Revenidas, más que un festival un hermanamiento de naciones, con Galicia y la música en el centro

El Revenidas enfila este domingo su quinto y último día de festival, por el que pasaron cerca de 40 artistas en la 18ª Edición de la cita musical de Vilaxoán.

 


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El Revenidas enfila este domingo su quinto y último día de festival, por el que pasaron cerca de 40 artistas en la 18ª Edición de la cita musical de Vilaxoán. 

 

En la jornada del sábado fueron Tanxugueiras y Baiuca, dos bandas de la tierra, las que protagonizaron una jornada en la que Zoo o Dubioza Kolektiv también pusieron su parte de fiesta con un singular toque gallego. 

 

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Foto: Galiciapress

 

¿Han oído alguna vez la lengua de Castelao con acento bosnio? Está complicado, aunque tal vez conozca a alguna de las 22 personas procedentes de Bosnia-Herzegovina que residen en nuestra comunidad, según el INE. Es difícil de ver, salvo si ayer estuvieron en el Revenidas, donde se vivieron muchas cosas, con Galicia como eje central e inevitable en todas y cada una de las actuaciones de un festival que ha puesto a la escena del país en el lugar que merece por su calidad y por los años y años en los que los grandes festivales han mirado más afuera que a dentro. 

 

GALICIA Y LA RISA A ESCENA

Los que ya llevaban tres días de recuerdos en la mochila encararon la cuarta etapa del Revenidas, la más exigente, desde muy temprano. Veníamos de un viernes en el que SFDK hizo tambalear el escenario y en el que Talco, casi residentes en el Revenidas, puso el listón muy alto para los del fin de semana. Sin embargo, ya desde primera hora sonaba la música en la localidad, con Os Plectro arrancando a las 12 horas. Dakidarría o Monoulious Dop fueron los encargados de la sesión vermut, un previo de lujo a los cabezas de cartel. 

 

Las primeras en salir fueron las Tanxugueiras, las más esperadas, que bajo un sol de justicia completaron su desfile por algunos de los principales festivales de Galicia. Todavía les queda por visitar Oia, Portomarín y O Porriño este mes, pero en Vilaxoán no defraudaron. Jugando en casa, el trío de pandereteras sacó a relucir su último disco, con poco más de un mes de recorrido en la calle y con ‘Seghadoras’ como el tema más aclamado, pero también sus "clásicos", si se los puede llamar así, como ‘Midas’ o ‘Terra’, cuyo eco llegó al otro lado de la ría y más allá. 

 

 

Con un pano de todas as cores se presentaron los irreverentes entre los irreverentes. Ladilla Rusa, como no podía ser de otra manera, puso patas arriba un escenario pequeño que, con ellos, se hizo más pequeño todavía. A la espera de que llegue Danielle a las costas gallegas, el que arrasó el Revenidas fue el huracán Encarni. Era un buen día para cantar a los que están criando malvas, pero también para traer a Luz Casal al parque de Dona Concha. Fueron las risas, sí, pero también una master class de cómo meterse al público en el bolsillo. 

 

DE LOS DE ABAJO, DE LOS MEJORES

Llegó el turno de Zoo, seguramente el concierto más multitudinario junto con el de Tanxugueiras. La banda valenciana echó lo restos en una tierra amiga, que recibe con los brazos abiertos a Panxo y compañía. Nunca el Mediterráneo y el Atlántico están tan cerca que cuando Zoo se sube a un escenario y tiene un puente aéreo entre la ciudad del Turia y la rúa de Arousa. Sus letras hablan de rebelión, de compromiso, sin renunciar nunca al ritmo, al baile y a armar un buen pogo.

 

Pero más allá de las canciones están los actos, como recordar a todos y cada uno de los grupos que conformaron el cartel del Revenidas, con unos 40 artistas para esta edición. “La escena gallega se está comiendo poco a poco los escenarios”, celebraba su vocalista, un sereno a la inversa que apareció cuando se ocultaba el sol, pero que iluminó el camino para los años que vienen, con una nutrida cantera: “Cada vez hay más niños en nuestros conciertos. Egoístamente, significa que nos seguirán escuchando en unos años. Seguid adoctrinándolos de esta manera”.

 

Un adoctrinamiento el de Zoo que nos hace a todos un poco mejores, o desde luego no tan ruines. “Somos la gente que señala a los de arriba y defiende a los de abajo. Seremos menos, pero somos mejores”, recordó Panxo, antes de que Vilaxoán rompiese en un tremendo aplauso. 

 

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Zoo | Foto: Galiciapress

 

Zoo acabó rayando as 22 horas, momento en el que muchos aprovecharon para aprovisionarse y recargar energías con la cena. Es aquí donde se vivieron los mayores atascos, tanto para salir del recinto como en las barras de comida y bebida. Hay variedad, es cierto, pero contar con solo dos barras para la bebida y con los mismos trabajadores exhaustos los cinco días de festival hizo que todo fuese muy poco ágil, igual que disponer de un solo canal para la salida, que además de estrecho está pegado al mar. Tal vez sean los principales aspectos a corregir de cara al futuro. 

 

UN VIAJE DE ÚLTIMA HORA

Con ‘Doen’ como “teloneros” y llegados desde Bosnia aterrizaron los componentes de Dubioza Kolektiv. Habituales del verano en Galicia, sí, pero menos habitual es ver a una banda de los Balcanes hablar con un gallego mucho más fluido y correcto que el de muchos dirigentes de la comunidad. Impecables, animando a un público rendido a su energía y entusiasmo, sorprendieron con su versión de ‘Licor do negro café’, haciendo de Bosnia-Herzegovina la inesperada quinta provincia gallega. El momento que compartieron con Tanxugueiras sobre el escenario es ya una página dorada en la historia del Revenidas, que escuchó la que será la canción ganadora de Eurovisión…en 2035. 

 

The Rapants amenizó la espera a la llegada de Biauca, mientras acondicionaban el escenario principal para adecuarlo a las necesidades del de Catoira, que propone mucho más que un concierto. Lo de Baiuca no es un espectáculo, ni un show, ni una actuación, sino un viaje a lo profundo de Galicia -que no a la Galicia profunda-, a la Galicia de tradición, raíces y ritmos tribales, con el folk y la música electrónica como herramientas.

 

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Baiuca | Foto: Galiciapress

 

Acompañado por voces femeninas de altura y una percusión sublime, los temas se suceden apoyados por un soporte visual que va desde la psicodelia a la Galicia de fábulas y mitos, de mouchos, coruxas, sapos e bruxas. Solo Baiuca es capaz que con sus canciones se improvise una sesión de baile galego en medio del festival, con chicos y chicas sacándose unos puntos al ritmo que marcaba el que sostiene las conchas, la flauta o el instrumento que le pongan en la mano en ese momento. “Un pogo galego”, como lo definía ayer una de las asistentes.

 

 

Con veleno, pero con mucho ritmo, Baiuca puso el punto final a un sábado lleno de canciones y el broche justo antes de la mascletá de este domingo, que tras una sardiñada y otra buena ración de música tempranera, echará el cierre con las actuaciones de Caamaño & Ameixeiras, Sés y Ortiga. Atrás quedan cinco días de un festival que cumple la mayoría de edad y al que no le faltó de nada. Bueno, sí, un tobogán. Falta un tobogán, como en todas partes. 

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