Waterloo es de Puigdemont y no de Abba

Carmen P. Flores

Tarradellas y suarez

Los presidentes Josep Tarradellas y Adolfo Suárez


Los aires de grandeza de Carles Puigdemont andan ahora más subidos que nunca en lugar de estabilizarse. El ex presidente aspira a alcanzar el éxito que en su día consiguiera el grupo sueco Abba, con su canción de Waterloo.


Puigdemont ha elegido esta ciudad belga como sede de la Casa de su República. Ha sido ahí, donde le esperaban sus fieles seguidores: cargos electos, consellers, cargos de confianza, escoltas, protocolo, prensa etc. Dicen que rondaban las doscientas personas incluido, el presidente Torra que ha actuado como maestro de ceremonias. ¿Presidente? No, súbdito de Puigdemont. Por supuesto, TV3 ha hecho, como siempre, un alarde de medios para “informar” a todos los catalanes, y al mundo mundial de su llegada a Bruselas ¿Quién paga los viajes de miembros del gobierno, diputados, etc…? Alguien debería explicarlo. Quizás, como siempre, sale de los bolsillos de todos…


Las imágenes que se han visto por televisión son realmente esperpénticas. Y lo grande del asunto es que el mismísimo Torra le siga el juego como agradecimiento a quien le debe su cargo. El huido quiere ser el presidente en el exilio, como Josep Tarradellas. Eso sí, en mejores condiciones: sin pasar necesidades, viajando por el mundo a gastos pagados y con una economía familiar saneada. Es obvio que su parecido con Tarradellas reside en el blanco de sus ojos. Debe pensar que también él está en el exilio, pero por causas bien distintas: Tarradellas se exilió por la guerra, Puigdemont se escapó para no ir a la cárcel por lo que había hecho Dejó colgados a sus compañeros de aventuras y se fue a Bruselas para “pasar” desapercibido.


Puigdemont, como él mismo ha anunciado, se va a recorrer Europa. ¿Quién correrá con los gastos de su tournée circense? Tal vez su deseo sea convertirse en Catafilo, el judío errante

Ante la imposibilidad de volver a Catalunya, donde sería arrestado y conducido a prisión, Puigdemont quiere montar “su particular” gobierno en el exilio. Todo lo contrario de lo que el viejo presidente manifestó en su día: “Yo nunca quise constituir un Gobierno en el exilio durante los años que residí en Francia, el poder es para ejercerlo, Todo menos hacer el rídiculo”.


Tarradellas afirmaba en más de una ocasión que “el arte de gobernar consiste en gobernar, no en gritar cosas que después no podrán cumplirse. Los catalanes perdemos siempre porque no tenemos rigor y creemos que nuestras ilusiones son realidades”.


A su llegada a Waterloo, le ha espetado a Pedro Sánchez, presidente del gobierno de España, que su periodo de gracia ha terminado y que debe hacer los deberes que tiene pendientes. El huido amenaza como el cobrador del frac. Y es que los votos, como los favores, nunca suelen salir gratis.


Mientras Torra y compañía se hallaban de viaje, haciendo de comité de bienvenida a Puigdemont, las urgencias de los principales hospitales de Catalunya sufren  colapsos por falta de medios humanos y materiales debido a los recortes. ¿Por qué no se pasa el presidente por estos centros sanitarios y ve lo que realmente necesita Catalunya? El turismo no se hace en los hospitales, debe pensar, el turismo se hace en Bruselas, Alemania y los países donde están los huidos.


Waterloo, ya no será de Abba, sino de Puigdemont, con su Casa de su República.

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