El Dépor naufraga ante la Real Sociedad B en Riazor (0-3)
La solidez que caracterizó al Dépor en el inicio liguero —apenas tres goles encajados como local hasta hace dos semanas— se ha evaporado
El idilio de Riazor con su equipo se ha quebrado de la forma más gélida posible. En una noche marcada por el frío y una preocupante desconexión futbolística, el Deportivo cayó con estrépito ante la Real Sociedad B (0-3), encajando su segundo correctivo consecutivo en casa en apenas siete días. Lo que debía ser el asalto definitivo al ascenso directo se ha convertido en una crisis de identidad que deja al técnico, Antonio Hidalgo, en el centro de todas las miradas.
Un inicio de "autopistas" y falta de puntería
El partido arrancó con un Dépor perezoso, lastrado por imprecisiones que contagiaron a una grada ya de por sí mermada por los polémicos horarios de la competición. Pese al ritmo lento, la banda izquierda fue un oasis: Quagliata y Yeremay encontraron una autopista ante la adelantada línea defensiva donostiarra.
La historia pudo ser distinta si en el minuto 7, tras un pase magistral de Quagliata, Yeremay no hubiera cruzado en exceso su remate a puerta vacía después de regatear al meta Fraga. Fue el primer aviso de una noche de "quiero y no puedo". El filial realista, que hasta hoy no sabía lo que era puntuar lejos de Zubieta, aguantó el chaparrón inicial y empezó a estirarse, obligando a Arnau a emplearse a fondo para frenar a Ochieng.
El desplome defensivo
El 0-1 llegó tras un error encadenado: un mal pase atrás de Patiño y la pasividad de Quagliata permitieron a Astiazaran filtrar un balón para que Carrera definiera con sangre fría.
Tras el descanso, Hidalgo buscó la reacción dando entrada a Zakaria. El neerlandés y Mella tuvieron ocasiones para igualar, topándose con un Fraga que demostró por qué es internacional sub-21. Sin embargo, cuando el Dépor más empujaba, llegó el mazazo definitivo. Un error en la entrega de José Ángel propició que Balda avanzara sin oposición y, desde treinta metros, limpiara las telarañas de la escuadra de Germán con un misil imparable. Con el 0-2, el equipo bajó los brazos y Gorosabel cerró la cuenta poco después, certificando un 0-3 que desató la música de viento en las gradas.
De la ambición al conformismo
Más allá del resultado, lo que escuece en A Coruña es el cambio de discurso. Antonio Hidalgo, que llegó al club con una franqueza refrescante apuntando al "top 6", intentó suavizar el batacazo en sala de prensa: "Estamos dentro del objetivo". Pero Riazor no comulga con ruedas de molino. La pitada generalizada al final del encuentro y la imagen de aficionados abandonando el estadio antes del pitido final reflejan un divorcio latente.
El Dépor se confirma como un equipo incapaz de remontar: de las siete veces que ha empezado perdiendo este curso, en cuatro acabó derrotado. La "regresión a la media" parece haber alcanzado a un bloque que en noviembre volaba y ahora se muestra extremadamente vulnerable.
Un fin de año bajo sospecha
Sin tiempo para lamentaciones, el calendario ofrece una "oportunidad" que hoy parece más un compromiso incómodo que un premio. El martes visita Riazor el Mallorca en Copa del Rey. Lo que debería ser una fiesta por el regreso de un Primera se perfila como un plebiscito para Hidalgo y la directiva.
La marea blanquiazul no exigirá eliminar a un rival de superior categoría, pero tras recibir seis goles en dos partidos en casa, no tolerará otra caída sin alma. El 2025, que prometía cerrar con brindis de ascenso, se encamina hacia el turrón entre la resignación y la desconfianza.
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