Expertos profetizaron en 2018 la oleada de incendios catrastrófica de 2025: "Es la continuación de lo que veníamos viendo"
El Eixo Atlántico, en su propósito de diseccionar la realidad y poner los datos en negro sobre blanco, impulsó en 2018 un estudio con motivo de los incendios que un año antes golpearon Galicia y Portugal. Siete años después, el informe resultó ser una profecía que las autoridades o no supieron o no quisieron ver. Uno de sus autores fue Juan Picos, profesor en la Escola de Enxeñaría Forestal de la Universidade de Vigo, que atiende a Galiciapress para desgranar este documento después de un agosto que resulta “la continuación natural del mismo proceso” iniciado, podría decirse, en 2005. La investigación, la profesionalización, las propuestas de los expertos y los resultados de los modelos simulados, temas de esta conversación.
En la primera línea contra los incendios, aunque no sea físicamente, están en ocasiones muchas más personas de las que podemos ver. Más allá de la labor encomiable de los bomberos y brigadistas, encontramos a profesionales que dan sentido a las imágenes de destrucción que dejan las columnas de fuego o las kilométricas nubes de humo y que, sin bola de cristal, solo con la ciencia, predicen un futuro de cenizas y montes arrasados. Se trata de la gente como Juan Picos, profesor en la Escola de Enxeñaría Forestal de la Universidade de Vigo, que junto con otros autores profetizó en 2018, con una precisión que asusta, lo que está pasando hoy en Galicia y el norte de Portugal en lo relativo a los incendios hiperdestructivos de este 2025.
Picos, junto a Marc Castellnou Ribau y António Joaquim Salgueiro Rocha da Silva, es el coautor del informe sobre Cooperación Transfronteriza en la prevención y extinción de incendios forestales en el Eixo Atlántico. El documento permitía a los expertos meter el bisturí en todo aquello que podrían mejorar las administraciones gallegas y portuguesas a fin de que los operativos contra incendios fuesen adecuados y actualizados a las condiciones contra las que se enfrentan los equipos de extinción. Con el texto en la mano, podemos afirmar que las autoridades estaban más que avisadas de lo que sucedió en agosto.
2005, 2006, 2017, 2022 Y 2025
“Estábamos todos avisados. El documento fue una reflexión donde vimos aquello que percibíamos y sabíamos todos. Es un problema de todos”, indica Picos. Todavía es pronto para sacar conclusiones, pero de una manera preliminar los expertos ya encuentran ciertas similitudes en una crisis que en este siglo podemos fechar 20 años atrás porque se trata, según Picos, de “la continuación natural del mismo proceso”.
“No es igual, hay cosas que se parecen y otras nuevas, pero se trata de la continuación de lo que veníamos viendo. No es un peligro concreto, es una tendencia concreta. Esta ola de 2025 materializa un punto más de esta tendencia con elementos que ya hemos visto desde 2005, un año olvidado pero que quedó en los registros por sus efectos en una zona que, dos décadas después, vuelve a ser triste protagonista”, subraya el doctor en ingeniería de montes.
En 2006 una oleada de incendios golpeó la costa atlántica con una gran cantidad de focos simultáneos, en 2017 los incendios fueron “muy rápidos” en una crisis que “duró muy poco” pero que obligó a poner en marcha muchas evacuaciones, en 2022 fueron los incendios de alta montaña en O Courel o Valdeorras, territorios que fueron pasto del fuego en un 2025 “que fue la combinación de todo esto en una tendencia que va in crescendo”.
"LA PROBABILIDAD ES DESCONOCIDA"
Con esta sucesión de episodios, cada vez más virulentos y próximos entre sí, cabría preguntarse si estamos ya en un espiral cíclica, algo que Picos considera imposible de saber. “Nunca habíamos visto incendios como estos en la provincia de Ourense. Conocíamos cosas parecidas, pero nada así. Como no lo habíamos visto nunca, podemos considerar, con los datos en la mano, que la posibilidad de que vuelva a pasar es baja. Eso es un error típico, porque intentamos buscar tendencias. No son oleadas de poca probabilidad, sino de probabilidad desconocidas”, interpreta Picos, pues todavía falta un mayor conocimiento para poder contar con un historial que permita aventurar una secuencia con este tipo de incendios.
“¿Cuándo nos volverá a tocar? No sabemos. Lo que ya ardió no volverá a arder…pero hay mucha Galicia que no ardió este año y está disponible”, recalca, con la experiencia de incendios que se reprodujeron en zonas que habían sido quemadas solo tres años antes. Así, casi tan importante la inversión en prevención sobre el terreno, resulta la inversión en investigación que permita ofrecer una fotografía más clara.
“No tiene sentido prescindir de lo que nos puede aportar la investigación. Hay cosas que debemos desaprender, que ya no funcionaban como lo hacían tradicionalmente, y adaptarse a una nueva tipología que hay que conocer. Lo que puede pasar sino es que aprendamos de la experiencia, y no podemos correr ese riesgo. Debemos aprender todo lo posible de lo que ha sucedido, además de trabajar en temas como la prevención, la preparación o la restauración”, abunda Picos.
En ese proceso de análisis cobran vital importancia las herramientas que permiten a los expertos simular las condiciones extremas que se dan “para prepararnos hacia lo que puede venir”. La tecnología actual ha avanzado mucho con respecto a la que existía a principios de siglo, algo que contrasta con unos incendios todavía más catastróficos pese a que los medios hoy son mejores.
“Nuestra inversión en combate tampoco es el mismo”, asume Picos, con “más dinero, más personal, más preparado…pero los resultados empeoran. Nos enfrentamos a un problema que crece y que va más rápido que nuestra adaptación. Sucede también desde el punto de vista legal, con la ordenación del territorio o la tipología de la propiedad. La realidad no nos va a esperar, porque tiene su inercia y es implacable. Cuanto menos eficientes seamos, más expuestos estaremos”.
"LA ESTABILIZACIÓN TRAE ESPECIALIZACIÓN"
Uno de los principales cambios que ayudan a explicar esta exposición ante los incendios es el proceso de abandono del rural, sumado a la eucaliptización que han experimentado muchas zonas. Picos considera que esa “desagrarización” es un cambio de muchas décadas con un “efecto acumulativo y con consecuencias que empiezan a ser visibles ahora”, pese a que a lo mejor hace ya muchos años que comenzó ese abandono de la gestión.
“No se trata de un solo aspecto científico, sino que hay otros puntos de vista que debemos abordar. Dejar que las cosas sucedan sin proponer una alternativa no va a solucionar nada”, lamenta, al ver que en ocasiones “nos enfangamos en discusiones que nos evitan empezar a poner herramientas que aminoren el problema”.
En ese debate están las voces enfrentadas de los que piden mantener un operativo los 12 meses del año y los que consideran que sería inasumible. Para Picos los incendios ahora solo pueden aplacarse “con operativos profesionales, muy formados, conocedores de este tipo de incendios y que trabajen en la prevención, y eso no se consigue con personas contratadas de manera temporal”. Con todo, cree que la Xunta se está esforzando más en este campo que otros gobiernos regionales, “aunque todavía se puede mejorar”.
“La estabilización es un medio para conseguir la profesionalización. ¿Eso significa menos gente y más tiempo? Tocará echar cuentas y especializar los perfiles, porque no todos valen para todo. A nadie le gustaría que le operase un médico que solo trabaja tres meses al año”, detalla, consciente de que esto debe “dimensionarse con los recursos que contamos en cada caso”.
En el informe del Eixo Atlántico los expertos ya hacían énfasis en un tema como el de encaminar los sistemas en ambas regiones hacia Sistemas de Misión y Gestión en lugar de Sistemas de Mando y Control. Este cambio supondría un salto en el combate del fuego, pues “con un personal capacitado se puede sectorizar un incendio, de forma que los profesionales puedan trabajar sin depender de los de arriba esperando una orden concreta”.
“Cada vez los incendios son más complejos. Duran más, son más grandes, involucran a más miembros de un operativo… Eso significa que surgen problemas a nivel logístico. Si trabajan 2.000 personas, esas personas tienen que comer, ser trasladados y recogidos, descansar en un lugar… Todo eso es un reto que con incendios más pequeños no sucedía”, ejemplifica Picos, que cree necesario “recomponer la forma de trabajo del dispositivo y tener unidades especializadas en logística y análisis, lo que significa también un cambio organizativo en su estructura”.
Esa estructura, a su juicio, debería ser similar en Galicia y Portugal para una mayor eficacia, de manera que la cooperación fuese más sencilla, como ocurre en otros ámbitos como el militar. Los pasos en este sentido son positivos y Picos menciona el Semop (Sistema intermedio de mando operativo) como un valor en esa línea, pero que todavía habría que pulir al tener muy poco tiempo de vigencia.
LECCIONES APRENDIDAS...O NO
“Debemos ser cuidadosos. Los resultados no nos pueden hacer pensar que todo lo hecho desde 2017 están mal hechas. Hay cosas que se hicieron bien, pero todavía no han dado sus frutos”, reflexiona Picos, que fue en su momento parte de la Comisión de Estudio del Parlamento de Galicia para el análisis de las reformas de la política forestal, de prevención y extinción de incendios y del Plan Forestal.
A la expectativa de saber si tras esta última ola de incendios se convocará una nueva comisión, Picos se ofrece a acudir “por tercera vez” a esta mesa de diálogo. “Lo que no me gustaría es que si esto sucede comenzásemos con el folio en blanco. Hay que empezar con lo que ya trabajamos y consensuamos. Tenemos que mirar lo que se hizo, cómo se hizo, lo que no se hizo y por qué no se hizo. Hay que mirar qué ocurrió para que algunas medidas que consideramos interesantes no se pusieron en marcha, si es por un problema de agenda política o de factores limitantes”, declara.
“Ya cometimos errores entre 2006 y 2017. Si cada vez que ocurre algo así empezamos de cero no servirá de nada. Tal vez valga la pena hacer un repaso y ver todo lo que ha quedado pendiente”, sostiene Picos después de un agosto extenuante en el que junto a otros miembros de su equipo se puso manos a la obra para tratar de sacar conclusiones lo antes posible poniendo en los simuladores todas las variables posibles y llevar los resultados a los mapas. “Era lo que tocaba. Si supiese agarrar una manguera estaría en primera línea, pero mis herramientas son otras”, dice el profesor.
Este trabajo resultó muy desalentador para Picos, pues las pruebas revelaban precisamente los resultados que luego demostraba la superficie arrasada. “En agosto era una contrarreloj donde sabíamos lo que iba a pasar sin poder evitarlo. Casi prefieres ser ignorante de lo que ocurría. A veces llegábamos justo cuando sucedía. Es como esas películas donde van a matar al protagonista y la policía llega justo cuando le disparan. Para llegar con esa presión sientes que casi era mejor llegar dos horas tarde, porque lo pasas muy mal”, reconoce.
Picos insiste a las autoridades en poner especial atención en la cooperación transfronteriza, un aspecto que se ha mejorado gracias, en gran medida, a informes como el que avaló el Eixo Atlántico: “Se hicieron cosas muy interesantes en este campo. Pero hay que insistir en eso. Este año se inauguró la primera base aérea transfronteriza. Pusimos la base, pero nos falta el protocolo para actuar de manera conjunta. La cooperación entre Galicia y Portugal, como ocurrirá también entre Portugal y Extremadura, es básica”.
“Ocurre lo mismo en la cooperación entre Comunidades Autónomas, pues una característica de los últimos incendios fue que los medios de Galicia y Castilla y León se vieron desbordados por los incendios simultáneos, por lo que no sabíamos quién debía prestar a quién los efectivos. Trabajar este sistema de triaje, porque puede llegar a saturarse el sistema, es necesario, porque no podemos improvisar”, reclama. Otra sugerencia es que haya un flujo constante de intercambio de efectivos entre comunidades para aprender sobre el terreno el trabajo en distintos territorios.
“Lo que no podemos es bajar la guardia. Tenemos dos años buenos y ya nos olvidamos de todo. La clave ya no es solo acertar con el camino, sino también ejecutarlo. De nada valen ahora las explicaciones o las excusas. Hay que ponerse las pilas y mejorar la situación, porque si no, en unos años, volveremos a quedarnos con cara de tonto ante las imágenes de la televisión”, augura Picos, que de vaticinios ya ha demostrado que algo sabe.
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