El rearme avanza en Galicia: suecos explotarán la mina de wolframio en Pentes, Ourense

La multinacional sueca Eurobattery Minerals ha logrado un acuerdo histórico para adquirir la mayoría en la mina de wolframio de A Gudiña, Ourense. La operación, valorada en 1,5 millones de euros, prepara a la comarca para convertirse en un enclave estratégico en el suministro europeo de un mineral clave para el polémico rearme de la industria militar europea y de la OTAN.


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Yacimiento tres de la mina de Wolframio de A Gudiu00f1a en una imagen de Eurobattery
Yacimiento tres de la mina de Wolframio de A Gudiña en una imagen de Eurobattery

La empresa sueca Eurobattery Minerals ha confirmado la adquisición del 51% de Tungsten San Juan, la sociedad que ostenta los derechos de explotación sobre la mina de wolframio de Pentes, ubicada en el municipio de A Gudiña, hasta ahora vinculada a la firma española Sacyr. Tras la transacción, el alemán Josef Edinger Steffen figura como administrador único de la compañía según el registro mercantil.

 

Galicia, en el foco de la estrategia OTAN

Eurobattery Minerals tiene previsto arrancar los trabajos preparatorios en julio de 2025, con el objetivo de que la venta del mineral comience en la segunda mitad de 2026. El contexto geopolítico y el aumento del gasto en defensa por parte de la OTAN otorgan al mineral estratégico un papel decisivo, ya que el wolframio es esencial en la fabricación de munición y piezas para vehículos militares, quedando Galicia integrada en la cadena de suministro europea y menos expuesta a la dependencia de China.

 

El pan de reapertura de la mina de litio en Doade, también en Ourense, que ha sido declarada estratégica por la Unión Europea refuerza el papel de Galicia como terreno clave en la polémica estrategia de rearme que impulsan tanto Bruselas como la Alianza Atlántica. 

 

Los yacimientos gallegos no son nuevos ni desconocidos. Con todo, el encarecimiento de las materias primas por la revolución de las renovables y de las tecnologías de la información -y ahora por la política de rearme estratégico- están convirtiendo en rentables minas que antes no se explotaban.

 

En el caso de A Gudiña, la inversión comprometida asciende a 1,5 millones de euros, que la firma escandinava abonará en cuatro plazos: un primer abono de 100.000 euros al firmar, dos pagos idénticos en los dos últimos trimestres de 2025 y un desembolso final de 1,2 millones durante el primer trimestre de 2026. Estos recursos se destinarán a levantar una planta piloto y a iniciar las primeras fases de extracción en una mina que permanece inédita desde que se detectaron sus reservas hace décadas.

 

 

 

 

 

La operación, que se enmarca en una carta de intenciones firmada meses antes, dota al proyecto de todas las licencias necesarias y del respaldo de un contrato de suministro con Wolfram Bergbau und Hütten AG, empresa austriaca líder en la producción de tungsteno y parte del grupo sueco Sandvik. Esta alianza asegura un comprador europeo para el mineral, que podrá comercializarse una vez se ponga en marcha la explotación.

 

Un yacimiento de alto potencial y reunión vecinal clave

El yacimiento ourensano es conocido desde los años setenta, aunque los análisis geológicos realizados en los ochenta confirmaron altos niveles de trióxido de wolframio (WO₃) y reservas probadas de 60.000 toneladas con una ley del 1,3%. Eurobattery prevé que, tras el inicio de la extracción, el proyecto genere ingresos positivos y que el potencial total pueda multiplicar por doce las reservas confirmadas, según sus proyecciones empresariales.

 

Según informa La Región, está prevista una reunión crucial entre la empresa, el Concello de A Gudiña y la Comunidad de Montes de Pentes para abordar cuestiones administrativas y validar los permisos ambientales. Tanto representantes municipales como la comunidad vecinal mantienen una actitud receptiva al proyecto, a la espera de que se regularicen pagos pendientes y se aclaren los acuerdos para la futura extracción.   La comunidad espera negociar un nuevo acuerdo que permita iniciar la extracción de material. También está pendiente el pago de ciertos compromisos económicos, que la empresa asegura que abonará esta misma semana.

 

Por el momento, ni Sacyr, anterior propietaria de Tungsten San Juan, ni la Consellería de Industria de la Xunta de Galicia han realizado declaraciones públicas sobre el futuro del proyecto minero o sobre los pasos administrativos previos a su explotación.

 

 

Impacto económico y retos regulatorios

El plan de negocio de Eurobattery Minerals incluye la recuperación de la inversión en aproximadamente tres años y medio desde el arranque de las operaciones, con la posibilidad de distribuir dividendos y seguir desarrollando el potencial geológico mediante nuevas perforaciones. La compañía, que destaca el difícil entorno regulatorio para la minería en Europa, señala la apuesta por la sostenibilidad y la integración en una cadena de suministro responsable para minerales estratégicos.

 

Además del yacimiento de A Gudiña, Eurobattery Minerals gestiona otros proyectos mineros en Europa. Destacan el depósito de cobre, cobalto y níquel de Hautalampi, en Finlandia, actualmente en evaluación ambiental, y el proyecto Corcel en Santa Comba (A Coruña), también enfocado en metales estratégicos para la transición energética.

 

El wolframio, clave para la autonomía estratégica europea

 

El wolframio, conocido también como tungsteno, ha pasado a ocupar un lugar central en las estrategias de defensa de Europa y la OTAN. Su valor no reside únicamente en su escasez, sino en sus excepcionales propiedades físicas: posee una de las densidades más altas entre los elementos químicos, soporta temperaturas extremas y es extraordinariamente duro. Estas características lo hacen imprescindible en la fabricación de material militar de alta tecnología, como proyectiles perforantes, blindajes reforzados, componentes de turbinas, sistemas electrónicos y vehículos de combate.

 

La creciente tensión geopolítica, marcada por conflictos abiertos y una carrera armamentística renovada, ha llevado a la OTAN a fijar como objetivo un aumento del gasto en defensa hasta el 5% del PIB. En ese contexto, asegurar el acceso a materias primas estratégicas se ha convertido en una prioridad para los aliados. Actualmente, China concentra más del 80% de la producción mundial de wolframio, lo que convierte a Europa en una región vulnerable a posibles interrupciones del suministro.

 

Frente a esta dependencia crítica, se han impulsado iniciativas para desarrollar y reactivar explotaciones mineras en suelo europeo. La mina de San Juan, en A Gudiña (Ourense), encaja en esta política como un proyecto clave para reducir la exposición externa, reforzar la cadena de suministro interna y garantizar la producción de materiales esenciales para la defensa continental. Así, Galicia podría convertirse en uno de los puntos neurálgicos en la nueva arquitectura industrial militar europea.

 

Galicia, centro de la “fiebre del wolframio” durante las guerras mundiales

Durante la Segunda Guerra Mundial y las primeras décadas del siglo XX, el wolframio desempeñó un papel crucial en Galicia, especialmente en las provincias de Ourense y Lugo, donde se localizaban algunos de los yacimientos más importantes de España. Este mineral, por entonces poco conocido por el gran público, se convirtió en un recurso estratégico codiciado por las potencias en conflicto, debido a su utilidad militar.

 

Interior de la mina de wolframio Valgrande, A Barxa, Ourense en una imagen de mineralesdb publicada bajo Creative Commons
Interior de la mina de wolframio Valgrande, A Barxa, Ourense en una imagen de mineralesdb publicada bajo Creative Commons

 

Durante la contienda mundial (1939-1945), Galicia vivió una auténtica “fiebre del wolframio”, comparable en intensidad a una fiebre del oro. Alemania, necesitada de materiales resistentes para su maquinaria de guerra —especialmente para fabricar proyectiles capaces de penetrar blindajes—, recurrió al suministro español, y Galicia se convirtió en uno de los principales puntos de extracción y exportación hacia el Tercer Reich.

 

Los nazis, a través de empresas intermediarias y con la connivencia del régimen franquista, adquirían wolframio gallego para sus industrias militares. A su vez, los Aliados intentaron bloquear estas exportaciones e incluso sabotear algunas de las minas para evitar que el material llegara a manos alemanas. Esta pugna silenciosa convirtió a las montañas gallegas en un escenario estratégico en la guerra económica mundial.

 

Minas como foco de empleo, contrabando y espionaje

Las explotaciones mineras atrajeron a miles de trabajadores a zonas rurales empobrecidas. La minería del wolframio supuso una inyección económica para muchas comarcas, pero también generó conflictos laborales, corrupción, tráfico ilegal y redes de espionaje.

 

 Se establecieron puestos de control, se intensificaron las labores de vigilancia y aumentó el interés de potencias extranjeras por lo que sucedía en los montes gallegos. En las zonas fronterizas con Portugal los campesinos tuvieron en el contrabando de wolframio una de sus vías de subsistencia. Existen numerosas explotaciones irregulares abandonadas en los montes de A Baixa Limia.

 

La mina de Fontao en Vila de Cruces (Pontevedra), la de Casaio en Carballeda de Valdeorras (Ourense), o la de San Finx en Lousame (A Coruña), entre otras, se convirtieron en enclaves emblemáticos de esta etapa. Aunque muchas de ellas han sido abandonadas o reconvertidas, aún pervive en la memoria colectiva el recuerdo de aquellos años de intensa actividad minera y geopolítica soterrada.

 

 

 

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