Mientras esto sucede, el partido que lidera la oposición, ese que dijo haber ganado las elecciones, abraza a los presuntos agresores -literalmente- y utiliza a esta misma ultraderecha como muleta y radicalizan sus posturas para tratar de atraer a sus votantes, muchos de ellos mujeres que sostienen sus mismas tesis misóginas. No sé si es una cuestión cultural, de educación o si va en nuestro ADN. Tampoco sé si existe un remedio, más allá de educar en igualdad y en respeto hacia la otra parte de la población mundial.