¡Qué bochorno!

Manoel Barbeitos
Economista

Desde este pequeño espacio, que gentilmente me regala Galiciapress para que exponga libremente mis ideas, no puedo por más que sumarme a las voces autorizadas que se lamentan del espectáculo que algunas fuerzas parlamentarias nos ofrecieron con motivo del debate y votación sobre la Reforma laboral (Real Decreto Ley 32/2021). Espectáculo vergonzoso que pone de nuevo en evidencia qué tipo de democracia defienden los partidos de las derechas así como el poco o nulo respeto que le tienen a las instituciones democráticas, como por caso al Parlamento. Una falta de respeto que, por otra parte, no se produce solo en el hemiciclo español, sino que se repite también en el gallego a pesar de la muy distinta posición política (oposición en el primer caso, gobierno con mayoría absoluta en el segundo).


Independientemente de que consideremos absolutamente legítimas las divergencias sobre la Reforma laboral aprobada por el Gobierno español de turno (PSOE/UP), la actitud de las derechas españolas (PSOE/VOX) en el debate parlamentario no puede clasificarse más que cómo vergonzosa. En primer lugar, quedó en evidencia que estuvimos a punto de asistir a un nuevo "Tamayazo". Como posteriormente se supo, el cambio a última hora del voto de los dos diputados de UPN, en contra tanto de sus declaraciones anteriores como de la posición hecha pública por su partido, no respondió a discrepancias con el texto legislativo, sino a las convincentes razones que le ofrecieron las derechas. De nuevo, el fantasma de la corrupción y la felonía salpicó a la política española. No menos bochorno produjo observar el comportamiento de muchos de los diputados y diputadas en los escaños ocupados por las derechas (PP/ VOX) cuando finalmente, luego de un nuevo recuento, el Gobierno ganó la votación a favor de la aprobación. Los citados parlamentarios convirtieron la Cámara en algo parecido a las gradas de un campo de fútbol repletas de hooligans borrachos.


Espectáculos vergonzosos también se vienen produciendo en el parlamento gallego a causa de las repetidas malas artes del presidente de la Xunta a la hora de rendir cuentas delante del Parlamento de la gestión de su gobierno y ahí están las hemerotecas para demostrarlo. En esta semana tuvimos nuevas evidencias de lo subrayado cuando, por caso, para justificar su ineficacia en la gestión de los recursos públicos, acusa al gobierno español de perjudicar a Galicia en el reparto de los fondos derivados delos Next Generation. Una acusación que a las evidencias desmontaron contundentemente cuando salió la luz que el Gobierno gallego va a recibir el 6% de los fondos -porcentaje equivalente a su población- mientras que este, por su parte, no ha ejecutado ni el 50% de los últimos fondos europeos regionales (FEDER) asignados a Galicia, lo que pone en evidencia una muy deficiente gestión y que, una vez más, tira por tierra la pretendida imagen de buen gestor del señor Feijóo. Malas artes que con irritante periodicidad se ven reflejadas en las correspondientes sesiones de control del Parlamento la Xunta de Galicia cuando el presidente, en vez de dar cuenta de las actuaciones de su gobierno como sería preceptivo (PARLAMENTO DE GALICIA. Resolución 27 febrero del 2017. BOE 7 marzo 2017), aprovecha la sesión para lanzar, desde la tribuna, acusaciones sin fundamento a oposición, cuando no ataques directos y personales a sus lideres. Un comportamiento impropio de un líder político demócrata.  


La necesidad de denunciar este tipo de comportamientos políticos -que utilizan la bronca, el insulto y los ataques personales cómo táctica en el debate político parlamentario- responde al convencimiento, evaluado por la experiencia histórica, de que le hacen un enorme daño a la democracia, a la credibilidad de las instituciones públicas más relevantes como, por caso, el Parlamento, al tiempo que ayudan a que crezca el desprestigio de la clase política. Crean así un caldo de cultivo muy favorable para que crezca entre la ciudadanía la preferencia por los postulados fascistas e intolerantes como, por caso, venimos de comprobar en las elecciones recientemente celebradas en Castilla León donde se produjo un crecimiento espectacular del más genuino representante de esos postulados (Vox). 

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