Así funciona el bono turístico de la Xunta puede descargarse ya

Esta es la quinta edición de un programa que nació durante la pandemia y que, tras su éxito inicial entre el personal sanitario, se abrió a toda la población gallega para estimular los alojamientos, establecimientos y agencias que operan en temporada baja.

Dos bonos por persona y hasta 300 euros para tus viajes

Cada una de las personas interesadas podrá obtener hasta dos bonos de un valor nominal de 150 euros cada uno, sumando un total de 300 euros. Estos bonos están cofinanciados en un 40% por la Xunta de Galicia y en un 60% por el propio solicitante, por lo que por un bono hay que pagar 90 euros, o bien 180 euros si se adquieren dos. El usuario abona la cantidad correspondiente y, una vez validada la operación, puede descargar inmediatamente sus bonos en formato código QR, listo para utilizar en cualquiera de los más de mil negocios relacionados con el turismo adheridos a la campaña.

El bono, gestionado a través de una “wallet” móvil, se descuenta conforme se van realizando pagos en los establecimientos participantes, lo que permite aprovechar el saldo en varias compras hasta agotarlo o hasta que expire la validez a final de año. El sistema permite un uso flexible, de modo que si una reserva es inferior al valor del bono, el saldo restante sigue disponible para futuras compras dentro del periodo habilitado.

La convocatoria está abierta únicamente a las personas mayores de edad y con residencia en Galicia. Es imprescindible registrarse con los datos personales solicitados (nombre, DNI, localidad de residencia, teléfono y correo electrónico), abonar la parte que corresponde y descargar el bono digital mediante una aplicación wallet que soporte códigos QR.

Una vez otorgado el bono, basta con localizar los establecimientos que exhiban el distintivo de la campaña para canjearlo, mostrando el QR antes de pagar. Si la compra supera el saldo del bono, el usuario podrá abonar la diferencia por los canales habituales.

La iniciativa se centra en el otoño, fuera de la temporada alta, de modo que los bonos deberán utilizarse entre el 15 de septiembre y el 25 de diciembre de 2025. Según subrayan fuentes de la Xunta, se trata del periodo más necesario para la dinamización del sector turístico gallego, que cuenta con una de las mayores ofertas rurales y de termalismo de la península.

El saldo no consumido al finalizar el plazo dejará de estar disponible y los bonos son personales e intransferibles. Si se cancela una reserva, la devolución se acoge a la política de la agencia o del alojamiento, pero la cuantía del bono no es reembolsable.

Adhesión de establecimientos y agencias de viaje

La medida también exige la participación del tejido empresarial gallego. Los establecimientos turísticos y agencias que quieran adherirse al programa podrán inscribirse a partir del martes siguiente a la apertura del bono, con un plazo que se prolonga hasta el 1 de diciembre. Es requisito obligatorio disponer de sede en Galicia, operar en el sector turístico y estar inscrito en el Rexistro de Empresas e Actividades Turísticas de Galicia en el momento de la solicitud.

La Xunta ha dotado a la campaña de un millón de euros de presupuesto directo, con la previsión de que, sumando la aportación de las personas usuarias, se alcancen unos 2,5 millones de euros en gasto turístico. El objetivo es claro: prolongar la actividad turística una vez finalizado el verano, incentivar el empleo y el consumo en pequeñas y medianas empresas, y ofrecer a la ciudadanía gallega la posibilidad de descubrir su territorio aprovechando descuentos directos.

Desde la administración autonómica, se destaca la continuidad y solidez de la iniciativa como herramienta de consolidación del turismo interno gallego, cifrando su éxito en la elevada demanda de los bonos en convocatorias anteriores. El sector empresarial, por su parte, valora especialmente que la medida favorece la ocupación en los meses tradicionalmente menos atractivos, diversifica los destinos más allá de las zonas de litoral y refuerza la resiliencia de un tejido turístico que hace apenas cuatro años vivió su peor crisis con la emergencia sanitaria.