ANECPLA alerta de la “plaga de procesionarias” y de los riesgos de este insecto para la salud de humanos y mascotas

Febrero llega a Santiago de Compostela con temperaturas de 20ºC, un clima más propio de la primavera que del invierno. Esta circunstancia, que se está dando en toda la comunidad gallega, no es ni mucho menos casual y es producto, según aseveran los expertos, de las consecuencias del cambio climático, que traen aparejadas otros efectos que empezamos a percibir mucho antes de lo esperado. Es el caso de la plaga de orugas procesionarias que sufren muchos bosques de pinos, como los gallegos, donde este insecto ha hecho acto de presencia muy temprano este año. 

Estas orugas bajan desde lo alto de los pinos hasta el suelo, donde realizan la pupa, algo habitual en los meses de marzo y junio pero extraordinario por estas fechas. Se debe al aumento de las temperaturas, que invita a estos animales a adaptarse al cambio e iniciar su ciclo vital mucho antes de lo acostumbrado. 

Esto supone una plaga en pleno enero sobre la que ha puesto el foco la Asociación Nacional de Empresas de Sanidad Ambiental (ANECPLA), desde donde advierten de los efectos perjudiciales de este insecto y piden a las administraciones que “nos adelantemos a los peligros que esto puede llegar a ocasionar”, con los impedimentos cada vez mayores para la eliminación de esta plaga. .

“A día de hoy, si se quiere actuar sobre una plaga de procesionaria del pino ya activa, el único método químico aplicable en ámbito urbano permitido por ley que existe es la endoterapia. Un tratamiento que ha de ser aplicado siempre por profesionales especializados que, si bien es altamente efectivo y respetuoso con el medio ambiente, tiene al mismo tiempo un coste muy elevado que, en algunos casos, puede llegar a suponer un factor limitante, sobre todo en el caso de grandes masas arbóreas”, afirma el director general de ANECPLA.

DOLOROSA PARA LAS PERSONAS; MORTAL PARA LAS MASCOTAS

No se trata de un tema ni mucho menos menor ya que las procesionarias pueden ser un riesgo para los humanos, ya que son responsables de dolencias como urticarias, reacciones alérgicas y hasta dermatitis. “Ni siquiera es necesario el contacto directo con las orugas. Tan solo con el roce de uno de sus pelos (que estos insectos lanzan como estrategia de defensa al sentirse amenazadas) es suficiente para provocar irritaciones y alergias, especialmente si éstos alcanzan los ojos”, subraya la institución. 

En cualquier caso, y si bien esto puede resultar una molestia para los humanos, el verdadero riesgo que esconden estos bichos es para las mascotas, ya que para los perros “el contacto puede llegar incluso a provocar su muerte”, ya sea por el contacto con este animal o por su ingesta en algunas ocasiones. Inflamación, salivación abundante o picores son algunos de los síntomas que nos pueden alertar si nuestra mascota ha tenido contacto con este animal.