Manuel Marey: “Hemos perdido las técnicas que permiten el uso del fuego como herramienta de labor”

Manuel Marey es catedrático del Departamento de Produción Vexetal e Proxectos de Enxeñaría do Campus Terra de la USC en Lugo. A esto se añade su trabajo como agricultor, ganadero y silvicutor elementos de los que dice sentirse más satisfecho. Manuel Marey responde a una serie de preguntas sobre el monte y el problema de los incendios. El problema más grave para él es la falta de gestión sobre el territorio, la acumulación de biomasa sobre terrenos abandonados y la pérdida de interés sobre el territorio. 


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Manuel marey 1
Manuel Marey/USC


 

-En una entrevista afirmaba usted que a día de hoy la sociedad ha olvidado que el fuego fue una herramienta agrícola más durante buena parte de nuestra historia. ¿Cómo se utilizó el fuego como elemento de trabajo?

La sociedad actual vive alejada del territorio y de sus usos además de vivir alejada de los recursos territoriales y también está alejada de la perspectiva histórica. En el período carbonífero el fuego permitió equilibrar los niveles de oxígeno sin los cuales no habría vida. El fuego es una herramienta útil y a la que debemos mucho pero ahora mismo no lo sabemos manejar y por eso se ha convertido en una herramienta destructiva porque, como todo, tiene su cara positiva y su cara negativa. Ahora mismo solo vemos la parte negativa del fuego y no la positiva porque, a día de hoy, sigue siendo una herramienta de gestión del territorio. Se usa para actividades agrarias y ganaderas entre algunas sociedades en lugares de África, Asia o América y permite la eliminación de mato lo que abre la posibilidad de nuevos espacios para pastos o terrenos cultivados. 

 

 


 

-Entonces, es una parte del planeta el que se ha olvidado de la parte útil del fuego.

Insisto, nuestra sociedad ya no usa el fuego como herramienta porque ya no poseemos la cultura, formación, instrumentalización y dominio de las técnicas que permiten el uso del fuego como elemento de trabajo. Esto ha sucedido porque desde hace sesenta o setenta años hemos ido sustituyendo el uso del fuego por otros modelos. Y hasta no hace mucho, en algunos lugares de Galicia había una relación con el fuego que hundía sus raíces en ese manejo primigenio del fuego. En el interior y zonas de montaña había una seria actividad incendiaria en determinadas épocas del año para tener zonas de un pasto de buena calidad y mantener un mayor número de cabezas de ganado. Esta era una forma racional de manejar el territorio, sin embargo, contrastaba con técnicas del forestal arbolado que no permitían ese tipo de utilización del fuego porque no sabían manejarlo y al final se eliminaron muchas áreas forestadas. 

 

 A día de hoy, el fuego sigue siendo una herramienta de gestión del territorio
 

-¿Existía, entonces, una cultura en cuanto a la planificación del uso de quemas?

Como herramienta que es, el fuego debe tener una técnica de manejo muy bien organizada, bien planificada y saber cuándo puedes hacer esas quemas controladas y en qué lugares. Hay que controlar la intensidad del fuego, algo relacionado con la humedad del material vegetal y las condiciones generales para poder tener fuegos poco intensos. El objetivo es eliminar una parte aérea de ese extracto herbáceo inservible o con poco valor nutricional para el ganado. Además, esto debe permitir la regeneración de sustrato herbáceo en épocas del año que interese su recuperación. Por eso no es bueno denostar el uso del fuego como herramienta, se debe gestionar debidamente pero sin olvidar su parte negativa. Es fácil que se pueda descontrolar si en el territorio se va acumulando biomasa por falta de trabajo en el terreno y vienen épocas de sequía, ahí es cuando se unen factores que permiten la aparición de incendios descontrolados (los de sexta generación) con una capacidad calorífica enorme que posibilita la alteración de las condiciones atmosféricas locales y estas situaciones son muy difíciles de resolver.

 

 

 


 

-¿Concuerda con la enumeración de factores que están detrás de los grandes incendios actuales: abandono del rural, avance de la biomasa, avance de las plantaciones de eucalipto y falta de planificación del monte?

Un problema es el aumento de la biomasa, no solo la arbolada, sino herbáceas, matorral y arbolado que recupera territorio. Venimos de una óptica en la que el terreno debe ser usado, no digo en su totalidad porque sí deben existir espacios reservados para la conservación de la biosfera. Los terrenos europeos son antrópicos, han sido utilizados por el ser humano desde hace miles de años para rendimiento agrario, ganadero y forestal para disponer de una cierta calidad de vida. El abandono de estos terrenos conlleva una sucesión natural de herbáceas, matorrales y árboles que recuperan un territorio muy cargado de biomasa. Esto puede acabar siendo un problema con el tiempo. Sobre las especies arbóreas, aunque hay colectivos que demonizan algunos árboles como causantes de fuegos, en la literatura científica eso no es así. No hay especies que se autoinmolen ni hay especies que no ardan porque todo vegetal arde si se dan ciertas condiciones de humedad. Cuando en un territorio se produce un incendio arde lo que hay en ese espacio. El incendio depende mucho de las condiciones orográficas, temperatura, humedad y viento y no depende tanto de la especie que ocupa ese espacio. Es un mantra terrible el decir “los eucaliptos provocan fuegos”, no, porque esa estadística nunca se ha podido demostrar y cuándo hemos buscado una especie forestal muy ligada a las zonas de mayor incendio no aparecía el eucalipto. En las áreas donde los incendios son muy frecuentes en Galicia el eucalipto es inexistente o es una especie muy minoritaria. El eucalipto puede tener un comportamiento incendiario diferente a otros árboles, sí pueden comportarse como esparcidor de pavesas incendiarias.

 

 En el interior y zonas de montaña había una seria actividad incendiaria en determinadas épocas del año para tener zonas de un pasto de buena calidad 
 

-Habría que cambiar muchas ideas insertadas en la sociedad para aceptar que el eucalipto no es un factor determinante en los incendios. Esto apunta a cambiar concepciones e ideas sobre el monte y su aprovechamiento.

Tenemos que pensar en clave de riesgo. Los japoneses saben que viven en un lugar muy proclive a los terremotos y tienen un sociedad configurada en base a estos fenómenos, hay normas de construcción para evitar riesgos en la población. En Galicia gestionamos el territorio de una forma, pero debemos asumir el riesgo de la existencia de incendios que pueden ser pavorosos. Además, tenemos 30.000 núcleos de población que cuando se distribuyeron sobre el territorio y cuando se usaba el fuego como herramienta de gestión territorial, no existía el riesgo que existe ahora con la cantidad de biomasa acumulada. No hablo solo de biomasa forestal, porque una masa forestal bien gestionada tiene menos riesgo de incendio que una masa abandonada. El principal problema que tenemos es el abandono del territorio y no pensar en el riesgo. Debemos crear mecanismos de control, cortafuegos, introducir ganadería y hacer algo real. El cambio poblacional está detrás del cambio estructural en el territorio tras la migración que se produce ya a partir del siglo XX.

 

Archivo - Un avión apaga fuegos de la UME sobrevuela y vierte agua sobre el incendio de Cualedro (Ourense) que sigue sin control desde su inicio el miércoles y que se ha convertido ya en el peor del
Archivo - Un avión apaga fuegos de la UME sobrevuela y vierte agua sobre el incendio de Cualedro (Ourense)

 

Es un mantra terrible el decir “los eucaliptos provocan fuegos”, no, porque esa estadística nunca se ha podido demostrar 
 

-¿Todo esto incluiría el cambio en el modelo de prevención y extinción de incendios y por involucrar de forma más presente a los propietarios y propietarias de montes?

Al propietario de terrenos y al propietario ya se les ha demonizado mucho. Temos que distinguir entre propietarios de monte. Aquel que planta eucaliptos busca sacar rendimiento a partir de estos árboles, ese es un tipo de propietario forestal, esto se da sobre todo en áreas de costa y al norte de Galicia. Si uno se dirige al centro de Lugo, de Pontevedra o de Ourense, vemos otro tipo de propietario, lugares donde las fincas están muy divididas, casi no producen pero sí se carga fiscalmente a los propietarios y muchos de ellos querrían desacerse de esas tierras. Se les pueden dar alternativas pero no son fáciles de encontrar. Se puede meter ganado pero después ha de existir un mercado que pague por esa carne y ese mercado no existe, a no ser que haya un cambio macro que lo convierta en más grande. Las fincas, según qué lugares, suponen una carga para el propietario por las obligaciones que cada vez se van acumulando sobre él.

 

 

 


 

-¿Qué fenómenos se podrían experimentar en todos los ámbitos sociales si el modelo de explotación del monte cambiase?

Todo depende sobre qué cambios hablamos. Debemos hacer interesante el territorio, el trabajo en él y pensar que la agricultura no está ahí para hacerse rico y menos a corto plazo. El territorio debe tener un uso económicamente sostenible, es decir, que tenga una rentabilidad positiva, que no pierda dinero. Todo nuestro territorio debe dar algo positivo como la carne, el trigo o el maíz sobre los que hay un mercado. La cuestión es qué sucede cuando tienes superficies que el mercado no valora, superficies que tienen un valor ambiental. En ese momento tiene que haber un mecanismo de compensación que permita minimizar gastos, aunque suelen ser gastos pequeños al haber muy poca gestión, pero que dé algún resultado. Estoy hablando de servicios ecosistémicos pero eso tiene que pagarse, no para hacerse rico porque no hablo de placas solares o eólicos sino simples mecanismos de compensación. O que el propietario pueda vender su terreno a algún organismo por los servicios ambientales. Insisto en que actualmente se realizan muchas cargas sobre el propietario. Por eso insisto, hay que darle algo a cambio porque al final quiere deshacerse de todo. 

 

Al propietario de terrenos y al propietario ya se les ha demonizado mucho

 

-Y todo esto tiene un coste.

Gestionar el territorio es caro y cada vez resultará más caro. El recurso humano cada vez escasea más y cuesta más. 

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