Bruselas no subvencionará los hidroductos que planeaba Enagás entre Galicia y Zamora
Duro golpe a la producción de hidrógeno verde en el país, que en su día se presentó como una de las claves para modernizar el tejido industrial del país. Ecologistas celebran que la UE haya excluído los conductos de sus Proyectos de Interés Común porque, aunque ven con buenos ojos el hidrógeno verde, creen que no se debe exportar. La falta de apoyo europeo pone en duda el hidroducto, clave para algunos desarrollos anunciados en zonas como As Pontes.
La Comisión Europea ha dado a conocer esta semana su nueva hoja de ruta para la infraestructura energética continental y la decisión ha caído como un jarro de agua fría sobre las expectativas del sector del gas en el noroeste peninsular. El ejecutivo comunitario ha publicado la lista definitiva de los 235 Proyectos de Interés Común (PCI), un sello de calidad administrativo y financiero que abre la puerta a miles de millones en subvenciones, y en ella no figura el hidroducto de hidrógeno verde proyectado para conectar As Pontes, Guitiriz con Zamora ni tampoco la extensión prevista hacia A Coruña.
Mientras la autopista del hidrógeno gallego se queda fuera de los planes urgentes de Europa, Bruselas sí ha respaldado la interconexión eléctrica de alta tensión entre Ourense y el norte de Portugal..
La ausencia del ramal gallego en esta segunda lista de proyectos estratégicos supone un revés significativo para las aspiraciones de convertir a la comunidad en un nodo exportador de hidrógeno verde a medio plazo. Obtener la etiqueta de PCI no es una cuestión menor, ya que garantiza a las infraestructuras seleccionadas un acceso preferente a la financiación del mecanismo «Conectar Europa», además de asegurar unos trámites administrativos acelerados y un marco regulatorio mucho más estable frente a los vaivenes del mercado. Esta designación, que otorga carácter prioritario a iniciativas transfronterizas, es la llave para acceder a fondos europeos que pueden cubrir hasta el 50% de los costes.
En el aire quedan así las inversiones vinculadas a esta conexión. Por ejemplo, una planta de bombeo reversible de más de 400 megavatios en As Pontes, promovida por Reganosa y EDP, que será la planta de producción de hidrógeno "más eficiente de España" al no depender exclusivamente de la energía eólica.
La noticia contrasta con el optimismo que respiraba Enagás a principios de año, cuando su consejero delegado, Arturo Gonzalo, destacaba la velocidad sin precedentes a la que avanzaba el despliegue del hidrógeno renovable en España. La compañía, que opera como gestor técnico del sistema, había presentado a la convocatoria europea cuatro grandes ejes troncales, incluyendo el tramo Guitiriz-Zamora, con la esperanza de que la Unión Europea validase su importancia estratégica para el transporte de energía limpia hacia el centro del continente.
Dudas sobre ambientalistas sobre la exportación
Esta exclusión ha sido recibida con satisfacción por algunos colectivos ecologistas, entre los que destaca la plataforma Galiza sen Gas, que llevaba meses advirtiendo sobre la falta de racionalidad de estas macroinfraestructuras. Para este movimiento, que el proyecto no reciba fondos públicos europeos es una victoria del sentido común, ya que consideran que la construcción de tuberías para la exportación es una estrategia ineficiente que no responde a las verdaderas necesidades de la transición energética gallega.
El argumento central de los críticos con el hidroducto reside en que Galicia todavía tiene un largo camino por recorrer para descarbonizar su propio consumo interno antes de pensar en vender energía fuera. La industria gallega mantiene una dependencia notable del gas fósil, que representa casi una cuarta parte de la energía primaria utilizada en la comunidad, por lo que, entienden los ambientalistas, la prioridad debería ser sustituir ese consumo contaminante mediante la electrificación directa y la producción de hidrógeno para uso local, en lugar de diseñar infraestructuras faraónicas pensadas para abastecer a la industria alemana.
Argumentan que, según estudios de la propia Comisión, la lógica del hidroducto se sustentaba en que Galicia exportaría hacia la Meseta y Europa cantidades masivas de hidrógeno verde, superando con creces su consumo interno; sin embargo, la realidad actual es que la comunidad no produce apenas hidrógeno renovable y las proyecciones para 2030 hacen dudar de que exista tal excedente exportable, lo que convertiría al tubo en una infraestructura infrautilizada. Asistimos, pues, a lo que parece ser el pinchazo de una burbuja, la del hidrógeno verde, que tras la pandemia se vendió como el gran motor en Galicia del cambio de modelo económico impulsado por las subvenciones de Bruselas con los fondos Next Generation.
No todo han sido malas noticias para los intereses de la comunidad en este reparto de prioridades continentales, pues la Unión Europea sí ha ratificado la importancia capital de reforzar la unión eléctrica con el país vecino. Bruselas ha incluido en su lista de elegidos la interconexión eléctrica entre España y Portugal a través de Ourense, concretamente el proyecto que unirá las subestaciones de Beariz y Fontefría en el lado gallego con Ponte de Lima y Vila Nova de Famalicão en suelo luso, una obra clave para la integración de renovables.
¿Qué son los Proyectos de Interés Común (PCI)?
Los PCI son iniciativas energéticas transfronterizas consideradas estratégicas por Bruselas para avanzar hacia un mercado interior de la energía más integrado, seguro y sostenible. Se trata de proyectos que conectan las redes de varios países y tienen un impacto significativo en toda la Unión. Su principal ventaja es el acceso prioritario a financiación europea, a través del mecanismo Conectar Europa, y la agilización de los trámites administrativos. La lista de este año incluye 113 proyectos eléctricos, 100 de hidrógeno y electrolizadores, 17 de transporte de CO₂ y 3 de redes inteligentes de gas.
Esta decisión se alinea con la estrategia general de la Comisión, que en esta convocatoria ha puesto un énfasis especial en la electricidad por encima del gas, seleccionando más de un centenar de proyectos de redes inteligentes y almacenamiento. El objetivo es preparar al continente para un escenario de electrificación masiva, donde se estima que las necesidades de inversión en infraestructuras energéticas rozarán el billón y medio de euros hasta el año 2040 para cumplir con los objetivos climáticos.
Por su parte, el Ministerio para la Transición Ecológica siempre ha mantenido que su planificación nacional se diseñaría teniendo muy en cuenta el veredicto de las autoridades europeas sobre qué proyectos merecen la consideración de interés común. Con el hidroducto gallego fuera de esta categoría privilegiada, su futuro queda ahora en el aire, dependiente de una financiación privada más costosa y sin el paraguas protector de Bruselas.
El hidrógeno verde: producción, uso y potencial
El hidrógeno verde es un vector energético que se produce mediante un proceso llamado electrólisis del agua, utilizando exclusivamente electricidad procedente de fuentes de energía renovables, como la eólica o la solar. A diferencia del hidrógeno gris (producido a partir de gas natural, emitiendo CO₂) o del azul (el mismo proceso pero capturando parte de esas emisiones), el hidrógeno verde es considerado climáticamente neutro, ya que en su producción no se liberan gases de efecto invernadero.
Cómo se produce: La electrólisis
El proceso fundamental para obtenerlo es la electrólisis del agua (H₂O). En un dispositivo llamado electrolizador, se hace pasar una corriente eléctrica (de origen renovable) a través del agua. Esta corriente descompone la molécula de agua en sus dos elementos básicos: oxígeno (O₂), que se libera a la atmósfera, e hidrógeno (H₂), que se captura, almacena y distribuye.
El "color" verde proviene, por tanto, del origen limpio de la electricidad utilizada. Si la electricidad viniera de combustibles fósiles, el hidrógeno producido no sería verde. Existen diferentes tipos de tecnologías de electrolizadores (alcalinos, de membrana de intercambio de polímero -PEM-, y de óxido sólido -SOEC-), cada una con sus eficiencias y etapas de desarrollo.
¿Para qué sirve? Aplicaciones principales
Su valor reside en ser un portador de energía limpia que puede usarse donde la electrificación directa es difícil o imposible. Sus principales aplicaciones son:
- Descarbonización de la industria pesada: Es una de las soluciones más prometedoras para sustituir al carbón, el petróleo y el gas natural en procesos industriales que requieren altas temperaturas o una fuente química de hidrógeno. Por ejemplo, en la producción de acero (sustituyendo al carbón coque), en la fabricación de fertilizantes (para producir amoniaco verde) o en refinerías.
- Almacenamiento de energía renovable: Puede actuar como una "batería" a gran escala y de larga duración. Cuando hay exceso de producción de energía eólica o solar, esa electricidad sobrante se utiliza para producir hidrógeno verde, que se almacena. Posteriormente, puede convertirse de nuevo en electricidad (en pilas de combustible o turbinas) o usarse directamente como combustible, ayudando a equilibrar la red eléctrica.
- Transporte pesado y de larga distancia: Se vislumbra como una alternativa clave para descarbonizar sectores del transporte difíciles de electrificar con baterías. Esto incluye camiones de largo recorrido, autobuses, trenes en líneas no electrificadas, barcos e incluso, a futuro, aviación. Se utiliza en pilas de combustible que generan electricidad para mover el motor, emitiendo solo vapor de agua.
Desafíos
A pesar de su enorme potencial, el hidrógeno verde enfrenta retos importantes que frenan su despliegue masivo. El principal es su alto coste de producción, todavía muy superior al del hidrógeno gris o los combustibles fósiles. Además, requiere de una infraestructura de transporte y almacenamiento compleja y costosa (hidroductos, tanques criogénicos), y el proceso de electrólisis tiene pérdidas de energía considerables respecto a la electricidad renovable inicial.
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