Galicia luego de las elecciones municipales

Manoel Barbeitos
Economista

Una pregunta que cabe hacerse luego de las elecciones municipales celebradas el pasado 28 de mayo es la de si realmente los resultados habidos en Galicia introducen cambios relevantes teniendo en cuenta, por caso, que globalmente marcaron una dinámica distinta a la del conjunto de España, donde las derechas obtuvieron un gran resultado. Cambios que en la opinión del que escribe esto, tal y como había señalado en un artículo anterior, deberían ir más allá de la titularidad en los gobiernos locales y afectar al papel de los ayuntamientos en una democracia avanzada.

 

A la espera de que se constituyan definitivamente los gobiernos locales y provinciales, la respuesta no puede ser otra que “no caben esperar cambios significativos” en relación al lugar que los ayuntamientos vinieron ocupando todos estos años en la administración pública gallega. Las razones son evidentes: ninguno de los tres partidos (PSdeG, PP, BNG) que coparán la mayoría de los ayuntamientos y las cuatro diputaciones afrontó las elecciones municipales en clave de política local, sino como unas primarias: bien para las elecciones generales (PPdeG, PSdeG); bien para las elecciones autonómicas (BNG). Las consecuencias las iremos viendo: el 70% de los ayuntamientos gallegos seguirán siendo administraciones públicas fallidas, ya que, a causa de su debilidad financiera y su minifundismo, seguirán dependiendo de las Diputaciones, algo que, como sabemos, alimenta el caciquismo, frena el bienestar social y desvanece el país.

 

En este escenario tan atrozmente partidista, y al acecho de cómo se resuelva el reparto de poder en la Diputación de Ourense (lo que podría provocar un seísmo en la política gallega, algo altamente improbable), aparecen como hechos políticos más destacados que tanto el BNG como el PPdeG ganan un poder municipal que pierde el PSdeG. A destacar también, por su importancia política, la consecución de la alcaldía de Compostela por parte del BNG y, por lo que supone de incremento de poder local, la recuperación de la alcaldía del Ferrol y la Diputación de Pontevedra por parte del PPdeG. Ganancias todas ellas a cuenta del PSdeG y estas últimas también del BNG.

 

En definitiva y luego de las últimas elecciones municipales, ¿se puede decir aquello de que en Galicia “la vida sigue igual”? No, pero tampoco se debería afirmar que hubo cambios relevantes o decisivos, porque no es cierto. ¿Entonces? ¡DEPENDE! 

 

Dado que se celebran unas elecciones generales prácticamente a continuación de las municipales, el futuro de Galicia dependerá, como señalaremos en próximos artículos, de cómo se sitúen los partidos gallegos de izquierdas en el nuevo escenario electoral español así como de los resultados que obtengan. De si los pueblos de España podemos seguir avanzando JUNTOS en progreso, libertad y democracia o entramos TODOS en una “larga noche de piedra”.



 

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