La falta de médicos abre un nuevo nicho de negocio: consultoras que importan doctores extranjeros
La escasez de facultativos, que en España se cifra en un déficit de 6.000 profesionales, impulsa a empresas como Dipla Partners a especializarse en captar talento sanitario en otros países y facilitarles el complejo proceso de homologación de sus títulos para trabajar en el SERGAS y otros servicios de salud públicos en españa. Los colegios profesionales, sin embargo, observan el fenómeno con cautela y exigen garantías en la calidad formativa y las competencias lingüísticas.
La sanidad gallega, como la del resto de España, se enfrenta a una encrucijada cada vez más visible: la falta de médicos. La dificultad para cubrir plazas en centros de salud, Puntos de Atención Continuada (PAC) y hospitales, especialmente en determinadas especialidades y en el rural, se ha convertido en un problema estructural. Es un déficit que se produce tanto en la sanidad pública como en la sanidad privada.
En este contexto de necesidad imperiosa, surgen nuevos modelos de negocio como el de la consultora Dipla Partners, que ha encontrado una oportunidad en hacer de puente entre los servicios sanitarios españoles que necesitan galenos y los miles de doctores formados en el extranjero que aspiran a ejercer en nuestro país. El principal valor que aportan es el de guiar a los candidatos a través del laberíntico proceso de homologación de sus títulos, el gran cuello de botella del sistema.
La magnitud del problema a nivel nacional ofrece una perspectiva clara del desafío. Según estimaciones del propio Ministerio de Sanidad, en España existe un déficit de unos 6.000 médicos de todas las especialidades, además de 100.000 profesionales de enfermería, cifras que nos sitúan por debajo de la media europea en ratio de personal por habitante. Esta carencia no solo afecta al sector público. Un reciente informe del sector señala que hasta el 75% de las empresas de salud y farmacéuticas reconocen tener serias dificultades para encontrar y contratar profesionales cualificados, convirtiendo la escasez de talento en una amenaza directa para la sostenibilidad y la calidad del sistema.
La paradoja es que, mientras los centros sanitarios buscan desesperadamente personal, miles de médicos extranjeros ven frustrados sus intentos de incorporarse al mercado laboral español. El obstáculo no es la falta de interés, sino la burocracia. Según datos analizados por Dipla Partners a partir de más de 6.000 currículums recibidos, la gran mayoría de fuera de España, un 60% de los médicos foráneos no ha logrado aún convalidar su título básico de Medicina. Del 40% restante, casi todos (un 38% del total) solo disponen de la homologación genérica, que no les permite ejercer como especialistas, y apenas un 2% ha conseguido la validación completa de su especialidad.
La demanda es alta. Actualmente, la consultora gestiona más de 300 procesos de selección en toda España, colaborando con grandes grupos hospitalarios y centros privados. Los perfiles más buscados son un reflejo de las carencias del sistema: especialistas en Urgencias Hospitalarias, Medicina General, Pediatría, Psiquiatría o Anestesiología.
Un puente para el talento foráneo
Ante este escenario, empresas como Dipla Partners han desarrollado un modelo de consultoría integral. En lugar de limitarse a la selección de personal, ofrecen un acompañamiento completo que incluye asesoría en materia de extranjería y en el proceso de convalidación de títulos. La firma ha creado una unidad específica de Inmigración y Extranjería para orientar a los doctores sobre las opciones reales, los plazos y los requisitos. Su negocio se basa en entender, por un lado, las necesidades de los hospitales y, por otro, las de los profesionales que desean emigrar, ofreciendo un servicio que la administración pública, a día de hoy, no proporciona con la misma agilidad. El objetivo es facilitar la llegada de talento sanitario cualificado para cubrir puestos que, de otra forma, quedarían desiertos.
El Servizo Galego de Saúde (SERGAS) lleva años lidiando con dificultades para cubrir plazas MIR en especialidades clave como Medicina de Familia y Comunitaria, la base del sistema. Las jubilaciones masivas previstas para la próxima década amenazan con agravar aún más esta situación. La llegada de médicos de otras latitudes se presenta, para muchos gestores, como una de las pocas soluciones viables a corto y medio plazo para garantizar la cobertura de vacantes y evitar el cierre de consultorios o la sobrecarga de los servicios de urgencias, una realidad que ya afecta a numerosas áreas sanitarias gallegas.
Los recelos de los colegios profesionales
Sin embargo, esta vía no está exenta de críticas y recelos. Organizaciones como la Organización Médica Colegial (OMC) y sus filiales autonómicas, han expresado en reiteradas ocasiones su preocupación. Su postura no es de rechazo a la llegada de profesionales extranjeros, sino de exigencia de garantías. Advierten que es fundamental asegurar que la formación de origen sea equiparable en calidad y exigencia a la del sistema MIR español, considerado un referente internacional. La principal inquietud es que una homologación "exprés" o poco rigurosa para atajar la escasez pueda comprometer la calidad asistencial y la seguridad del paciente.
Así, en Galicia, la Asociación Galega de Medicina Familiar e Comunitaria (AGAMFEC) alerta de que se están incorporando profesionales, en su mayoría procedentes de fuera de Europa, que no han recibido la formación posgrado ni la residencia exigida -que en España son cuatro años- lo que podría poner en riesgo la calidad de la atención primaria.
Otro punto de fricción es la competencia lingüística. Los colegios profesionales insisten en que el dominio del castellano, y en el caso de Galicia también del gallego, es un requisito no solo para la correcta comunicación con el paciente, sino también para la adecuada comprensión de la historia clínica y la coordinación con otros profesionales sanitarios. Reclaman pruebas de nivel rigurosas como condición previa para la colegiación y el ejercicio profesional. Sostienen que el fin último debe ser mantener los estándares de calidad del Sistema Nacional de Salud, sin rebajar las exigencias por la urgencia del momento.
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