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Un estudio prueba que las camariñas, más típicas del Atlántico, se consumían en Valencia en el Paleolítico Superior

Un estudio llevado a cabo por la investigadora de la Universitat de València Carmen María Martínez ha revelado que en la actual Comunitat Valenciana durante el Paleolítico Superior se consumían los frutos de las camariñas, una planta en peligro de extinción más habitual de la zona de Galicia y Portugal. Actualmente, en el territorio valenciano, apenas quedan 11 ejemplares en la Serra Gelada de Benidorm.

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Un estudio llevado a cabo por la investigadora de la Universitat de València Carmen María Martínez ha revelado que en la actual Comunitat Valenciana durante el Paleolítico Superior se consumían los frutos de las camariñas, una planta en peligro de extinción más habitual de la zona de Galicia y Portugal. Actualmente, en el territorio valenciano, apenas quedan 11 ejemplares en la Serra Gelada de Benidorm.

Este estudio, publicado en la revista Quaternary Science Reviews, recoge un trabajo sobre muestras encontradas en la Cova de les Cendres (Teulada-Moraira, Alicante), que además confirman el incremento de la aridez y las fluctuaciones del nivel del mar en la época.

"Éste es uno de los yacimientos paleolíticos más importantes de la fachada mediterránea peninsular. Las excelentes condiciones de conservación han permitido la recuperación de un abundante registro arqueobotánico a partir del cual se arroja luz sobre la recolección de vegetales por los grupos humanos que frecuentaron la cavidad y sobre el paisaje que habitaron", según Martínez.

El equipo de la investigadora está formado por Ernestina Badal, Cristina Real, Valentín Villaverde, Dídac Roman, del grupo de investigación Premedoc-GIUV2015-213 del Departamento de Prehistoria, Arqueología e Historia Antigua. En el trabajo también han participado el Centro para la Investigación y Experimentación Forestal (CIEF) y la Universitat Politècnica de València (UPV).

Los cazadores-recolectores que frecuentaron la Cova de les Cendres no sólo recolectaron estos frutos, sino que hicieron una gestión de la vegetación y evitaron usar como combustible las plantas de las cuales obtenían alimento.

Así, no se ha documentado ningún resto de carbón de camariña entre los más de 8.500 fragmentos analizados en el estudio. El Paleolítico Superior empezó hace unos 35.000 años y es el período en el que el Homo sapiens sapiens llegó a Europa. Se caracteriza por la especialización en la caza, el incremento del procesado de los alimentos vegetales y la diversificación de los útiles.

PROPIEDADES DE LOS FRUTOS DE CAMARIÑA
Los frutos de camariña tuvieron un papel clave en la alimentación humana debido a su elevado contenido en vitamina C, potasio, calcio y magnesio, según revelan los análisis llevados a cabo por la investigadora en agrobiodiversidad de la UPV Mª Dolores Raigón, puesto que una dieta basada sólo en la proteína animal causa problemas de salud. Su alto valor nutricional y la abundante presencia de semillas hacen pensar que se dio una recolección sistemática de estos frutos.

"La distribución actual de esta planta se limita a las dunas litorales de la costa atlántica peninsular, pero cuenta con una única población mediterránea de 11 individuos en la Serra Gelada (Benidorm), que está considerada en peligro de extinción por el Catálogo Valenciano de Especies de Flora Amenazada y se cree que es un relicto de la población existente en la Cova de les Cendres", destacan P. Pablo Ferrer, Inma Ferrando y Emilio Laguna desde el CIEF.

Las causas de su desaparición apuntan a un fuerte impacto por el incremento de la aridez durante el máximo período glacial que tuvo lugar hace unos 20.000 años y a la destrucción de su hábitat debido a las posteriores fluctuaciones del nivel del mar.

La información sobre la recolección de plantas en Europa es escasa debido a los problemas de conservación de restos vegetales en sitios arqueológicos. Éstos (carbón, semillas, frutas y hojas) proporcionan información sobre cómo vivían los humanos de la época, el clima que se daba, cómo estaba modelado el paisaje y la presencia de diferentes tipos de vegetación.

Los datos recogidos gracias al análisis arqueobotánico muestran cambios en la biodiversidad regional y podrían ser útiles para el diseño de políticas de gestión ambiental y estrategias de conservación de la biodiversidad actual y futura.

Según el equipo, es necesaria una investigación interdisciplinar donde desde la Botánica, la Arqueología y otras áreas, se trabaje conjuntamente para entender cómo han ido cambiado los ecosistemas a través del tiempo, cómo los humanos han tenido que adaptarse a estos cambios y cómo sus actividades han alterado el territorio.

En este estudio han participado el Centro para la Investigación y Experimentación Forestal (CIEF) y el Instituto de Conservación y Mejora de la Agrobiodiversidad Valenciana de la Universitat Politècnica de Valencia. Ha sido financiado por la Universitat de València mediante la beca predoctoral Atracció del Talent, la Generalitat Valenciana con el programa Prometeu y el Ministerio de Ciencia e Innovación.

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