Pesadilla manchega: el Albacete, un segunda, tumba a un Celta timorato

El Albacete Balompié protagonizó una de las grandes sorpresas de la Copa del Rey 2025 al eliminar al Celta de Vigo en una tanda de penaltis (3-0) para el olvido de los gallegos, tras empatar 2-2 en un vibrante encuentro disputado en el estadio Carlos Belmonte. El conjunto dirigido por Alberto González logró una clasificación histórica para los octavos de final y hunde a los de Claudio Giráldez, que vieron cómo se desvanecía su sueño copero en una noche aciaga tanto en el juego como en las sensaciones.

 


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Borja Iglesias en el Belmonte
Borja Iglesias en el Belmonte

El Celta llegaba a Albacete cargado de moral tras doblegar al Real Madrid en el Santiago Bernabéu y al Athletic de Bilbao en Balaídos, pero el torneo del KO castigó su falta de contundencia y su errática gestión del partido. El equipo gallego, que presentó una alineación con rotaciones moderadas, se vio superado por la intensidad y el carácter del Albacete, que nunca se dio por vencido ante un rival de superior categoría y acabó celebrando su pase entre un ambiente de euforia local.

 

El partido comenzó con un Albacete atrevido, empujado por un Carlos Belmonte lleno con más de 12.000 espectadores. Los manchegos presionaron alto desde el primer minuto y encontraron premio muy pronto. A los 17 minutos, Lorenzo inventó una jugada magistral por la derecha para habilitar a Jefté Betancor, que se escapó de su marca y batió a Iván Villar con un potente disparo cruzado. El tanto encendió al estadio y encogió a un Celta que no encontraba ritmo ni espacios ante el orden local. Poco después, Escriche estuvo a punto de hacer el segundo, pero el portero gallego intervino a tiempo.

 

Pese a que con el paso de los minutos el Celta se fue haciendo con el balón, la defensa de cinco del Albacete, sostenida por un bloque compacto en el medio, anuló la creatividad de Iago Aspas y Óscar Mingueza. Al descanso, los locales fueron despedidos entre aplausos, satisfechos por su entrega y el marcador favorable.

 

En la reanudación, Claudio Giráldez reaccionó con tres cambios de golpe: Borja Iglesias, Manu Fernández y Miguel Román saltaron al césped para intentar cambiar la dinámica. Y el efecto fue inmediato. En el minuto 51, Ilaix Moriba estuvo cerca del empate tras un pase de Aspas, aunque erró en el remate final. Poco después, Capi devolvió el susto con un disparo al poste que mantenía el pulso del encuentro vibrante.

 

El empate del Celta llegó en el minuto 61, fruto de un córner ejecutado por Miguel Román que Yoel Lago remató de cabeza a la escuadra, inalcanzable para Raúl Lizoain. A partir de ese momento, los gallegos parecían tener el control y, en el 75, Borja Iglesias firmó la remontada momentánea: controló con el pecho un envío al área y, con un toque sutil, superó al meta manchego. El equipo celeste acariciaba la clasificación, pero su falta de solidez volvió a condenarlo. En el tiempo añadido, un centro preciso de Agus Medina fue rematado por Jesús Vallejo para devolver la igualdad (2-2) y mandar el partido a la prórroga entre la locura de la afición local.

 

Durante el tiempo extra, ambos equipos acusaron el desgaste físico. El Celta dominó los primeros minutos, con una ocasión clara de Ferran Jutglà que detuvo Lizoain, pero el Albacete resistió con oficio y fe. Los minutos finales fueron un ejercicio de supervivencia más que de fútbol. Todo se decidió en la fatídica tanda de penaltis, donde el cuadro castellano-lionés mostró mayor temple y confianza.

 

El Albacete fue impecable desde los once metros: Puertas, Riki y Vallejo marcaron sus lanzamientos con serenidad, mientras que el Celta protagonizó una tanda desastrosa. Mingueza, Hugo Álvarez y Aspas fallaron sus intentos, dejando a su equipo sin margen para la reacción. Iván Villar, que ya había mostrado inseguridad ante el Sant Andreu, volvió a quedar señalado, sin detener ninguno de los tiros. La imagen del portero cabizbajo fue el símbolo de una eliminación que deja heridas profundas en el vestuario vigués.

 

El Albacete, en cambio, escribió una nueva página dorada en su historia reciente. El equipo manchego, que venía de un duro tropiezo en liga, encontró en la Copa el impulso anímico que necesitaba. Su afición disfrutó de una noche mágica que puede tener continuidad en los octavos de final, donde el club podría recibir a un rival de talla como el Real Madrid, Atlético, Barcelona o Athletic Club

 

En el otro extremo, el Celta afronta ahora una crisis deportiva y emocional. La eliminación en Albacete supone el primer gran fracaso de la temporada, agravado por la forma en que se produjo. Tras dos victorias de prestigio en la liga, el equipo mostró su cara más inconsistente en un torneo que se le resiste año tras año. La falta de agresividad defensiva, la desconexión entre líneas y la poca eficacia en los penaltis dibujan un panorama preocupante.

 

El técnico Claudio Giráldez, hasta ahora respaldado por los últimos buenos resultados, queda bajo presión tras un encuentro en el que su equipo repitió errores que se creían superados. La sensación general en Vigo es de decepción, no solo por el resultado, sino por la imagen de impotencia mostrada en los momentos clave.

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