El director del Museo do Pobo Lois Ladra dimite porque no puede implementar cambios

El hasta ahora director, Xosé Lois Ladra (A Coruña, 1972), asumió el cargo en octubre de 2024 tras superar un proceso de selección por concurso de méritos convocado para relevar al anterior responsable, Manuel Vilar, quien había dejado la dirección por jubilación. Apenas un año después de su nombramiento, ha optado por abandonar el puesto, un movimiento que ha sido confirmado tanto por fuentes del Museo como por la presidenta de su patronato, Concepción Losada, que ha precisado que la decisión se ha tomado “de común acuerdo y sin más incidencias”.

Según informó el propio Museo do Pobo Galego, los miembros del patronato fueron notificados por correo electrónico de la decisión de Ladra, que también ha explicado a diversos medios gallegos las razones que lo llevaron a presentar su renuncia. En este sentido, el antropólogo reiteró que la falta de capacidad para llevar a la práctica los objetivos que defendió en su plan de gestión ha sido determinante. Entre esos objetivos figuraban la descentralización de la actividad del museo, la completa recuperación del conjunto de San Domingos de Bonaval —sede de la entidad— y una ampliación sustancial de los recursos económicos y humanos disponibles.

Ante esta situación, la presidenta del patronato, Concepción Losada, ha anunciado que, hasta que se celebre la próxima Asamblea Ordinaria de socios, prevista para el 20 de diciembre, será el Consello de Goberno del Museo do Pobo Galego quien asuma de forma interina las funciones de la dirección. Este órgano, que actúa como instancia ejecutiva dentro de la estructura de la institución, cuenta actualmente con Losada como presidenta y María Xosé Fernández Cerviño como vicepresidenta primera. Las vicepresidencias segunda y tercera recaen en representantes de la Consellería de Cultura de la Xunta de Galicia y de la Alcaldía de Santiago de Compostela, respectivamente.

La entidad, con naturaleza de asociación cultural privada, recalca que esta transición no afectará al desarrollo inmediato de su programación. Entre las actividades más destacadas del calendario figura la celebración los días 14 y 15 de noviembre del ‘Coloquio Galego de Museos Locais: O futuro dos museos e coleccións visitables en comunidades en cambio constante’, una cita que reunirá a especialistas de la museología gallega y del ámbito académico para debatir sobre los retos de sostenibilidad y adaptación de los museos locales.

Durante su toma de posesión hace un año, Ladra había manifestado su propósito de modernizar la gestión del museo y de potenciar su papel como centro de referencia del patrimonio inmaterial gallego, apostando por acercar su actividad a nuevos públicos y territorios. Subrayó entonces la necesidad de conectar el museo con la sociedad gallega contemporánea, reforzando la red de colaboración con entidades culturales locales y fomentando la investigación antropológica vinculada a las comunidades rurales y urbanas del país.

Sin embargo, en sus recientes declaraciones, el propio Ladra lamentó que las condiciones institucionales y los medios disponibles no le permitieran avanzar en esa dirección. Según fuentes conocedoras del funcionamiento del Museo, una parte de las dificultades estaría relacionada con limitaciones presupuestarias y con la estructura de gobernanza compartida que rige la entidad, en la que confluyen representantes institucionales, académicos y sociales. Estos mecanismos, pensados para garantizar el equilibrio entre diferentes sensibilidades culturales y administraciones, pueden, en algunos casos, ralentizar los procesos de toma de decisiones.

El Museo do Pobo Galego, fundado en 1976 y ubicado en la antigua iglesia y convento de San Domingos de Bonaval, es considerado una institución clave para la preservación y difusión de la cultura tradicional gallega. Su colección incluye miles de piezas relacionadas con la vida cotidiana, las costumbres, la música, la lengua y la identidad del pueblo gallego, además de mantener una intensa labor investigadora. Es también responsable de la gestión del Panteón de Galegos Ilustres, donde reposan figuras emblemáticas como Rosalía de Castro, Castelao o Ramón Cabanillas.

La salida de Ladra se produce en un momento en que diversas entidades culturales gallegas reclaman una mayor financiación pública y estabilidad institucional.