Incorporar psicólogos a los colegios es urgente ante el alza de problemas de salud mental, recuerda el Colexio de Psicoloxía
La incorporación estructural de profesionales de la psicología educativa en todos los centros escolares es clave para paliar la epidemia de salud mental. Así lo entiende, el Colegio Oficial de Psicología de Galicia (COPG), que ha reclamado al gobierno autonómico que reconozca y regule esta figura como parte esencial del sistema educativo, con el fin de atender el bienestar psicológico del alumnado desde una perspectiva preventiva y especializada.
Una demanda que, por cierto, va en línea con lo demandado por el Consello de Contas de Galicia en su reciente auditoría del Plan Galego de Saúde Mental.
En países vecinos como Portugal, Dinamarca, Alemania o Suecia, la figura del psicólogo educativo está plenamente integrada y valorada como un pilar fundamental para garantizar un aprendizaje integral y saludable. Sin embargo, en Galicia esta especialidad no está contemplada en la normativa educativa, y perfiles existentes como el de orientación educativa o coordinación de bienestar carecen de la formación específica y la capacidad para intervenir en problemas psicológicos con la profundidad necesaria. Además, enfrentan una carga laboral excesiva debido a las altas ratios de alumnado por profesional.
Esta carencia estructural se refleja en datos alarmantes: las prescripciones de ansiolíticos y antidepresivos en menores de 19 años han aumentado un 52% entre 2019 y 2023, con más de 11.000 niños y adolescentes de hasta 15 años consumiendo estos fármacos diariamente en Galicia. El Colexio argumenta que realidad pone en evidencia la necesidad de una intervención temprana y preventiva que solo la psicología educativa puede ofrecer, detectando y abordando alteraciones emocionales, conductuales y sociales antes de que se agraven y provoquen consecuencias más graves como el fracaso escolar o el absentismo.
Prevención y apoyo psicológico desde el aula
La psicología educativa no solo actúa en la prevención de trastornos, sino que también es clave en la promoción de la salud mental en el día a día escolar. Su labor abarca la prevención del acoso escolar, la violencia machista, los trastornos alimentarios, las autolesiones y la conducta suicida, además de mejorar la convivencia, la mediación de conflictos y la inclusión de alumnado con necesidades específicas.
Este perfil profesional asesora tanto a familias como a docentes, participa en la planificación de programas de educación emocional y adapta estrategias para estudiantes con trastornos como TDAH, TEA, dislexia o discalculia.
Actualmente, en situaciones de crisis graves dentro de la comunidad educativa, como fallecimientos o accidentes, la intervención psicológica corre a cargo del Grupo de Intervención Psicológica en Catástrofes y Emergencias (GIPCE), que actúa de forma puntual y limitada. El COPG defiende que estas intervenciones deberían ser continuadas y coordinadas por psicólogos educativos con vínculo directo con los centros, para ofrecer un apoyo más duradero y adaptado a las necesidades reales del alumnado.
A pesar de que la Xunta de Galicia ha avanzado en la creación de plazas para psicólogos clínicos en el sistema sanitario, los tiempos de espera para acceder a consultas psicológicas superan en muchos casos los seis meses o incluso un año, especialmente en la atención infanto-juvenil.
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