​Es 14 de septiembre, ¡Feliz Navidad!

Rodrigo Brión Insua

Rodrigo Brión Insua (A Pobra do Caramiñal, 1995). Grado de Periodismo en la Universidad de Valladolid (2013-17). Redactor en Galiciapress desde 2018. Autor de 'Nada Ocurrió Salvo Algunas Cosas' (Bohodón Ediciones, 2020). 

En Twitter: @Roisinho21

Haciendo la compra en bañador y chancletas, en uno de los últimos días de playa del presente verano, me topé en la sección de chocolates con una tableta de turrón. Resulta que en algunos establecimientos lo venden todo el año, aunque yo no lo sabía. Mi primer pensamiento fue para el cambio climático, ya que por un momento me creí en diciembre pero a 30ºC. Una vez me cercioré de que seguía a mediados de septiembre, mi segundo pensamiento fue para la Navidad, esa época del año que, aunque en mi casa sigue teniendo como fecha de partida el día 8 de diciembre –día por antonomasia en el que mi madre baja del trastero todos los adornos que anuncian el comienzo de las hostilidades– cada año adelanta su llegada un poquito más a los locales y calles de España. Y hablar de Navidad es, a día de hoy, hablar inevitablemente de su paladín: Abel ‘Merry Christmas’ Caballero.


Abel Caballero, también conocido como ‘El antiGrinch’ o ‘El inventor de la Navidad’, fue el año pasado objeto de burlas y proclamado hombre meme por las redes sociales. Su intervención ante los medios, tirando por los suelos los alumbrados de todas las metrópolis mundiales en un speech en el que ni siquiera se salvaron Nueva York o Tokio, se hizo viral al momento, y medio planeta se regocijó, móvil en mano, de las peregrinas ocurrencias del alcalde de Vigo. Eso fue en septiembre, porque para Año Nuevo Abel Caballero había aliñado las palabras de todos aquellos que en su momento osaron dudar de él y se las dio a comer con cuchara sopera y en cunca de caldo.  


El balance de convertir Vigo en una bola de Navidad: record de asistencia en la ciudad, comercios y locales de ocio repletos en pleno invierno y buses fletados desde varios puntos de esta piel de toro que llamamos Españita e incluso desde el extranjero para poder ver esa faraónica obra de la ingeniería viguesa. A pocos pareció importarles que el gasto por la iluminación rondase el millón de euros como tampoco importa que el gasto programado para estas fiestas sea mayor. Pero 2019 no fue un año productivo únicamente para los negocios de Vigo. En mayo Abel Caballero recogió los frutos de las tierras que había sembrado en septiembre: 20 concejales, tres más de los que tenía en 2015, y casi 30 mil votos más que lo erigieron, una legislatura más, como el regidor más sólido de Galicia y uno de los más fuertes de España.


Pero… ¿cuáles son sus verdaderas intenciones? Intuyo que el plan que han urdido Abel Caballero y sus duendes –esas personas mal llamadas concejales– desde su taller de Vigo es el de instaurar una Navidad perpetúa en la ciudad olívica. Primero adelantando el alumbrado a noviembre; luego a septiembre; antes que nos demos cuenta se encenderán a mediados de julio y al final no valdrá la pena retirarlas en todo el año. En ese momento, cuando todos estén acostumbrados a las luces de colores y Vigo haya sido renombrada como ‘Nueva Laponia’, Caballero tendrá la no menos brillante idea de retirar las luces, durante al menos dos meses, y el mundo entero acudirá a Vigo para no ver su espectacular alumbrado. Brillante, como sus luces. 


Este año, ni corto ni perezoso, el alcalde ha dado orden de empezar a colocar las luces en verano, a pesar de que el alumbrado tendrá lugar el próximo 23 de noviembre. Es decir: quedan todavía dos meses por delante y los últimos rayos de sol del verano antes de darle al interruptor y obligar a la gente de Paris, Roma y Londres a vivir con las gafas de sol puestas 24 horas al día, deslumbrados por el fulgor perpetuo con el que Vigo alumbrará el mundo con sus 10 millones de luces led, 2.700 arcos, más de 334 calles iluminadas, 465 árboles iluminados y una gran noria de más de 60 metros que convertirán la ciudad olívica en un adorno navideño gigante hasta, al menos, finales de enero, con la posibilidad de prolongarlo hasta febrero.


Pero no puedo culpar a Caballero por querer que la Navidad empiece hoy mismo en un país en el que la vuelta al cole comienza en julio nada más acabar el último examen o donde llenamos la mochila con la toalla y la crema solar el primer día sin lluvia de marzo. Nuestras prisas por querer vivirlo todo y cuanto antes, por tener definida y cuadriculada la estación en la que vivimos (si hace frío es invierno; si hace calor es verano) nos impiden disfrutar de esos pequeños detalles de entretiempo, como comprarte un helado en octubre o llevar pantalón corto porque hace bueno pero abrigo polar por si refresca. De modo que yo, con su permiso, me voy a la playa a comer el turrón que me compré en el super. A fin de cuentas, ya es 14 de septiembre. ¡Feliz Navidad! 

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