Esta semana la noticia de portada, especialmente de los medios de información y comunicación que están embarcados en una operación de acoso y derribo del gobierno de turno (PSOE/Sumar), ha sido la entrada en prisión de Santos Cerdán, exsecretario de Organización del PSOE. El magistrado que lleva el caso, Leopoldo Prieto, y que lo envió a prisión preventiva, detalla en su informe la existencia “de un homogéneo, extraordinario y consistente conjunto de indicios que sitúan a aquel en la cumbre de una supuesta trama dedicada al cobro de mordidas a cambio de influir en adjudicaciones públicas” en las que también aparecen implicados Jose Luis Ábalos y Koldo García
Estaríamos así ante el caso de dos exsecretarios de Organización (Ábalos y Cerdán) implicados en una supuesta red de corrupción. A la espera de saber si la cosa queda aquí o aparecen más implicados, la gravedad del asunto, desde el punto de vista moral y político, está fuera de duda. El dirigente político (Pedro Sánchez) y el partido (PSOE) que lideraron la moción de censura triunfante contra el gobierno de Mariano Rajoy, lo hicieron con la bandera de la lucha contra la corrupción que inundaba el Partido Popular y su gobierno. No se trata ahora de comparar la dimensión que la corrupción alcanza en cada uno de los dos partidos, PP y PSOE, algo que está fuera de toda duda, ya que de no aparecer nuevos casos, en un partido (PP) se trata de una corrupción sistémica y en otro (PSOE) en un caso aislado, sino de que este último tampoco escapa a la corrupción. Un caso que permite una doble lectura: moral y política.
La política es que muy probablemente no se produzcan cambios relevantes en el escenario político, pues la composición del mismo y las muy distintas estrategias partidarias hacen difícil que cuaje una mayoría alternativa en torno al PP que pueda presentar una moción de censura y que esta triunfe. A menos que este caso de corrupción dé paso a una corrupción sistémica del PSOE, el gobierno podrá finalizar la legislatura por lo que Sánchez no tendrá que dimitir. Queda por ver cómo serán ahora las relaciones tanto entre los partidos del gobierno (PSOE-Sumar) como de este con sus apoyos (PNV, JxCat, ERC, BNG...) que marcarán el futuro inmediato. Más importante será comprobar cómo queda la ya débil confianza ciudadana en la acción política después de este caso de corrupción: la distancia entre la clase política (gobierno y oposición) y la ciudadanía ya es, hoy por hoy, demasiado grande.
La moral o ética hace referencia a cuál debe ser la respuesta de Pedro Sánchez y su partido (PSOE) a este caso de corrupción. Una respuesta que afecta al doble cargo de aquel como Secretario General del Partido Socialista y como Presidente del Gobierno español y de la que tendremos noticia en este fin de semana. Adelantándonos a la decisión que tome Pedro Sánchez parece evidente que debe ser una respuesta contundente que devuelva a la ciudadanía parte de la confianza perdida tanto en el PSOE como en el Gobierno de turno (PSOE/Sumar). Una respuesta contundente porque, una vez más, se comprobó cómo la corrupción en España no es solo un problema de partidos, sino que es un problema sistémico: de corruptos y corruptores.
Un problema sistémico al que se debe responder con una hoja de ruta política que ponga la lucha contra la corrupción como centro de una nueva estrategia y que además necesita que los partidos que forman el gobierno, pero muy especialmente el PSOE, se vuelquen en la misma y busquen la complicidad de la ciudadanía a la que deben convencer de su sinceridad en esta batalla. Y para convencerla hay que poner al frente a políticos que generen confianza, que no estén bajo sospecha. Una estrategia que emplaza mayormente al PSOE, a sus dirigentes y militantes.
El gobierno de progreso (PSOE/Sumar) tiene en su balance muchas medidas positivas, buenos resultados que no se deben tirar por la borda. Pero ahora también tiene, muy especialmente el PSOE, principal implicado y fuerza muy mayoritaria en las izquierdas, el reto de convencer a la ciudadanía de que también es capaz de conseguir buenos resultados en la lucha contra la corrupción. Iremos viendo si son capaces de hacerse cargo de la situación actual y de asumir las correspondientes responsabilidades políticas empezando por Pedro Sánchez.
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