(RESUMEN) El granate del Pontevedra CF se baña de bronce con el cuarto ascenso en lo que va de siglo

Hoy es un lunes un poco menos lunes a orillas del Lérez. A Boa Vila se ha despertado todavía con resaca y con una enorme sonrisa por la reconquista que han protagonizado los pupilos de Yago Iglesias, un técnico que ha devuelto al equipo de la ciudad a Primera RFEF en un nuevo ascenso para el Pontevedra CF, acostumbrado a ser ascensor en este siglo, donde ya han sido hasta cuatro las fiestas de ascenso en el nuevo milenio.

UN DÍA PARA EL RECUERDO

La temporada de los granates ha sido para enmarcar: sólidos de principio a fin en Segunda RFEF, una categoría con algún coco como Numancia o Real Avilés, y matagigantes en Copa del Rey, donde solo el Getafe pudo apearlos de hacer la machada de plantarse entre los ocho mejores de España después de eliminar a Villarreal y Mallorca, vigente subcampeón del torneo, además de dejar en la cuneta a otro rival de dos categorías por encima de los pontevedreses como el Levante, hoy pugnando por liderar la Segunda División.

En lo relativo al partido con el que sellar el ascenso, el Pontevedra goleó al Laredo, colista, en un encuentro que fue una fiesta prácticamente los 90 minutos. El capitán Álex González abrió la lata cuando solo corrían cinco minutos en el luminoso. Arrubarrena igualó pronto, pero Yelko Pino hizo las diferencias a la media hora de juego y un autogol permitió al Ponte irse al descanso con 3-1.

Arrubarrena recortó distancias y apretó el marcador en el 60, pero Igor Irazu, el más cachorro de todos, selló el ascenso a falta de cinco minutos para el final, llevando el deirio a Pasarón, con la muralla granate saltando en la grada de espaldas al campo. 

ARRIBA, ARRIBA

Louzán fue el encargado de entregar la copa que acredita al Pontevedra como campeón de liga, toda vez que restan seis puntos por jugarse y la distancia entre los gallegos y el cuadro soriano es de ocho puntos. Como anécdota, destacar el hecho de que la Copa acabó rota en medio de las celebraciones. 

El Pontevedra, al que no se le ve el pelo por Primera División desde los 70, es un histórico en esto de celebrar ascensos. Salvo 20 años que estuvo penando en Segunda B -desde la temporada 83/84 hasta el último ascenso a Segunda-, ha celebrado al menos un ascenso en cada década desde su nacimiento -y, consecuentemente, llorado algún descenso en ese tiempo-. 

Este siglo son ya cuatro celebraciones por promocionar de categoría. Empezó en la 2003/04, año en el que se rompió la sequía de dos décadas en Segunda B. La vuelta a Segunda fue breve y cayó al pozo solo un año después. La caída fue más profunda de lo esperado, pues en 2011 el Pontevedra da con sus huesos en Tercera División. En 2015 queda campeón y regresa a la B, perdiendo el bronce por la reestructuración del campeonato. Fue un visto y no visto, pues el Pontevedra fue el primer campeón de la historia de Segunda RFEF, aunque, de nuevo, solo un año en Primera RFEF para tratar de asaltar la categoría nuevamente, algo que le ha llevado dos temporadas, con un subcampeonato y un título en este 2025. 

Yago Iglesias también se está convirtiendo en un especialista en estas lides, ya que con el Compostela también pudo saborear un ascenso. Ahora el objetivo es estabilizar al club en Primera RFEF y soñar con un regreso al fútbol profesional. Por ahora, toca disfrutar del éxito y festejar, que han sido 32 jornadas largas y de lucha. En Pontevedra saben bien lo que es eso, porque hai que roelo.