#Claves de la semana

Solo con el escudo y con una gran afición no vale: el Dépor toca fondo por enésima vez

El cuadro herculino cayó, una vez más, contra el Celta B en Riazor. Los partidos contra el filial celeste son un ejemplo de las dos caras de este equipo que, con la derrota, asume su peor arranque en la tercera categoría del fútbol nacional. 


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Deportivo
Foto: RC Deportivo

 

Un escudo reconocido por toda Europa y una historia que es casi legendaria en el deporte rey no basta para salir de las catacumbas del fútbol nacional. Tener una afición de primer nivel, capaz de llenar un recinto en la tercera categoría con más de 30.000 almas y con más abonados que la mayoría de clubes de la Primera División, tampoco. El Deportivo de La Coruña, inmerso desde hace años en una doble crisis económica y deportiva, vive en esta su cuarta temporada en la extinta Segunda B -ahora Primera RFEF- su peor curso desde que se consumó su descenso del profesionalismo allá por 2020. Cuatro temporadas después y tras varios intentos para cristalizar el asalto a Segunda, el Dépor sigue en una posición muy delicada, con Abanca como propietaria, deseosa de librarse de un activo deficitario, y totalmente desnortada en el plano deportivo, donde incluso empieza a coquetear con el descenso. 

 

 

 

Es evidente que la plantilla del Dépor no está confeccionada para pelear en la zona baja. Jugadores como Lucas Pérez, Pablo Valcarce, Hugo Rama, Pablo Martínez o Ian Mackay deberían ser diferenciales en esta categoría, pero se han visto arrastrados por la mala dinámica de una entidad que no ha sabido mezclar de forma homogénea a los veteranos con una camada de cachorros deportivistas llamados a marcar una época, pero que se han ido diluyendo con el paso de los años, hasta el punto de que muchas de esos diamantes en bruto -Trilli, Noel...- ya no forman parte del cuadro blanquiazul. 

 

EL CELTA B, LA BESTIA NEGRA DEL DÉPOR ACTUAL

Un ejemplo de esa amalgama sin rumbo se vio ayer en Riazor en el otro 'O noso derbi', el que enfrenta al Dépor con el filial del Celta de Vigo, su eterno rival. Contra un Celta B también en reconstrucción después de varios años soñando con pelear el ascenso con promociones prometedoras en A Madroa, el Deportivo no mostró su mejor cara. No estuvo ni cerca de hacerlo: un equipo descompasado, sin ideas, superado en casi todas sus líneas en una primera parte para el olvido... Ni siquiera el coraje que le exige su grada y su historia se pudo ver en el verde de Riazor, que despidió con abucheos a los suyos, incapaces de cosechar más que una victoria en los primeros siete partidos ligueros -amén de cuatro empates y dos derrotas-.

 

El gol de Pablo Durán que enterró las aspiraciones coruñesas fue un reflejo de lo que viene siendo el Dépor esta temporada: blandos a la hora de pelear un balón dividido, descolocados en el campo e indecisos en el momento de tomar una decisión para cambiar la jugada. El resultado es un balón perdido en el área que llega a un hombre solo en el segundo palo y que emboca sin oposición. 

 

No es la primera vez que el Dépor cae contra el equipo B de sus rivales de Vigo ni la primera vez que se ven las dos caras de un equipo capaz de dominar con puño de hierro y derrumbarse como un castillo de naipes. En su primer año en Segunda B ganaron 0-3 a domicilio con un triplete de Miku, pero la vuelta fue más dolorosa, con un doblete de Alfón capaz de silenciar a Riazor y al tanto de Borja Galán. Al año siguiente fueron Fabricio y Javi Gómez los que se cobraron venganza en Balaídos contra un Dépor que había goleado en la primera vuelta al filial con un contundente 5-0. El año pasado lo máximo que arrancó el Celta B fue un empate en casa, mientras que besó la lona por 2-0 en Riazor, con goles de Lucas Pérez y Quiles. El cómputo hasta ahora es: tres victorias, un empate y otras tres derrotas en siete partidos contra el Celta B. 

 

IDIAKEZ, EN EL DISPARADERO

La derrota y el balance del Dépor en este arranque, con 7 puntos de 21 posibles, dejan a Imanol Idiakez en el alambre. Podría ser cuestión de horas que el banquillo de Riazor triture, una vez más, a otro preparador. Son ya varios en los últimos años, algunos por partida doble como Fernando Vázquez o Rubén de la Barrera

 

De hecho, parte de la grada asume desde hace tiempo que fue un error despedir a de la Barrera el año pasado tras el batacazo contra el Castellón, especialmente cuando el técnico llevaba apenas un mes al frente de los mandos de una nave que ya dirigió y de la que apearon cuando fue en su rescate. Este es uno de los ejemplos que han llevado a la grada a sentir la pérdida de identidad del club y a enfrentarse con la dirección. Ahora, como seleccionador de El Salvador, el entrenador coruñés se antoja una llamada perdida en caso de cese de Idiakez.

 

La elección del guipuzcoano, que ayer achacaba todo a la "falta de la intensidad mínima para competir", tampoco fue muy aclamada por la parroquia deportivista. Idiakez es un técnico con recorrido en Segunda B pero sin verdaderos éxitos en la categoría, con resultados bastante pobres en los equipos que ha comandado más allá de una experiencia en el AEK Larnaka de Chipre. Además, su "durabilidad" ha estado siempre en entredicho, ya que solo en Chipre y en sus etapas en el Lleida y en el filial del Villarreal ha logrado estar más de una temporada como preparador. En A Coruña es muy posible que no llegue no ya a comerse el turrón, sino los dulces de Samaín. 

 

Idiakez
Imanol Idiakez | Foto: RC Deportivo

 

VOLVER A EMPEZAR

El Dépor tiene que corregir muchas cosas: las transiciones desde el centro hasta los últimos metros del campo, donde los blanquiazules son incapaces de resolver los partidos, la fragilidad defensiva que le ha hecho encajar en los últimos cinco duelos, la imposibilidad de hacer reaccionar a sus estrellas, apagadas como un Lucas Pérez que está muy lejos de su mejor versión cuando debería ser el mejor de la categoría. Además, volver a hacer de Riazor un fortín es una obligación para un equipo que la última vez que brindó una victoria a los suyos fue la temporada pasada en la ida contra el Castellón. 

 

Ahora, el Deportivo marcha a diez puntos del liderato, un objetivo que se antoja quimérico para una escuadra que marcha en 14ª posición, empatado a puntos con el Rayo Majadahonda, equipo que cierra los puestos de descenso. Los silbidos de Riazor para despedir a los jugadores, obligados a pedir perdón a la platea, son la enésima banda sonora de viento que se escucha en el último lustro. En A Coruña son conscientes de que, en el barro, no basta con ser los más ricos y poderosos, hay también que demostrarlo. Ese es el asunto pendiente de un Dépor que lleva mucho tiempo sin  parecerse al Dépor que recordamos todos. 

 

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