Europa, la industria farmacéutica y la pandemia

Manoel Barbeitos
Economista

Hay algo que todos los responsables políticos deberían tener muy claro en esta pandemia: garantizar la salud y la vida de las personas tiene que ser el prioritario. Más aún, que tampoco será posible una auténtica recuperación económica sin superarla pandemia. Una superación que exige, por caso, acelerar el ritmo actual de las vacunaciones para que lo más temprano posible toda la ciudadanía esté vacunada. Un objetivo totalmente posible y viable pero que se está retrasando porque lo señalado al principio no se cumple. No se cumple porque, hoy por hoy, los intereses de la industria farmacéutica priman por encima del interés general dejando así en evidencia una vez más a la Unión Europea, tal y como apuntaba en el artículo anterior.


Que queda en evidencia la Unión Europea resulta indiscutible cuando, en la línea de su pensamiento dogmático de los mercados perfectos, deja en manos de determinadas industrias farmacéuticas la producción y la distribución de las vacunas, lo que viene siendo lo mismo que dejar la salud y la vida de los europeos en manos de unos comprados oligopolistas cuyo objetivo prioritario es la máxima ganancia. Una estrategia empresarial que provoca, por caso, problemas en la oferta: en el momento de escribir estas líneas (6 de febrero) el número de europeos vacunados no llega al 3% de la población.


Unos problemas en la oferta que no se justifican por la situación del mercado cuando a día de hoy la Unión Europea tiene firmados contratos con las siguientes industrias farmacéuticas: Tech- Pfizer, Moderna, Astra-Zeneca, Sanofi-GSK, Johnson&Johnson y Curevac, que aseguran contar con una vacuna de muy alta eficacia y con las dosis suficientes para vacunar a todos los ciudadanos europeos. La propia Lancet viene de asegurar que a mayores de las citadas la vacuna rusa Sputnik 5 alcanza una eficacia del 91%, dato que confirma cómo en la actualidad la pandemia de la COVID-19 está perfectamente identificada y controlada.


Volviendo al comportamiento de las industrias farmacéuticas en el suministro de las vacunas, hay que subrayar que este no es muy diferente del que tuvieron en anteriores y parecidas circunstancias. Un comportamiento chantajista y oportunista pero que se ve favorecido por su condición de empresas oligopolistas que posibilita, por caso, que mientras Israel, Arabia Saudí e incluso Gran Bretaña no tienen problemas de suministro y pueden así avanzar con mayor rapidez en la vacunación, sí los tenga la Unión Europea a pesar de tratarse de las mismas empresas suministradoras. El resultado es que, por caso, en el interior de la Unión Europea la distribución está siendo muy desigual tanto en el número de dosis disponibles como en el precio de las mismas. Una discriminación que justifica la indignación de los ciudadanos europeos cuando nos informamos de que estas empresas farmacéuticas consiguieron las vacunas gracias al dinero público que se empleó en la investigación y desenrollo de las mismas. Más aún, gracias a su enorme poder estas empresas consiguieron las patentes que le dan el control absoluto y exclusivo sobre la producción y la comercialización de estas vacunas.


He ahí la raíz del problema, que una Unión Europea, presa de sus dogmas neoliberales, le vuelve a tomar el pelo a los ciudadanos porque mientras las industrias farmacéuticas van a obtener con seguridad las mayores ganancias de su historia, gracias a unos márgenes de beneficios que se moverán entre el 60 y el 80%, la salud y la vida de millones de ciudadanos europeos no está debidamente asegurada por estar en las manos de los mercados.

1 Comentarios

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Pues a ver dónde están las vacunas desarrolladas por la administración. Respecto a los precios, una vacuna de Pfizer en Europa cuesta menos que una cerveza, y para desarrollarla hubo que pagar muchos sueldos a gente muy altamente cualificada. En fin, no comparemos la dificultad técnica de fabricar una cerveza con el desarrollo de una vacuna.

escrito por Manuel 10/feb/21    12:12

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