Los costes de la crispación

Manoel Barbeitos
Economista

Alguien debería convencer al señor Casado (PP), y sus allegados, de que siguiendo el camino de la crispación tendrán muy difícil llegar a la Moncloa. Las pruebas son contundentes y muy visibles.


Tanto los últimos resultados electorales como las diferentes encuestas ponen en evidencia que la estrategia de crispar el debate político que viene siguiendo el Partido Popular, con el señor Casado como primera espada, a quién realmente favorece es a Vox, que encuentra en esa estrategia su espacio natural que, por otra parte, no tiene que construir porque se lo dan hecho. Parece mentira que el señor Casado y su equipo no se den cuenta de esta evidencia. Si a nivel externo esta estrategia favorece a Vox, a nivel interno claro está que quien más rendimiento le está sacando es la señora Ayuso, que aspira a sustituir al señor Casado el frente del Partido Popular. He ahí que resulte difícil de entender esta manía de la dirección conservadora por crispar el ambiente político cuando no le favorece: no resulta arriesgado pensar que en esta dinámica de fomento de la crispación y conforme avance a legislatura la tensión partidaria entre Casado y Ayuso se incremente con ambos con la vista puesta en la próxima cita electoral.


Una estrategia que, en su desvarío, les lleva a enfrentarse con las élites socioeconómicas que deberían ser su sostén social y político: la clase empresarial. La frontal oposición mantenida durante toda la negociación laboral, los intentos de impedir la firma del acuerdo con toda seguridad que produjo un gran malestar en un sector mayoritario del empresariado (CEOE, CEPYME) que tuvo que soportar que el partido que debería defender sus intereses (PP) había adoptado una posición beligerante debilitando así su capacidad de negociación. Lo mismo cabe pensar de las consecuencias derivadas de sus patéticos intentos de torpedear las negociaciones del gobierno con la Comisión Europea sobre los proyectos que buscan acogerse las ayudas públicas de los fondos ‘Next Generation’. Una posición que no solo provocó rechazo entre las autoridades comunitarias -por caso, la Comisión Europea y el BCE- sino también en los empresarios españoles que esperan beneficiarse de tales ayudas.


Esta apuesta estratégica por la crispación también aleja al Partido Popular (PP) de cualquiera posible alianza con las derechas periféricas (PNV, JxCat,..) reduciendo así su margen de maniobra y de negociación que finaliza circunscribiéndose exclusivamente a la extrema derecha (VOX). Dadas las tendencias que viene marcando el mapa electoral español, una apuesta de este tipo mengua considerablemente las posibilidades de llegar a formar gobierno en España.


Si se quiere encontrar una explicación, que tenga una cierta lógica, a esta estrategia, hay que buscarla en la situación judicial en la que se encuentra el Partido Popular (PP). Parece indiscutible que, a pesar de la grande influencia que este partido tiene en el poder judicial, le está resultando imposible parar los casos de corrupción que lo salpican. En la actualidad este partido tiene abiertas casi 300 causas jurídicas por corrupción, con un incontable número de dirigentes y directivos imputados. Una realidad que el Partido Popular (PP), con el apoyo de sus medios de información y opinión afines que son mayoría, intenta ocultar crispando el ambiente político. 


El tiempo dirá si esta estrategia tiene éxito. De momento no lo parece.

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