#Claves de la semana

​Rubén Albés y Manu Barreiro logran lo imposible y salvan al CD Lugo

Un gol del ariete desde los once metros logra la salvación para un Lugo que llegaba a Vallecas con los deberes por hacer.


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Un gol del ariete desde los once metros logra la salvación para un Lugo que llegaba a Vallecas con los deberes por hacer.


Lugo rayo

Rayo vs Lugo | Foto: @RayoVallecano


Parecía imposible. Sigue pareciéndoselo a muchos. Pero un arreón final del CD Lugo (el segundo en dos años) en el último suspiro del campeonato deja a los de albivermellos en Segunda División otro año más, el décimo de forma consecutiva. Los pupilos de Rubén Albés, que aterrizó en el Anxo Carro con la misión de arrebatar de las garras de la muerte a un equipo moribundo, lograron la gesta en Vallecas de superar a un Rayo Vallecano que se jugaba su presencia en los playoff, pero que se clasificó gracias a lo ocurrido en El Molinón, donde el Sporting claudicó ante el Almería.


Los lucenses se plantaron en la capital de España con todo por hacer. Solo les valía ganar o que una gran carambola les acompañase. Si no ganaban, dependían de lo que hiciesen Logroñés (que perdió ante Las Palmas) y Sabadell (que ganó al Mirandés).


Con la victoria de los arlequinados, solo el triunfó daba la permanencia al Lugo, algo que logró desde el punto de penalti gracias al solitario tanto de Manu Barreiro, con 34 años el hombre que más a tirado del carro este curso. Con nervios de acero, el compostelano encaró el punto fatídico al borde del descanso y transformó ante Luca Zidane, engañando por completo al francés con un disparo no muy fuerte pero ajustado. Valentín había sido el encargado de provocar el penalti.


Sin embargo, el guión fue mucho más agónico y resulta imposible reducir el partido a ese penalti. El Lugo tuvo que multiplicarse en defensa ante un Rayo que no se fiaba de lo que ocurriese en Gijón. Los de Andoni Iraola bombardearon la meta de Cantero, una vez más el más destacado en los visitantes, durante los 98 agónicos minutos que duró el partido.


No obstante, el entramado defensivo de los gallegos, el buen hacer del meta y la falta de puntería de los franjirrojos -más pendientes de meter el segundo que de hacer el primero- jugaron a favor de un Lugo que en contra tenía al reloj, cuyas manecillas parecían no girar por momentos. Una mano milagrosa del cancerbero a la hora de juego, a la salida de un córner, fue lo más cerca que estuvieron los locales de hacer mella en la portería del cuadro lugués. El larguero se encargó finalmente de repeler el cuero.


Al final, los dos equipos hicieron los deberes y la fortuna sonrió a ambos. Uno aspira a salir del pozo de la Segunda División; el otro festeja permanecer en él otro año más. Ya va una década desde que Quique Setién asaltó los cielos y presentó a la ciudad amurallada en la división de plata del fútbol nacional. Quedan más noches de gloria como esta. Esperemos que más felices y menos complicadas.   


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