Demografía, empleo y bienestar

Manoel Barbeitos
Economista

Hace unos días el INE publicó un dato que a la mayoría de los/as gallegos/as no nos cogió de sorpresa: Galicia es una de las comunidades españolas con un índice de natalidad de los más bajos, realmente en caída libre. Como consecuencia, Galicia no para de perder población porque también mueren más personas de las que nacen.

 

Una de las explicaciones más extendidas en Galicia, a causa del enorme peso ideológico de la Iglesia Católica y sus instituciones —como, por caso, el OPUS DEI—, consiste en que la baja natalidad está relacionada con la integración de las mujeres en el mundo de trabajo, ya que entonces "tienen menos tiempo para tener hijos". Unas tesis que parecen contraponer el tener hijos con tener un trabajo, por lo que no son raras las manifestaciones de destacados representantes entonces quejándose de que las nuevas generaciones abandonan la maternidad al incorporarse al mundo laboral. Unas manifestaciones que chocan con las evidencias que caminan en dirección contraria.

 

Evidencias que se arrastran desde hace décadas, diría que desde hace siglos y están relacionadas, por caso, no con la integración de la mujer en el mundo del trabajo sino con la escasez de empleos. Ya lo denunciaba en el siglo XIX la gran Rosalía de Castro —"yo voy por el mundo para ver de ganarlo"—. En Galicia hay escasez de empleos, lo que fuerza a la gente joven a emigrar. Una escasez que se acompaña de precariedad y que afecta mayormente a las mujeres, que encuentran una mayor dificultad para su acceso al mercado laboral, lo que frena su intención de tener hijos por miedo a no tener recursos suficientes.

 

Un empleo que es escaso porque no es una prioridad de las autoridades políticas gallegas. Ni el empleo es una prioridad ni tampoco los servicios de bienestar, como por caso familia y mayores algo que podemos comprobar y confirmar con el dato del gasto público en estas funciones, que está entre los más bajos de la Unión Europea. Por tales razones, la compaginación de las "labores familiares" con el trabajo les resulta, especialmente a las mujeres, muy difícil, una circunstancia que frena la natalidad. Como pone en evidencia la realidad de muchos países europeos si a las políticas públicas que permiten la conciliación (escuelas de infancia, ayudas a la vejez y la dependencia) se acompañan de políticas educativas a favor de la corresponsabilidad en las tareas familiares se está facilitando la integración de la mujer en el mercado laboral sin que afecte a la natalidad. Se estaría facilitando porque además, con esas políticas se crea empleo, un empleo que en Galicia es muy escaso.

 

Estas evidencias, muy visibles en países con demografías más dinámicas, son las que demuestran sin discusión que el problema de la baja natalidad de Galicia tiene causas políticas: la carencia de políticas públicas que faciliten la conciliación y la educación en la igualdad al tiempo que la incorporación de la mujer al mundo laboral. Unas carencias de servicios públicos y de empleo que favorecen el declive demográfico y la pérdida de población. Un problema muy preocupante.

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