Festivales de música en Galicia: ¿son rentables?

Galicia se ha consolidado como uno de los territorios con mayor densidad de festivales musicales en España durante el verano. Solo en 2025, el calendario recoge decenas de eventos repartidos entre junio y septiembre, con una programación que abarca desde grandes citas internacionales hasta festivales gratuitos y benéficos de pequeño formato. El hecho es que en estos momentos existe ya una serie de citas casi ineludibles dentro de la oferta “festivalera” gallega. 'O Son do Camiño', 'Resurrection Fest', 'PortAmérica', 'Festival de Ortigueira' o 'Big Sound Festival' entre un número mucho mayor. A estos se suman ciclos de conciertos y eventos temáticos que amplían la oferta a lo largo de toda la comunidad, con carteles que incluyen artistas nacionales e internacionales de primer nivel, así como una importante presencia de bandas gallegas.

¿CÓMO NACE UN FESTIVAL?

Dejando a un lado las grandes citas que cuentan con apoyos institucionales, el nacimiento de festivales está ligado en muchas ocasiones a la iniciativa de una o varias personas. “Es muy frecuente encontrar a grupos de amigos, asociaciones o personas que solamente se reunieron para montar conciertos en paralelo a las fiestas de un lugar” dice Jordi Lauren, responsable de Play Plan. En algunos casos, estas iniciativas acaban transforándose en promotoras o empresas ligadas a este tipo de eventos (montaje, desmontaje, sonido, etc). 
 

¿Cómo se consolida una iniciativa personal en un evento de mayor magnitud y más profesionalización? Para Jordi Lauren existen tres elementos: la pasión, la formación y la profesionalización. El primer punto es el riesgo, apostarlo todo (o casi todo) a una carta movidos por la pasión por la música. La pasión, sin embargo, no puede por sí sola mover todo un entramado que exige una labor constante. Esta labor es la que va formando al grupo de personas o a la persona para aprender a moverse dentro del entramado que es la organización de un festival. Por último, la profesionalización, la etapa en que se consolida el festival y sus promotores son ya profesionales en la organización de eventos con el paso de los años. 
 

¿Y todo esto sirve para algo? Sí, porque la afluencia a festivales y conciertos se ha convertido ya en una parte más dentro de la oferta de ocio que consume la gente. ¿Qué significa esto? Los festivales atraen gente que de otra forma solo permanecerían un día o dos en un lugar (o pasarían de largo). Los festivales abren al mundo determinados lugares transformándolos en puntos referenciales dentro de las agendas vacacionales y culturales del verano.

RENTABILIDAD

Suena a tópico (o es un tópico) pero el clima gallego en verano suele ser más favorable a los espectáculos al aire libre. Esto es una baza que se ha sabido explotar muy bien para aprovechar la afluencia de turistas de otras partes de la Península y fuera. Por otra parte, las localidades que son sede de festivales tienen una oportunidad de oro para animar el comercio local y dinamizar el lugar. Se crean puestos de trabajo, muchos de ellos son temporales, otros no, en la creación de “ciudades efímeras que son los grandes escenarios” dice Lauren. En festivales como el Rías Baixas pueden trabajar entre 600 y 1.000 personas para montar y desmontar, para las empresas de transporte, cátering, etc.

Sobre la rentabilidad económica para promotoras y empresas relacionadas a los festivales, todo varía según el tamaño y la financiación del evento. Grandes festivales, como O Son do Camiño o Resurrection Fest, suelen contar con importantes patrocinios públicos y privados, así como una alta venta de entradas. Esto permite contratar artistas con cachés elevados y márgenes de beneficio para las empresas organizadoras. En la última legislatura, la Xunta de Galicia ha destinado más de 19 millones de euros en ayudas directas a festivales, con contratos que en algunos casos superan los tres millones de euros para una sola edición.

En 2025, la Xunta ha reservado 350.000 euros para el patrocinio de festivales a través de la marca FEST Galicia, con aportaciones de entre 30.000 y 80.000 euros por evento, además de líneas específicas para la contratación de bandas gallegas bajo la marca Fest Galicia. Ni que decir tiene que gran parte de la viabilidad económica de muchos festivales, especialmente los de mayor formato, tienen un apoyo muy importante en las aportaciones de entidades públicas.
 

No todos los festivales resultan igual de rentables. Así, eventos gratuitos o de pequeño formato dependen en gran medida de subvenciones públicas y patrocinios locales. Los beneficios para artistas y empresas pueden ser más modestos, aunque ofrecen visibilidad y oportunidades de networking. Por último, muchos ayuntamientos y la propia Xunta consideran los festivales una herramienta estratégica de promoción de Galicia como destino cultural y turístico, lo que justifica la inversión pública en estos eventos.
 

Galicia vive cada verano un auténtico boom de festivales, con decenas de citas musicales de todos los estilos y formatos. Para los artistas y empresas de eventos, la rentabilidad depende del tamaño, la financiación y la capacidad de atracción del festival. Los grandes eventos, apoyados por importantes subvenciones públicas, suelen ser rentables, mientras que los pequeños dependen más de ayudas y patrocinadores. Para los territorios, los festivales representan una fuente de ingresos y promoción, consolidándose como uno de los motores del turismo estival gallego.