Estos días pasados tuvimos una muestra más de la falta de objetividad, rigor y honestidad tanto de muchos medios de información, como de sectores relevantes de los distintos poder del Estado que se tienen bien ganado el calificativo de caverna. Me voy a referir a un par de casos paradigmáticos que reflejan esa realidad que tienen que ver con Podemos y gentes próximas en algún momento. Casos que son también reflejo de una (no de toda afortunadamente) realidad política, judicial y mediática en España. Políticos, policias, jueces y periodistas que desde prácticamente la aparición en la escena política de aquel no pararon hasta derribarlo. Un objetivo para lo cuál no tuvieron nunca reparos en utilizar los medios mas despreciables y ruines que, al mismo tiempo, dañan gravemente a las democracias y sus instituciones pues tratan de ponerlas en cuestión.
Hace unos días el magistrado Juan Jose Escalonilla archivaba la última de las diez piezas separadas que abrió por delitos de corrupción contra Podemos y varios de sus dirigentes en el llamado Caso Neurona (abierto en el año 2020) en el que se puso, una vez mas, de manifiesto a connivencia entre sectores políticos, empresariales, mediáticos, políciais y judiciales. Podemos lleva ocho años de acusaciones judiciales sin pruebas, con todos los casos archivados, y.... ¿ahora qué?, ¿quién repara los daños causados a Podemos?, ¿cómo es posible que segan impunes los que montaron la trama?. Por las mismas fechas (¿“casualidad”?) también se archivaba el último caso judicial dirigido contra Ada Colau derivado de una querella del fondo buitre Vauras, acciones penitenciarias emprendidas según la jueza “simplemente por que no le eran favorables las políticas de vivienda propiciadas por Ada Colau y su equipo durante su mandato”. Un caso judicial por el que esta política tuvo que declarar dos meses antes de las elecciones municipales del 28M. Ada Colau y su equipo recibió durante sus dos mandatos 15 denuncias y querellas: a día de hoy 13 ya están archivadas y todo indica que las dos que faltan seguirán el mismo camino. Las mismas preguntas: ¿quién repara el daño causado?, ¿cómo es que quedan impunes los de la trama?.
Sí el 15M con sus manifiestos y reivindicaciones (que pusieron en evidencia muchos de los déficits de la democracia española) ya había despertado fuertes enemigos entre las élites, serían los espectaculares resultados obtenidos en las elecciones del 2015 (5.200.000 votos y 69 escaños) y 2016 (71 diputados y 5.100.000 votos en coalición con Izquierda Unida) los que despertarían todas las alarmas pues no resultaba descabellado, como se vería después, que habían facilitado un cambio político de calado. Alarmas que llevaron a que a partir de ese momento un ejercito de políticos, magistrados, policías y periodistas hubiesen empezado un auténtica cruzada contra Podemos como no se había visto antes. Nunca en la historia de la actual democracia española un partido político fue tan acosado y vilipendiado. Una cruzada donde todo estaba permitido, desde los ataques personales más arrabaleros y sucios hasta la apertura de numerosos expedientes judiciales sin base alguna (como se vería después), una persecución policial propia de la dictadura franquista, grandes titulares e inflamados artículos en medios de comunicación y opinión dirigidos a restar apoyo entre la ciudadanía pero siempre utilizando como argumentos la mentira y la infamación sin base. Cuando se escriba esta parte de la historia de la democracia española, que se escribirá, seremos plenamente conscientes de la turbia e indigna que fue esta persecución a un partido democrático. Una persecución que parece haber consiguió finalmente su objetivo que no era otro que destruir la Podemos.
Pero el análisis sería incompleto sino me los había hecho referencia a lo que mas nos había debido interesar: los importantes errores que cometieron los dirigentes de esta organización y que ayudaron a su destrozo. Errores que explican en parte a evolución electoral en solo 7 años: de contar con 71 diputados en el 2016, a 35 en el 2019 y so 5 en el 2023 (estos dentro de Sumar). El primero de los errores, sobre lo que poco se habla, sería la unión orgánica con Izquierda Unida (15 de marzo del 2019) formando Unidas Podemos. Una unión que provocaría que Unidas Podemos acabara pareciéndose cada vez más a la vieja Izquierda Unida y menos al Podemos original. Esta transformación supuso que se habían vuelto a repetir ahora los males de los partidos tradicionales que ellos tanto habían criticado: el cainismo, las luchas fratricidas, el caudillismo.... La unión había dado paso la una organización política que adoptó el formato de un partido clásico con sus virtudes y sus defectos pero que se alejaba del que inicialmente defendía Podemos y que supuso el abandono de no pocos dirigentes y simpatizantes “desencantados”. Un paso que favorecería claramente a los dirigentes y cuadros de Izquierda Unida más veteranos y expertos en la lucha partidaria.
Una dinámica que tuvo el correspondiente coste electoral como se pudo comprobar en las elecciones del 2019, en las primeras del 28A (42 diputados, 29 menos, y 3.720.000 votos) y en las segundas del 10N (35diputados y 3.200.000 votos), la unión de las dos fuerzas Podemos y Izquierda Unida pasaba de los 71 diputados y 5.100.000 votos a 35 diputados y 3.200.000 votos: una pérdida del 50%.
La entrada de Podemos en el gobierno español (7 de enero del 2020) sí bien sirvió para que este (PSOE/UP) había adoptado un claro perfil progresista, con medidas de calado en claro beneficio de las clases populares, también puso en evidencia que Podemos aún no estaba maduro para gobernar. El paso de la Puerta del Sol (2011) a los Ministerios (2020) fue demasiado rápido y pasó factura con comportamientos infantiles e inmaduros por parte de los dirigentes de Podemos que serían habilmente aprovechados tanto por la brigada antipodemita (que incansable al desaliento seguía con su brutal campaña de acoso y derribo) como por los otros miembros del gobierno, PSOE y antiguos dirigentes de Izquierda Unida, buscando estos ganar mayor protagonismo e imagen. Demasiados factores en contra como para no pasar factura. La verdad es que este tipo de comportamiento bastante inmaduro, también sectario, Podemos lo repitió en varias comunidades perjudicando claramente las posibilidades de las izquierdas en esos territorios (Galicia, Madrid, Valencia, Andalucia, Canarias....), a la par que erosionando su imagen.
Así se llegó a las elecciones del 23J de 2023, donde asistimos a lo que puede llegar a ser el canto del cisne de Podemos quien no presentaría candidaturas propias viéndose obligado a entrar en las de Sumar. Sería muy fácil culpar en exclusiva, forma parte del relato oficial, a los dirigentes de Podemos del destrozo sufrido por esta organización. No sería un análisis justo y correcto. El brutal acoso (político, judicial, policial, mediático) a que fue sometida esta organización, la rapidez con que se produjeron los cambios en la política española, la insolidaridad de los aliados mas allegados (Izquierda Unida) también desempeñaron su papel. En relación con esta insolidaridad se debe señalar que los damnificados por este destrozo van mas allá de Podemos empezando por los antiguos socios (Sumar sacó 31 diputados, una cifra inferior la mas baja de Podemos que había sido de 35) y finalizando por las propias izquierdas lo que afectará al nuevo gobierno de turno (PSOE/Sumar) que con toda seguridad rebajará su perfil reformista. Sí hay damnificados también hay beneficiados que no son otras que las derechas extremas quien en estas elecciones generales últimas estuvieron las puertas de formar gobierno.
A pesar de todo no se puede asegurar que Podemos esté muerto y enterrado. El tiempo confirmará, o desmentirá, este vaticinio mío pero su espacio electoral sigue vacío.
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