Lobos con piel de cordero

José Luis Fernández Carnicero



Nacido en Ourense en 1967. Estudou Maxisterio por Ciencias,especialista en Música. Licenciado en Ciencias Matemáticas especialidade de Estadística e Investigación Operativa na UNED.Postgrado de Experto Universitario en Modelización de Riscos en Entidades Financieiras.


Escrebo en varios diarios de Galiza, nalgúns co pseudónimo de José Luis Fernández Carnicero.

Mestre de Educación Musical no C.E.I.P. Calvo Sotelo (Carballiño).

Membro da Sociedade cultural: O Liceo de Ourense.

Membro do Consello Escolar de Galiza e do Consello Escolar Municipal de Ourense.


Desde el origen de los tiempos de la vida del hombre en sociedad, han existido y continúan rondando a los más débiles, los lobos con piel de cordero. En el medio rural es común encontrarte con un indefenso corderito que juega a saltos entre otros de su grupo. Cualquiera sabe distinguir que estamos ante un pequeño animal absolutamente inofensivo. Del mismo modo, los niños y las niñas, en su tierna infancia, son comparables a esos corderitos débiles e inquietos. Los ingleses llaman a los niños “kids”, que en realidad significa corderos.  Así, nadie en su sano juicio pensaría ser atacado por un corderito, a no ser que en su subconsciente tuviese la película de Chicho Ibáñez Serrador '¿Quién puede matar a un niño?' o que en último caso el atacante no fuese otro que un lobo disfrazado. Y esta forma metafórica tan extendida, sigue siendo una verdad objetiva al considerar varios ejemplos en diferentes ámbitos. Vayamos por partes.


Si observemos con cuidado a las instituciones más próximas a esta práctica de disfraces, nos encontramos de bruces con las religiones. En el Evangelio de Mateo, Jesús hace una advertencia: “Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces” Mateo 7:15, explicando con un magistral ejemplo que de los espinos no se sacan uvas, ni se recogen higos de los abrojos. Concluye afirmando que por sus frutos los conoceremos, en este caso, a los falsos profetas. Esos son los mismos en cualquier tipo de religión. Dicen lo que tienes que hacer, pero ellos no lo cumplen. Cargan a las personas que confían en ellos para ejercer su autoridad vertical (bajo el miedo a la excomunión o al ostracismo),  y sin el menor pudor, controlan las vidas de toda la comunidad. En muchos casos, estafan la fe de los fieles y crean ateos, con una facilidad pasmosa. De ellos habló Ratzinger : Me viene a la mente una anécdota que se cuenta a propósito del secretario de Estado de Pío VII. Le habían dicho: “Napoleón intenta destruir la Iglesia.” A lo que responde el Cardenal: '”No podrá, ni siquiera nosotros hemos podido destruirla”. Por eso, deberíamos preocuparnos más en decidir por nosotros mismos, a la luz de la interpretación de las Sagradas Escrituras, en libertad, que comulgar con ruedas de molino, atendiendo a unas costumbres que viven arraigas en la sociedad.  Pero, podemos ver que no hay religión que se salve de los lobos disfrazados.  Resulta aún más paradójico en aquellas a las que los dirigentes les llaman pastores. Para aquellos que tengan la tentación de vivir del fraude, existe multitud de pasajes en los que se denuncian sus prácticas. Ezequiel 34 es un capítulo demoledor y les recuerda:”...serán castigados por haber tomado mis ovejas como un botín, por dejarlas sin pastor a merced de los animales salvajes, por ni siquiera haber tratado de  ir a buscarlas, por ignorarlas y por cuidarse de sí mismos”.


En los grupos políticos y sindicales también existen ejemplos de traición al descubrir que existen personas que esconden sus garras bajo la piel de cordero. En muchas ocasiones las siglas de tal o cual institución se ve afectada por los intereses particulares, casi siempre de índole económica. En cualquier caso, el mal llamado estado del bienestar, nos ha hecho tan ingenuos como esclavos de la dimensión metafísica. Las necesidades espirituales del hombre son tan parecidas a las de generaciones pasadas, que aplazamos el tema para más adelante, sobre todo si en ese tiempo de espera vivimos bien. Sabemos que un día tendremos que dejar todo en este mundo, y es en este punto donde los lobos con piel de cordero se mueven a sus anchas. La abundancia materialista ha logrado entretenernos y los espabilados no desaprovechan su oportunidad. Recuerdo que hace muy poco, un lobo con piel de cordero declaró que lo que había predicado durante años no era del todo cierto. El dinero iba asociado a su discurso, y pasado el tiempo se había dado cuenta que el Evangelio auténtico,  no transitaba por sus caminos. Lo que muchos se preguntan ahora es si va a devolver todo el dinero que generó su predicación, ya que los cheques con una cantidad inferior a 1000$ no le gustaban nada de nada.  Si se va a quedar con parte o cuenta con seguir adelante con un borrón en su trayectoria, sin restituir nada, sigue siendo una incógnita.


Las religiones han fracasado en este mundo y el éxito de la Biblia es la sencillez de su discurso. Algunas ovejas desalentadas las he visto disfrazarse de lobos para poder defenderse de algunos de sus dirigentes, que ejercen su despotismo en pleno siglo XXI. Si al menos podemos identificar a los verdaderos lobos, no cabe duda que se les acaba el tiempo. Lo peor sea cuando éstos no se dan por aludidos y aplican estos mismos términos a sus fieles, argumentando que han sido llamados y que son quienes tienen que controlarlo todo. (Salmo 36:1-6).


Si Dios fuese un religioso nominal, Marx tendría toda la razón cuando dijo que la religión era el opio del pueblo. Sin embargo resulta muy interesante observar en Jesús unos atributos muy diferentes a lo que entendemos por religión. En su sermón del Monte (Mateo 6) hace una llamada a su pueblo a que dejen de judaizar. El amor es su objetivo y él mismo, como Pastor, dio su vida por las ovejas de todos los pueblos, lenguas y naciones. En este año que  conmemoramos la primera traducción de la Biblia completa al castellano, el regalo del amor sigue presente para que  podemos aceptarlo o rechazarlo. No se trata de cambiar o empezar en una religión sino en descubrir una realidad trascendente desde nuestras limitaciones y a pesar de estar rodeados de lobos con piel de cordero.   

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