Rodrigo Brión Insua (A Pobra do Caramiñal, 1995). Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid (2013-17). Redactor en Galiciapress desde 2018. Autor de 'Nada Ocurrió Salvo Algunas Cosas' (Bohodón Ediciones, 2020).
En Twitter: @Roisinho21
"Ha muerto Robe Iniesta". La noticia me la hace saber mi doña nada más despertarme, como quien comunica la muerte de un familiar o un ser querido. Me he pasado la noche roncando y negándole el sueño a la contraria, de forma que ella ha tenido más tiempo para aterrizar una pérdida que a mí me cae a plomo antes del primer café del día.
El que escribe estas líneas es un privilegiado, porque puede presumir de haberlo disfrutado en directo. Tenía 17 años, acababa de empezar 2º de Bachillerato y me "escapé" con mis amigos Lois y Álvaro a ver el concierto de Extremoduro en el Coliseum de A Coruña. Era otoño, nos quedamos en el piso de la hermana mayor de Álvaro y apenas recuerdo mucho del concierto que vivimos a pie de pista con motivo de la gira 'Robando perchas del hotel'. Recuerdo más y mejor los momentos previos, cantando himnos de Robe a todo pulmón con otros fans mientras hacíamos botellón y cola a la entrada del recinto para pillar sitio delante, y los momentos posteriores, cuando nos despedimos de las amistades hechas ese día e intentamos seguir la fiesta por la ciudad herculina, sin mucho éxito al negarnos los puertas la entrada a los garitos, porque el rosto barbilampiño de Lois delataba nuestra minoría de edad.
Soy honesto, y pese a que su muerte me entristece, admito que Robe nunca ha sido mi artista favorito ni ocupa un puesto privilegiado en mi Spotify Wrapped, pero hoy pienso en la suerte de haber podido vivir ese y otros momentos aunque con los años me haya despegado más de su figura y trayectoria. Repaso mentalmente ese y otros conciertos. El primero de todos, junto a mi hermano Roberto, en la Capitol de Santiago para ver a SFDK sin saber si nos permitirían entrar, porque en 3º de la ESO tal vez no teníamos edad para una experiencia que guardaré en mi corazón hasta que me muera, como guardo la letra de 'Dónde Está Wifly', que entoné cuando el Zatu me puso el micro en la cara.
Recuerdo un diluvio en Valladolid junto a mi novia de pocas horas -hoy es mi prometida- para ver a Marea y cómo el aguacero nos permitió a unos cuantos llegar hasta la primera línea del escenario. Recuerdo también lluvia para ver a La Gran Pegatina en Albacete, perder a mi amigo Ramón dando botes en Canteca de Macao y un frío de cojones para ver a Berri Txarrak. Recuerdo el olor a porro antes del concierto de Doble V, el sabor a tequila antes de que Kase-O saliese a escena con Jazz Magnetism y no recuerdo nada de la primera vez que escuché en directo a Viva Suecia. Lluvia y más lluvia con Arde Bogotá en A Coruña, con La Oreja de van Gogh en Pucela, con Veintiuno en Vilalba, con Sebastián Yatra en Portas... ¿Seré yo que convoco a la tormenta?
He visto a Camellos en un sótano, a Juan Magán en la Plaza Mayor de Salamanca y a Mikel Izal en un teatro. He llorado con Siloé y me he reído con BB Trickz. He visto a Ska-P y a Luz Casal el mismo verano. He bailado con Rosalía, con C.Tangana, con Amaral, con Aitana, con Bad Gyal, con Estopa, con The Rapants, con Amaia o con Iván Ferreiro. He encontrado gafas de sol con DJ Tiësto, con Alesso, con Green Day, con Talco, con The Black Eyed Peas, con Die Antwoord, con Foals, con Duki, con Maluma o con Bastille. He vivido decenas de conciertos y guardo miles de instantáneas en mi cabeza que solo se me irán a golpe de pogo. He sido muy afortunado y feliz disfrutando de conciertos desde Vilaxoán hasta Villarrobledo.
Supongo que digo todo esto para presumir, sí, pero también para reivindicar la música en directo y las experiencias que trae consigo. Para lamentar que una entrada valga lo que un sueldo y, sobre todo, que gente como Robe Iniesta o Jorge Ilegal, también desaparecido esta semana, no sean eternos. Por suerte, sus letras y lecciones sí son inmortales. Que los recuerdos, aunque fugaces, resulten felices. Y si no nos acordamos de na', tener por seguro que todo era de colores.
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