Vigo y el Planeta Tierra no pueden esperar

Óscar Lomba Álvarez

Nacido en Vigo en 1966. Licenciado en Derecho por la UVigo y diplomado en Magisterio por la USC. Trabajador del SERGAS desde hace más de 30 años. Participó en diversas organizaciones de la izquierda gallega, como el PSdeG, Compromiso por Galicia, Anova o Cerna. Colaboró con muchos medios como Diario 16, Atlántico Diario, El Corrego Gallego o Tempos Novos.

La ciudad de Vigo padece problemas diversos. Uno de ellos es la congestión del tráfico rodado y la polución derivada del uso excesivo del vehículo personal. En la ciudad olívica hay una concentración de PM2,5 en Vigo es 16 (µg/m³) en diversas áreas de nuestro territorio urbano. Las partículas PM2,5 se pueden acumular en el sistema respiratorio de las personas que habitan en nuestra ciudad y dichas partículas en suspensión están asociadas, cada vez con mayor consistencia científica, con numerosos efectos negativos sobre la salud, como el aumento de las enfermedades respiratorias y la disminución del funcionamiento pulmonar. Los grupos más sensibles –niños, ancianos y personas con padecementos respiratorios y cardíacos– corren más riesgo de sofrer los efectos negativos de estos agentes contaminantes.

 

Los numerosos atascos, el elevado consumo del espacio urbano para los coches aparcados y para las calzadas, y la mala calidad del aire son señales inequívocas de que necesitamos reforzar a conectividade ambiental (redes y pasarelas ciclistas-peatonales, transporte público...) y reducir el tráfico de automóviles individuales en Vigo y alrededores.

 

Durante los confinamientos por mor de la pandemia del coronavirus, cuando el tráfico de coches se redujo enormemente, tuvimos ocasión de experimentar lo hermosas que podían ser nuestras ciudades. Diversos estudios indican que en las regiones del mudo que sufren una grave contaminación atmosférica, el número de muertes por COVID-19 fue también mayor que en otras regiones.

 

Vigo va a implantar en cuatro áreas de la ciudad la sus Zonas de Bajas Emisiones (ZBE), a las que no podrán acceder los coches más contaminantes. Esas Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) se van multiplicado en las diferentes villas y ciudades debido a la entrada en vigor de la Ley del Cambio Climático y Transición Energética, que establece que, en 2023, las ciudades de más de 50.000 habitantes van a tener que contar con Zona de Bajas Emisiones (ZBE); aunque también se incluyen aquellos municipios con más de 20.000 habitantes que superen los niveles de contaminación permitidos. En total, serán 149 localidades a las que va a afectar esta medida y una de ellas es Vigo.

 

Me parece necesario que el Ayuntamiento de Vigo reordene los espacios públicos, alejándonos de la "ciudad amiga de los coches" hacia la "ciudad amiga de la gente", con objeto de garantizar una movilidad cómoda, alcanzable, segura y fiable para todos y todas. El transporte público es de hecho un "espacio público" que pertenece a la colectividad. Sin embargo Vigo es una ciudad llena de baldosas y con escasas zonas verdes y muy pocos parques con árboles y vegetación.

 

La zona de Puerta del Sol se convirtió en peatonal, pero no en una Zona de Bajas Emisiones (ZBE). Las Zonas de Bajas Emisiones son áreas donde sólo está permitida la circulación de vehículos poco contaminantes y son un camino imprescindible para regenerar el aire de las ciudades, pero no son equiparables la una calle peatonalizada. Es necesario recordar que Vigo es la tercera ciudad gallega con peor índice de vegetación urbana. Así lo destaca la clasificación elaborada por ISGlobal, un estudio que engloba a 978 ciudades y 49 grandes ciudades (áreas metropolitanas) en 31 países europeos y que indica que en Vigo se podrían evitar 61 muertes cada año si se cumplieran de manera estricta las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (#OMS) en cuanto a la calidad del aire urbano.

 

Vigo está muy lejos de las posiciones de cabeza en la clasificación de ciudades de Galicia en cuanto a la calidad y abundancia de parques con árboles, espacios naturales y zonas verdes. Los únicos parques arborizados de grandes dimensiones que toda la ciudadanía viguesa conocen son el Castro y Castrelos. Y el peor es que recién se produjeron actuaciones urbanísticas que resultan preocupantes. Un ejemplo de esas desafortunadas actuaciones es instalación de las cuestas de Gran Vía, cuya instalación va asociada al derribo de árboles de gran ponerte que estaban situados en el lateral de la mencionada zona de la ciudad. Los numerosos tronzados de ejemplares de castaños de India fueron el objetivo de las motoserras de los empleados municipales del Ayuntamiento de Vigo.

 

Otro proyecto cuestionable es la idea de construir uno Macroparque Infantil que ocupará aproximadamente un 80% de una plaza que tiene una zona verde, y eso llevará la desaparición de los árboles existentes y de las zonas verdes, por lo que la ciudad perderá ese espacio de ocio y esparcimiento ciudadano.

 

Es necesario ampliar los espacios verdes, crear Zonas de Bajas Emisiones (ZBE) e incluso crear Zonas de Cero Emisiones (ZCE), porque nuestra ciudad y el conjunto del planeta no pueden esperar. La ciudadanía viguesa y la gente alrededor del mudo deben unir fuerzas para darle voz a la lucha global contra lo cambio climático. Esa emergencia planetaria es el reflejo del cambio climático y sus vastas y devastadoras consecuencias, que incluyen el aumento en el nivel del mar, el aumento de las temperaturas globales, el incremento acelerado de los incendios forestales y las secas, así como el desplazamiento humano forzado en masa en numerosas áreas de la Tierra.

 

Es urgente atajar la actual emergencia climática y muchas personas de Vigo y otros lugares del mudo trabajamos cada día para hacer posible un cambio que pare o minimice el cambio climático. Es el momento de defender un Vigo con un medioambiente saneado, con muchas zonas verdes, con un aire limpio, con muchos parque, con más carriles bici y con muchas Zonas de Bajas Emisiones, porque Vigo y el planeta no pueden esperar.

 

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