Desenterrar la laguna de Antela, ¿un proyecto imposible?

El pasado 8 de septiembre se cumplieron 67 años de los primeros trabajos para la desecación de la laguna de Antela, la mayor zona húmeda interior que ha conocido Galicia y el resto de la Península. Situada en el corazón de la comarca de A Limia (Ourense), aquel espacio natural de 3.600 hectáreas fue el símbolo de la riqueza ecológica gallega. Esto dejó de ser así entre 1958 y 1964, con las obras de drenaje ordenadas por el régimen franquista que convirtieron un ecosistema único en una explanada agrícola.

La promesa de prosperidad que guio aquella intervención pronto se vio errada. Los terrenos, convertidos en parcelas de secano, perdieron su fertilidad natural, y con eso llegó una decadencia socioeconómica progresiva que marcó el territorio durante décadas. Con el paso del tiempo, la conciencia ambiental y el avance científico han revivido el debate sobre la recuperación de la laguna, vista hoy como una oportunidad de regeneración ecológica y económica para toda la comarca.

Del olvido al Plan de Humedais

La recuperación de Antela no es una idea nueva. Ya a finales del siglo XX, diversos grupos ecologistas y científicos empezaron a formular propuestas de restauración hidrológica parcial. La más ambiciosa de ellas fue presentada en 2020 al Ministerio para la Transición Ecológica, bajo el título “Antela, La Nava y La Janda: un trío de ases”, y firmada por más de treinta científicos y entidades ambientales. En ella se defendía la recuperación de 1.028 hectáreas de dominio público que habían sido desecadas en los años sesenta.
 

El documento recibiría en 2021 el respaldo público de la ministra Teresa Ribera, y en 2022 esa aspiración quedaría recogida —aunque de forma más reducida— en el Plan Estratégico de Humedales para 2030, aprobado por el Gobierno español. El plan fijaba como meta restaurar, por lo menos de forma parcial y antes de 2030, unas 500 hectáreas de la antigua laguna de Antela y su entorno. A pesar de todo, tres años después de aquella aprobación, no se registró ningún avance concreto ni se conoce dotación presupuestaria.

Una comarca harta de promesas

La falta de movimiento institucional provocó frustración entre las organizaciones ecologistas. Durante el mes de febrero de 2024, tres entidades —entre ellas el Grupo Naturalista Hábitat— reclamaron medidas urgentes y un compromiso real por parte de las administraciones gallega y estatal. El Tribunal Superior de Xustiza de Galicia también llamó la atención sobre el abandono de la gestión hídrica en la comarca, condenando a la Xunta y la Confederación Hidrográfica del Miño-Sil por su inactividad ante la contaminación del embalse de As Conchas.

“Antela simboliza el fracaso de un modelo de crecimiento que confundió progreso con destrucción ambiental”, aseguran desde Hábitat, que propone instituir el 8 de septiembre como “Día de Antela”, una jornada de reflexión y reivindicación para recordar la pérdida de la laguna y reclamar su renacimiento.

Diez acciones, un mismo objetivo

Las entidades firmantes de la iniciativa dejaron claras sus prioridades: restaurar la lámina de agua original de 1.028 hectáreas, renaturalizar 25 kilómetros de canales de drenaje, crear nuevas lagunas y recuperar la vegetación autóctona de los ríos de la comarca. El plan también incluye eliminar pistas sin uso agrícola, corregir infraestructuras que fragmentan el espacio natural y cumplir estrictamente la Directiva Marco de Aguas (2000/60/CE) para mejorar la calidad hídrica de A Limia.

La recuperación de Antela no se limitaría a devolver agua a sus tierras; supondría regenerar un ecosistema completo, reforzando la biodiversidad, reduciendo la contaminación por nitratos y abriendo nuevas oportunidades económicas sostenibles.

Un proyecto con futuro y nombre propio

Uno de los impulsos más recientes surge del trabajo de Diego Rodríguez Vieites, investigador del Máster en Restauración de Ecosistemas de las universidades madrileñas. Su proyecto propone recrear una masa de agua estable sobre 1.200 hectáreas, combinando criterios ecológicos y sociales. Según sus cálculos, la recuperación de la laguna podría generar unos 175 puestos de trabajo, repartidos entre ganadería ecológica, turismo de naturaleza, educación ambiental y gestión del espacio.
 

“No es solo restaurar una laguna; es recuperar para a Limia su identidad natural y un futuro sostenible”, explica Vieites, quien recuerda el ejemplo de la Laguna de la Nava, en Palencia, ya parcialmente restaurada y visitada por más de 12.000 personas al año. El investigador sostiene que Antela podría alcanzar un impacto semejante, convirtiéndose en un nuevo polo de turismo verde para el sur gallego.

A casi setenta años de su desecación, Antela sigue esperando una segunda oportunidad. Su recuperación integral precisará voluntad política, cooperación institucional e implicación social. Para A Limia, esta restauración significaría la reconquista de un símbolo natural y cultural que, décadas después, sigue latente bajo la llanura que la cubre.