​USA: El día después

Manuel Fernando González Iglesias

La derrota electoral de Donald Trump ha dejado, en primera instancia, como se diría judicialmente, a la primera potencia mundial en una situación socialmente muy delicada. El Señor Biden tendrá que esforzarse mucho para conseguir que, primero, le dejen ser Presidente el próximo seis de Enero y luego que esto sirva para que los Estados Unidos sean de nuevo un país cohesionado, y por lo tanto en su enorme complejidad ideológica y étnica, una nación que siempre ha presumido de representar la primera democracia del mundo.


Joe Biden gana las elecciones en EEUU





A los europeos nos conviene de una manera más que evidente que el nuevo mandatario elegido en las urnas se ponga pronto a trabajar sin que las querellas trumpistas que se le vienen encima le mermen ni un átomo de la legitimidad democrática que representa porque, de no ser así, se nos viene encima una hecatombe económica y política de consecuencias irreparables para todos. El tsunami social sería tan considerable que la American Civil War que se originó entre el Norte y el Sur desde 1861 hasta 1865 podría ser, el ejemplo más claro de lo que pasa en esa gran potencia cuando los norteamericanos se dividen y pelean entre sí.


Si el partido republicano no consigue controlar las ambiciones del iluminado Trump, lo vamos a pasar tan mal como el propio presidente saliente cuando tenga que enfrentarse, ya sin cargo institucional con la avalancha de cuestiones que tiene pendientes en los juzgados y que han quedado dormitando en las amentes de varios Fiscales que ahora piensan emplearse a fondo. Por lo que parece, esta parte más discreta de su biografía es la que en realidad no le deja dormir por las noches y es la principal causa de que no acepte la derrota electoral y haya decidido a tirar por la calle de en medio.


La única y gran diferencia, en este momento de la Historia, es que el día después, en esta ocasión, lo va a gestionar un Presidente demócrata, y que aquel de la Guerra de Secesión lo protagonizó un  líder republicano, el mismísimo Abraham Lincoln, asesinado al poco de acabar la contienda fratricida. Un hecho, también a recordar para que no se repitan las muertes en las calles de ninguno de los Estados que forman actualmente la Unión por culpa de los discursos incendiarios del perdedor del tupé rubio.


Recordemos, por si sirve de algo, aquello que ya nos advirtió Mahatma Gandhi: La violencia es el miedo a los ideales de los demás.


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