Cuando trabajar en el Banco Santander ya no es un seguro laboral: "La gente se va; están maltratando a la plantilla"

17 oficinas cerradas en 2025 revelan lo que parece ser un ERE encubierto en el Banco Santander, donde en cuestión de cuatro años, y solo en Galicia, la plantilla se ha reducido en casi 200 trabajadores sin la apertura de un expediente que explique esta rebaja de personal. Rosa Conde, representante de la CIG en el Banco Santander, explica que el cambio de modelo en el proceso de digitalización en el sector de la banca motiva el cierre de sucrusales y que la carga de trabajo extra para readaptar el trabajo de los empleados, que provoca altos niveles de estrés y otros problemas de salud, están derivando en una fuga de talento en una banca envejecida y sin relevo generacional.


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Foto: CIG

 

Antes trabajar en un banco era sinónimo de prosperidad. La seguridad financiera que podía dar un trabajo de oficina como ese era una garantía para vivir sin especiales apuros en lo económico y alcanzar un cierto nivel de vida tirando a alto. Las cosas parecen haber cambiado, y ni el salario ni la estabilidad laboral no es ya un aval para los trabajadores de entidades como el Banco Santander, que estos días está rodeado de una fuerte polémica en Galicia, donde a lo largo del último año han cerrado varias sucursales, con el perjuicio que supone para la plantilla y sus clientes. 

 

 

CIERRE DE 17 OFICINAS…DE MOMENTO

La Confederación Intersindical Galega (CIG) inició a finales de septiembre el inicio de un calendario de protestas para denunciar la decisión de la entidad bancaria de echar la persiana en varias oficinas. Rosa Conde, representante de la CIG en el Banco Santander, valora muy positivamente la acogida que han tenido hasta ahora las movilizaciones en Vigo, Lugo y A Coruña, pues se trata de un “malestar” presente desde hace meses en la plantilla sin que “saltase a la esfera pública”. Ahora que la frustración ha llegado a la calle, la otra reacción significativa ha sido la de los clientes, que han dado su apoyo a los trabajadores. “El 95% nos apoya en las movilizaciones y está de acuerdo con nuestra reivindicación”, percibe Conde. 

 

El proceso de cierres que viene realizando el Santander en los últimos meses afecta tanto a la plantilla como a los usuarios de estas oficinas. En su conjunto, de junio de 2024 a junio de 2025, han sido 109 las sucursales cerradas en toda España y desde la CIG cifran en 17 las clausuradas en la comunidad gallega para este 2025, lo que representa un 11% del total de oficinas en Galicia. Estos son, en cualquier caso, datos todavía provisionales, pues Conde no puede asegurar que no haya que añadir más cruces en lo que resta de año: “Puede que todavía quede algún cierre desde el punto de vista del banco”.

 

“El Santander dice que su modelo es el de la banca en el móvil. Según ellos no pueden mantener una red con oficinas a 100 metros de distancia. Pero esto ya no es así, porque en la mayoría de ciudades se está reduciendo el número de oficinas”, lamenta Conde, puntualizando que las oficinas más afectadas están siendo las de atención a particulares de las ciudades con servicio de caja, un servicio que “transforman o suprimen” en este “proceso de reestructuración” que podría afectar a algunas sucursales más. 

 

 

Ese modelo de “caja avanzada”, que bautizan desde el Santander, está presente ya en cerca del 60% de oficinas de la red en un “modelo híbrido que suprime la ventanilla tradicional” y se sustituye por una figura que resulta “un mix de atención de ventanilla y venta de productos no financieros” en el mejor de los casos, mientras que en otros es el propio personal de oficina los que asumen esa carga de trabajo extra con turnos rotatorios sin que esto suponga una rebaja de sus objetivos comerciales o de sus labores.  

 

“Lo que se hace es amortizar los puestos de ventanilla con más carga de trabajo para el resto de la plantilla. Esto repercute clarísimamente en la salud de las personas. Al final en esta comunidad hay mucha gente mayor que no está adaptada a la digitalización y quiere ser atendida en ventanilla. El personal acaba haciendo las funciones de maestro, enseñando a los usuarios a usar este modelo online, porque, aunque reduzcas oficinas el servicio lo sigue demandando el cliente, aunque el banco utilice estadísticas donde dice que la mayor parte de la clientela ya está digitalizada, cuando los usuarios recurren a familiares porque no tienen las capacitaciones digitales para esto”, censura Conde. 

 

En esa línea, los trabajadores señalan que consultar el saldo o abrir un correo “no es digitalización”, sino que esta debe ser “saber relacionarse sin necesidad con el banco en todas las transacciones de la banca online: contratar prestamos, hacer transferencias, abrir cuentas…”, un extremo que queda hoy muy lejos para la mayoría. 

 

¿UN ERE ENCUBIERTO?

Pese a ello, la destrucción de sucursales no se ha detenido en el último lustro. Después del último ERE, a 31 de diciembre de 2021 en Galicia había 157 oficinas y 1.367 trabajadores, según los datos de la CIG. En junio de 2025 la cantidad de oficinas se había rebajado en 19, hasta las 138, y el personal había descendido en casi 200 trabajadores, hasta los 1.175 empleados. Esto sin que se haya anunciado ningún nuevo Expediente de Regulación de Empleo. 

 

 

“Vemos como de forma progresiva tanto el número de oficinas como de trabajadores se viene reduciendo significativamente. Hablamos de un 14% menos de plantilla y un 12% de la red comercial”, estima Conde. Esto podría tratarse de un ERE encubierto por parte de un Santander que está acudiendo al recurso de las prejubilaciones, algo que desde la CIG ya han denunciado de manera insistente en los últimos años. 

 

Esos “pactos individuales de salida o salidas voluntarias” no dejan de ser acuerdos de prejubilación que, anualmente, afectan a unos 400 empleados de entre 55 y 58 años. Los datos que manejan en el sindicato apuntan a que este 2025 provocará una subida sensible de la media por la cantidad de expedientes abiertos en este sentido, pues, subraya Conde, hay muchos trabajadores “deseando optar a esta salida” que tampoco ofrece unas condiciones idílicas, pues las prejubilaciones les permiten irse con un 75% del salario que les correspondería. 

 

“Se van porque en este modelo hay una mayor carga de trabajo, con objetivos comerciales exponenciales, sin fin, una situación que está creando problemas de salud mental en el conjunto de la plantilla. Están maltratando a la plantilla y provocando una fuga de personas, de talento, en todo el Estado. En Ourense se marcharon en el último mes cuatro trabajadores con una edad de 40 y pocos años y una trayectoria de 20, 15 o 18 años en la empresa. Decidieron irse y buscar otro trabajo, porque aquí no se sienten valorados y consideran que las condiciones no son aceptables”. 

 

También los despidos disciplinarios han sido habituales de un tiempo a esta parte: “El banco está fiscalizando hasta el extremo el trabajo de las personas, que muchas veces no es que hagan cosas mal de cara a la clientela, sino que son cuestiones internas que podrían quedarse en una sanción, pero el banco llega al límite, al despido disciplinario”. Estos hechos han sido denunciados por otras centrales sindicales que coinciden en este análisis que ofrece Conde. 

 

“NO ES UNA CUESTIÓN SALARIAL”

Todo esto ocurre en un contexto en el que el Banco Santander reporta en sus cuentas unos beneficios millonarios y de récord a cada año que pasa. Solo el año pasado, los beneficios superaron los 12.500 millones de euros, un 14% por encima del año anterior, siendo 2024 el mejor de su historia y con la previsión de que la tendencia se mantenga en 2025, ganando 6.800 millones en el primer semestre.

 

 

Estas cifras astronómicas no pasan inadvertidas para la CIG, que castiga la estrategia del banco sin que los beneficios repercutan en el personal. “No es de recibo”, critica Conde, cuando “año tras año los beneficios se incrementan exponencialmente y no se traducen en la retribución del personal ni en sus condiciones de trabajo”. “No es una cuestión salarial, es muchas veces una cuestión laboral. Nos estamos yendo a un modelo de relación laboral donde se trabaja por objetivos que no se cumplen en una jornada laboral”, interpreta Conde, ya que con las dificultades que encuentran hoy las plantillas lo llegan a cubrir toda la papeleta que les exige el Santander porque “el tiempo no llega”. 

 

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Foto: CIG

 

“¿Cómo es posible que una entidad, con estos beneficios, no se preocupe realmente por su plantilla?”, cuestiona Conde, que sin embargo lleva la pelota al tejado de todo el sector de la banca, pueste parece no ser un mal exclusivo del Santander, ya que en otras firmas tampoco está entrando nuevo personal. “No hay relevo generacional. No existe. La edad media de la plantilla es de 49 años. Solo entra personal en los servicios centrales, en temas de tecnología, analistas de datos, informáticos… y en Madrid, no están dispersos por el territorio”, sostiene.

 

“VAMOS A SEGUIR DENUNCIANDO” 

Desde el Santander no han dado muestras de tratar de revertir la situación de “precarización” que denuncia la 

CIG, que después de las movilizaciones de las últimas semanas valora los siguientes pasos a dar. 

 

“Lo que ya hemos manifestado es que vamos a seguir denunciando si siguen cerrando oficinas. Seguiremos denunciando las condiciones de trabajo que tiene que soportar el personal cada día en un modelo que denunciamos ante el Defensor del Pueblo, pues consideramos que va en contra de la legislación europea y de lo establecido en la legislación española al respecto de la atención a los colectivos vulnerables y al derecho que tenemos de ser atendidos presencialmente”, declara Conde. 

 

 

La respuesta de la entidad fue de la mantenerse “vigilantes” ante cualquier presunta irregularidad en las decisiones de negocio que se lleven a cabo. “Están desvirtuando las estadísticas. La digitalización no se está haciendo, porque es el personal del banco el que tiene que hacer las tareas online junto al cliente. Esta es la realidad diaria de las oficinas, con la carga adicional de trabajo que supone sin que exista un equilibrio con esos beneficios desorbitado que acumulan año tras año”, zanja Conde. 

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