​Hasta aquí hemos llegado

Manuel Fernando González Iglesias

La frase que antecede a esta modesta reflexión vino a ser pronunciada por el líder de la oposición en el Congreso de los Diputados, el popular Pablo Casado. Por ser de uso ordinario en este país y casi tan celebrada como aquella de “Vd. no sabe con quién está hablando”, no deja a veces de sorprendernos, sobre todo, cuando se dice en el momento oportuno y con la intencionalidad que más la realza. Hoy podemos decir que ha sorprendido a todos, propios y adversarios, porque su intérprete ha elegido bien el tiempo y el lugar en el que la ha pronunciado. 


El presidente del PP, Pablo Casado, tras su intervención durante la segunda sesión del pleno en el que se debate la moción de censura planteada por Vox.




Le tocaba ya al PP marcar distancia de la otra derecha, la más dura e irredenta que le ha mantenido en el vergonzante papel de la “derechita cobarde” ante una mayoría del país que se ha mostrado atónita e indignada por el papel que vienen representando sus políticos profesionales en medio de una angustiosa pandemia y una crisis asfixiante que nadie sabe cómo va a acabar.


Estos días los comentaristas políticos afines y hasta enemigos irreconciliables, saben reconocer que Casado ha estado, como mínimo, brillante, y que con su oratoria nada usual se ha abierto de par en par el océano de votos en el que ganar unas elecciones generales ya que ha centrado su partido y puede pescar en los caladeros de Ciudadanos y de la izquierda liberal, mientras que estanca a Vox en una especie de pantano de la tranquilidad en el que solo le espera una vaciado lento pero continuo de su caudal para desesperanza de sus airados mentores. Si Vds. se van a ver el pantano de Cuevas del Almanzora, en otro tiempo construido para evitar las terribles inundaciones que se producían, comprenderán inmediatamente de lo que les estoy hablando.


Me cuesta, no obstante, creer todavía que Casado y Abascal no tengan algún tipo de acuerdo secreto o pacto discreto, que les permita, salvado el momento político que padecemos volver a entenderse


Me cuesta, no obstante, creer todavía que Casado y Abascal no tengan algún tipo de acuerdo secreto o pacto discreto, que les permita, salvado el momento político que padecemos, en el que no está bien visto lo que viene haciendo la derecha en esta legislatura, volver a entenderse, en lo que más convenga, o sea volver a las andadas. Dejemos esta reflexión en este punto.


Como ya les informamos extensamente en los diarios digitales de otro Congreso, el de directivos que se celebró en Valencia organizado por la Fundación CEDE que preside Isidre Fainé, cuatrocientos directivos y empresarios, la materia gris de la Industria de nuestro país, presididos por el Rey, y traídos hasta el Turia por Isidre Fainé, reflexionaron en voz alta sobre la manera de salir del pozo en el que estamos metidos. Los políticos naturalmente, salieron mal parados, pero el optimismo y la esperanza fue el argumento dominante en todas sus intervenciones. Valencia, una vez más se convirtió en la capital del Estado, y nuestros empresarios en su verdadero gobierno, aunque allí en la sala estuviera la mejor de los Ministros/as del Gobierno Sánchez, la Vicepresidenta Nadia Calviño, la única que realmente sabe lo que nos exige Europa y que además está sobradamente preparada.


Dos reflexiones al respecto: Una, que Casado debió escuchar lo que allí se dijo, se lo calló y hoy ante un Sánchez desconcertado, le birló la iniciativa de acabar con la extrema derecha y de paso presentarse, esta vez sí, como el verdadero líder de la oposición, con posibilidades de ganar unas elecciones generales, algo que debe llenar de esperanzas a los ciudadanos mientras, por ejemplo, al Alfa Iglesias la jugada maestra le pilló en fuera de juego. Si Casado sabe medir bien sus pasos a partir de ahora, no renunciando a los acuerdos que necesita el país, aunque le cuesten morderse los puños, estoy seguro que entraremos en una nueva era, donde la alternancia y los pactos, acabaran con los caudillismos y las mayorías absolutas que tanto daño nos han hecho .Si desaprovecha la ocasión, España estará perdida. 


Y reflexión final dos: Con gran dolor de mi corazón: veo ya claro como la gran Barcelona, mi amada Barcelona, capital de Catalunya, bicapital del Estado camina, por sus propios errores, y sobre todo, por los de sus políticos supremacistas y comunes hacia el muy degradante tercer lugar del poder municipal, condenada a dejar ese sitio de privilegio a una Valencia, pujante y bella urbanísticamente y ya lugar de negocios y sede de grandes bancos, sin que nadie pueda decir que no lo va a conseguir por sus propios méritos que son todos los de la sociedad valenciana. Al tiempo.

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