Transportistas firman paz "en falso" con Ence pero la fábrica de Pontevedra sigue en huelga
Varias asociaciones del sector critican el acuerdo rubricado en una asamblea en Vialba la pasada semana que permite que la madera esté llegando a la factoría de ENCE en Navia y a la de Lourizán. La diferencia es que en la planta pontevedresa no se está procesando debido al seguimiento de la huelga convocada por los obreros ante la propuesta de 39 despidos.
La actividad ha regresado a las puertas de Ence en Galicia y Asturias. Tras más de dos semanas de parálisis, los transportistas de madera en rollo han depuesto la huelga, pero el ambiente está lejos de ser tranquilo. El acuerdo alcanzado el pasado 6 de noviembre en Vilalba ha sido calificado por los una parte de los propios afectados como "totalmente insatisfactorio" y de "sabor agridulce", cerrando una crisis solo en apariencia mientras se agrava otra: la de los despidos dentro de la propia factoría de Pontevedra.
El conflicto estalló el 23 de octubre, coincidiendo con la entrada en vigor de la nueva normativa estatal que permite el transporte con 44 toneladas. Ese mismo día, Ence comunicó su intención de aplicar nuevas tarifas que, en la práctica, suponían pagar lo mismo por transportar 44 toneladas que lo que abonaba antes por 40. La reacción fue inmediata: cerca de 300 camiones gallegos y asturianos cesaron su actividad, bloqueando la entrada de materia prima a las plantas de Pontevedra y Navia en protesta por lo que consideraron un "abuso" amparado en la nueva ley.
La dureza negociadora de la pastera se enmarca en un contexto financiero extremadamente delicado para la compañía. Lejos de los beneficios de otros años, Ence acumula ya cuatro trimestres consecutivos de malos resultados. La empresa ha registrado unas pérdidas de 22 millones de euros en los nueve primeros meses de 2025, un desplome drástico si se compara con los 41 millones de beneficio del mismo periodo del año anterior. La dirección achaca este giro a la caída del precio de la celulosa en los mercados internacionales y a la depreciación del dólar, un escenario que la obliga, según argumenta, a aplicar severas medidas de contención de costes.
Precisamente esa contención de costes ha abierto un segundo frente de conflicto, esta vez interno. Mientras los transportistas negociaban en Vilalba, el comité de empresa de Ence Pontevedra anunciaba sus propias movilizaciones. Los trabajadores de la factoría de Lourizán están convocados a doce jornadas de huelga para protestar contra el despido colectivo anunciado por la dirección, que planea suprimir 39 puestos de trabajo en la planta gallega y otros 97 en la asturiana de Navia. Los sindicatos han calificado la medida de "traición", acusando a la empresa de incumplir sus compromisos de inversión y empleo en Galicia.
El acuerdo que puso fin al paro de los madereros, por tanto, se firma en este clima de máxima tensión. El pacto es complejo y, según varias asociaciones de transportistas, engañoso. Ence aceptó mantener la tarifa por tonelada que pagaba antes del 23 de octubre, pero solo hasta un máximo de 42 toneladas. Para la carga extra que permite la nueva ley, la empresa impuso una nueva fórmula de cálculo: por cada tonelada añadida a partir de la 42 (es decir, la 43 y la 44), la compañía solo abonará un extra del 2% sobre la tarifa total que se pagaba por el porte de 42 toneladas.
Llevado a cifras, el perjuicio para el transportista es evidente. Si un porte de 42 toneladas se pagaba a 1.050 euros (a 25€/t), uno de 44 toneladas debería costar 1.100 euros. Sin embargo, con el nuevo cálculo, Ence solo paga 1.092 euros. Ese "invento", como lo han llamado algunas asociaciones, supone que las toneladas que más esfuerzo cuestan al camión se abonan a cerca de la mitad del precio que les correspondería. Para la empresa, ese pequeño porcentaje supone un ahorro de costes millonario en su volumen total de transportes; para el autónomo, supone asumir más gastos sin ver rentabilidad.
Un precedente que enciende las alarmas
La Unidade Galega de Transportistas Vieiro, presente en la asamblea de Vilalba, ha sido clara al calificar el resultado de insatisfactorio. Muchos transportistas gallegos aseguran sentirse engañados, manifestando que no fueron conocedores de la sustancial rebaja que implicaba la fórmula del 2% hasta el último momento, y que esta no fue explicada con la claridad suficiente. Consideran que la negociación se ha cerrado "en falso" y no descartan que las movilizaciones puedan reactivarse a corto plazo.
La Plataforma Nacional del Transporte ha ido más allá, señalando el caso de Ence como la "primera gran señal de alarma" de las consecuencias de la ley de 44 toneladas, una norma a la que se opusieron frontalmente. Acusan a la pastera de aprovechar la ley para imponer un abuso sistemático y de convertir el progreso en explotación. La indignación de los transportistas se fundamenta en que no se ha tenido en cuenta el incremento nos custos que supone llevar más peso. Mover 44 toneladas dispara exponencialmente el gasto en combustible, el desgaste de neumáticos y del propio vehículo, y aumenta los tiempos de carga y descarga.
Aunque los camiones han vuelto a cargar madera para las plantas de Pontevedra y Navia, el conflicto está lejos de haber terminado. Tanto las asociaciones gallegas como las nacionales advierten que la lucha solo ha empezado. El temor en el sector es que el acuerdo con Ence siente un precedente peligroso y que otros grandes cargadores en España sigan el ejemplo de la pastera. Por ello, avisan, se mantendrán vigilantes y no descartan que las movilizaciones sean reactivadas si la situación no se revierte.
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