​Una crisis pandémica que arrastra todo

Carmen P. Flores

Es indudable que la primera preocupación que tiene la ciudadanía es la salud, nadie lo pone en duda, porque si se carece de ella, el resto es más o menos secundario. La segunda, el trabajo que hace posible tener un salario que permite vivir: comer, pagar la vivienda, los recibos y toda una larga lista de necesidades que se convierten en obligaciones, sí o sí.



Coronavirus recurso.




En este confinamiento que estamos aguantando todos, las preocupaciones se acumulan en mayor o menor medida. En el tema salud, nadie tiene duda, todos estamos expuestos a ser objeto del coronavirus, sin distinción de nada. No vale tener mucho dinero, los ricos también mueren cuando contraen el virus. La muerte es la acción más igualitaria que hay, aunque no nos guste pensar en ella.


La posibilidad de la perdida de miles de trabajos, o la impotencia de no encontrar un empleo que ayude a tener aseguradas todas las necesidades vitales, es sin duda un problema tan grande que tiene en vilo a unos cuantos millones de personas, algunas de las cuales tienen ya serios problemas para cubrir todas o gran parte de esas necesidades. Lo preocupante es que el futuro inmediato, las previsiones no son más optimistas. “Me da miedo el coronavirus, pero me da más miedo morirme de hambre si no trabajo”, esta es la frase de miles y miles de personas que dependen de un salario que les permite solo vivir al día. Si eso no es posible, suelen explicar que “me da igual morir por coronavirus que de hambre, si al final voy a morir igual”.


La mayoría de empresarios, también tienen la preocupación de no poder abrir sus empresas, lo mismo que los comerciantes, porque sobre ellos recae la responsabilidad de sus trabajadores y las familias que hay detrás de ellos. Es una responsabilidad que a muchos les preocupa no poder cumplir con esas obligaciones, que no son pocas.


El confinamiento y la economía no son complementarios, más bien todo lo contrario. Un confinamiento corto, no tiene impacto, cuando se llega al medio y no digamos al largo plazo, los efectos son mortales. Por eso, es necesario un replanteamiento de la vuelta al trabajo con las suficientes garantías sanitarias. Hay que hacerlo más pronto que tarde, con escaladas en la incorporación laboral y con lo que haga falta.


La vuelta al escenario de “normalidad”, que ya no será igual que antes, necesita del apoyo de las distintas administraciones, hoy más que nunca. La prioridad de los gobernantes debe ser el bienestar de la ciudadanía. Ahora toca ayudar a las familias, a los más desprotegidos, pero también a los empresarios, como ciudadanos y también como generadores de empleo. En eso debe volcarse para que los efectos de la crisis, sea lo más llevadera posible y no dejar a nadie en el camino. Ese debe ser el objetivo de todos. Los gobiernos tienen la responsabilidad, por eso sus decisiones deben ser rápidas, efectivas, que generen confianza, pero no solo corresponden a ellos las acciones, sino a todos los agentes implicados en la economía: empresarios, sindicatos. Como solía decir el compositor y pianista norteamericano Duke Ellington Los problemas son oportunidades para demostrar lo que se sabe”. Ahora es la oportunidad de demostrar, lo que saben hacer para salir de esta crisis pandémica que arrastra todo. 

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