¿Torna Berluska?

Luis Moreno

9Silvio Berlusconi saludando


Son muchos los chistes sobre Silvio Berlusconi. Tras la victoria de la coalición de centro-derecha en las elecciones generales italianas vuelve a circular uno que refleja simpáticamente el devenir de su carrera política. A sus 81 años, se dice que il Cavaliere Berluska -otro de sus apelativos populares- está preocupado por dejar resueltos algunos asuntos mundanos. Convoca para un delicado asunto a Fedele Confalonieri, su hombre de confianza y presidente del grupo creado por él mismo, Mediaset, un conglomerado con una capitalización bursátil superior a los 4.000 millones de euros y que en España es propietario entre otros de los canales de televisión Cuatro y Telecinco. Le pide que busque una tumba acorde a su rango. Tras pesquisas y propuestas infructuosas, Confalonieri cree haber encontrado la solución. “Silvio, se ha liberado la tumba de Jesucristo”. Berlusconi reacciona: “Esa estaría muy bien, pero ¿cuánto piden por comprarla?” “Dos mil millones de euros”, responde su fiel escudero. “¡Dos mil millones..! ¡¡Tanto dinero para estar allí sólo tres días..!!”


Berlusconi no ha sido candidato en las elecciones del 4 de marzo porque fue condenado por fraude fiscal, falsedad contable y apropiación indebida en el denominado ‘proceso Mediaset’. En noviembre de 2019 expirará su condena e inhabilitación, la única en firme tras los más de 30 procesos judiciales en los que ha sido encausado, y que fue avalada por el máximo tribunal de apelación italiano (Corte di Cassazione). Para esa fecha, y si sigue en buena salud como hasta ahora, podría ser candidato a la presidencia del gobierno o, quizá más adelante, a la presidencia de la República, la cual es para no pocos observadores su gran ambición personal. Ello pondría broche de oro a su trayectoria política. Las demás ambiciones de este ‘hombre hecho a sí mismo’ se han cumplido sobradamente: multimillonario empresario de éxito, rutilante personaje público y, en un tono más lúdico pero no menos relevante en el país transalpino, forjador de uno de los equipos míticos del fútbol internacional de todos los tiempos (AC Milan de Sacchi y Capello).


RESULTADOS ELECTORALES


Como se esperaba, los resultados electorales no han posibilitado un respaldo suficiente a ninguna de las tres grandes fuerzas concurrentes con mayores posibilidades de formar gobierno: (a) coalición de centro derecha (Berlusconi-Forza Italia, Salvini-Lega, Meloni-Fratelli d’Italia y Fitto-Noi con l'Italia-Unione di Centro), con alrededor de un 37% de los votos; (b) los denominados ‘antipolíticos’ de Di Maio-Movimento Cinco Stelle, con más del 32%; y (c) centro izquierda de Matteo Renzi-Partito Democratico y otros partidos menores, en torno al 23%. De acuerdo al alambicado sistema electoral vigente, sólo aquellas fuerzas políticas que, por sí solas o en coalición electoral hubieran superado el 40% de los votos emitidos, recibirían un premio extra de escaños que les permitiría gobernar en mayoría. Eso ahora no es posible.


Se deberá, por tanto, volver a las transacciones características de los tiempos de la llamada I República, y a los pactos entre partidos de la posibilista clase política italiana. 


Casi todas las fuerzas políticas antes de las elecciones juraban y perjuraban que no realizarían los conocidos como inciuci, o componendas entre partidos que se odian antes de la consultas electorales, pero que están dispuestos a echar ‘pelillos a la mar’ si la recompensa son cargos y poltronas institucionales (por cierto, las mejor remuneradas comparativamente en toda la Unión Europea).


MOVIMIENTO CINCO ESTRELLAS


El respaldo al Movimiento Cinco Estrellas ha sido debido, precisamente, a su frontal rechazo a los inciuci y embrollos entre políticos y partidos. Para los triunfantes ‘estelares’, con estas elecciones debería inaugurarse la III República, y les correspondería a ellos recibir el encargo del presidente Sergio Mattarella para formar gobierno. Como primer partido, hegemónico además en el Sur de Italia, el M5S está más que legitimado para reclamar su protagonismo gubernamental. Pero para alcanzar la mayoría de 316 diputados en la cámara baja y de 158 senadores en la cámara alta, el joven líder Luigi Di Maio tendría que recibir el apoyo bien del Partido Democrático de Matteo Renzi o de la Liga de Matteo Salvini (en el caso de que estos últimos se desgajasen de la coalición de centro-derecha). Esas son las dos opciones aritméticas que permitiría al Presidente de la República un encargo fácil y directo para la formación de nuevo ejecutivo. Como bien entenderán nuestros lectores, ello será una misión harto difícil por las contradicciones implícitas en tales eventuales acuerdos.


Otras son las dicotomías que se han conformado con los resultados electorales. Por ejemplo, Antonio Tajani, candidato de Forza Italia, es el actual Presidente del Parlamento Europeo, y quizá aceptó la invitación a liderar el centro-derecha italiano a regañadientes, conociendo quiénes son sus socios. Matteo Salvini (Liga) ha ensalzado a Marine Le Pen y es reacio a la Unión Europea, como también lo son los post-fascistas de Fratelli d’Italia (su líder Giorgia Melloni se entrevistó simbólicamente con el díscolo presidente húngaro Viktor Orbán, pocos días antes de la consulta electoral).


Ante tal estado de cosas, Silvio Berlusconi ve altamente condicionado su protagonismo político, sobre todo considerando que la Lega (18%) ha adelantado a Forza Italia (14%) en las preferencias de los electores. 


Pero il Cavaliere no tira la toalla. Pese a todos los imponderables, sus palabras tras la larga noche electoral pueden ser premonitorias: “Permanecemos como fuerza central y esencial en cualquier proyecto posible de futuro”. Son declaraciones a tener muy en cuenta ante la posible deriva populista y antieuropea de los vencedores individuales de las elecciones, Movimento Cinque Stelle y Liga, o ante la eventual celebración de nuevas elecciones en un futuro no muy lejano. Puede que sea aún pronto para que Berluska encargue a su fiel Confalonieri que reanude la tarea de buscarle una tumba acorde a sus expectativas.



Artículo original publicado en catalunyapress.es 

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