puertas de nuestra Europa. Más de cuatrocientos refugiados ahogados en el Mediterráneo en los dos meses y pico que llevamos de 2016.


Mientras que en nuestros países se celebra el primer bebé nacido cada año, el Egeo se tragaba, el 2 de enero, la vida de un niño sirio de dos años que de la mano de sus padres buscaba refugio en Europa. Era el primer niño ahogado de 2016. Después han venido muchos más. Y vendrán más.


Donald Tusk, presidente del Consejo Europeo, avisaba a los refugiados: "No vengáis en Europa. No creáis a los traficantes. No pongáis en peligro vuestras vidas y vuestro dinero ". En un artículo en Cataluña Press, desde la isla de Lesbos, el paquistaní Adi le replicaba: "Lo hemos dejado todo atrás por venir. La familia, los amigos, los pocos ahorros que teníamos, todo, porque queremos tener una vida digna. La pobreza y la violencia en mi país lo convierten en un lugar inhabitable. Y ahora llegamos aquí y nos dicen que no podemos pasar, que la única opción es ser deportados a Turquía. Antes me corto las venas. No pienso volver atrás después de todo lo que he pasado".


Carlos Jiménez Villarejo quiere ir más allá de replicar a Tusk. Quiere que lo juzguen. A él, a todos aquellos que han hecho posible esta catástrofe humanitaria y a los que, teniendo poder y herramientas para suavizarla, la están agravando.


Siscu Baiges

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