España celebra 47 años de la Constitución: un pacto por la libertad, la igualdad y la democracia

Este 6 de diciembre, España conmemora los 47 años de la aprobación de la Constitución de 1978, el texto que abrió las puertas de la democracia tras décadas de dictadura franquista y que, 47 años después, continúa siendo el pilar sobre el que se sostiene la convivencia, la libertad y los derechos ciudadanos. No es solo una fecha señalada, sino que es el recuerdo vivo de un país que decidió avanzar unido hacia un futuro de justicia, pluralidad y lo más importante, democracia.

Un pacto histórico que cambió el rumbo del país

La Constitución fue ratificada en referéndum el 6 de diciembre de 1978, en una jornada que simbolizó mucho más que una votación. Con una participación del 67,11 % y un apoyo del 87,78 %, los españoles apostaron por el diálogo frente a la fractura y por la democracia frente el autoritarismo. Fue un pacto colectivo, fruto de un consenso inédito entre sensibilidades muy distintas que entendieron que el acuerdo era la única vía posible para construir un país en libertad.
 

Aquel espíritu integrador convirtió la Constitución en una obra común, diseñada para unir y no para dividir a los ciudadanos de un país que, tras demasiados años de dictadura, ansiaban derechos, libertad y poder elegir su futuro. 
 

Su aprobación marcó el inicio del mayor periodo de estabilidad, progreso y ampliación de derechos de la historia reciente de España. Un proceso que, a pesar de más de un choque, se mantiene vigente, a pesar de las dudas de más de uno.

 

Los pilares de una democracia plural y abierta

El texto estableció a España como un Estado social y democrático de derecho, garantizando libertades esenciales como la igualdad, la libertad de expresión y la participación política. También reconoció la diversidad territorial y lingüística del país, incorporando las lenguas cooficiales y configurando el modelo autonómico que ha permitido desarrollar identidades y competencias propias.

Detrás de ese equilibrio se encuentra el trabajo de los siete ponentes conocidos como los ‘padres de la Constitución’, quienes, desde perspectivas diversas, lograron diseñar una norma capaz de integrar a toda la sociedad: Gabriel Cisneros, Manuel Fraga, Miguel Herrero, Gregorio Peces-Barba, José Pedro Pérez-Llorca, Miquel Roca y Jordi Solé Tura.

Una Constitución que sigue viva y en evolución

A lo largo de estas cuatro décadas, la Constitución no solo ha consolidado instituciones democráticas y ampliado derechos, sino que también ha demostrado su capacidad para adaptarse a los tiempos. Las reformas de 1992, 2011 y 2024 muestran que no es un texto rígido, sino un marco vivo que puede evolucionar para responder a nuevos desafíos.
 

Nos encontramos en un contexto de cambios en todos los aspectos de la vida, desde aspectos climáticos a temas sociales y a demandas históricos de ciertos territorios. Eso no es más que un síntoma de que la Carta Magna, la Constitución, está viva, sigue creciendo, desarrollando un estado de derecho que hace 47 años que comenzó a emerger.
 

Es evidente que tendrá sus carencias o aspectos que no dejen satisfechos a todos. Es normal, y para eso está la política, para que siga actualizada, vigente y represente a todos los españoles, que a su vez, la deben cumplir, como respeto al estado de derecho en el que todos hemos aceptado vivir. 

Una celebración que invita a renovar el compromiso democrático

Desde 1983, el 6 de diciembre es festivo en toda España, un día que no solo recuerda el valor del acuerdo alcanzado, sino que también invita a reflexionar sobre el papel que la Constitución sigue teniendo en la vida cotidiana. Hablamos de protección social, garantía de servicios públicos, defensa de la igualdad o preservación de libertades fundamentales que hoy la ciudadanía da por sentadas.

El Día de la Constitución no mira únicamente al pasado. Es, sobre todo, un recordatorio de que aquel pacto de 1978 sigue siendo un mandato vivo: el compromiso de construir un país más libre, más justo y más igual. Honrarlo no consiste solo en celebrarlo, sino en mantenerlo activo, protegerlo y hacerlo avanzar, día a día, con el mismo espíritu de consenso y esperanza que lo vio nacer.