Cultura democrática y altura de miras

Manoel Barbeitos
Economista

Días atrás tuvo lugar un encuentro entre el Presidente de la Xunta (señor Feijóo) y los lideres de la oposición (señora Pontón y señor Caballero) del que cabría esperar algunos acuerdos positivos para el país dada la gravedad de la situación que atravesamos. No parece ser el caso.


La respuesta del señor Feijóo a tal encuentro (además de rechazar "un acuerdo de país" dijo encontrar "síntomas desesperanzadores" en la reunión) fue la propia de un dirigente político que, a pesar de contar con una mayoría absoluta parlamentaria, un control cesarista de su partido y la cobertura de medios de comunicación y opinión afines -que son mayoría en Galicia-, no es quien de entender que en la democracia no se debería ir a piñón fijo ni intentando atropellar a los contrarios, sino ofertando diálogo y concertación. Que la democracia también sirve para medir, especialmente en momentos de dificultad como el presente, la talla de los líderes políticos, su cultura democrática y su altura de miras.


El impacto de la COVID-19 sobre la salud, la actividad, el empleo y la producción está provocando en Galicia, como en España y en Europa, la mayor crisis sanitaria, económica y social desde la Segunda Guerra Mundial. Una crisis que, de no mediar políticas públicas contundentes y aglutinadoras de amplías mayorías sociales, dejará muchos damnificados y damnificadas (familias, empresas) y provocará un deterioro tal que tardaremos décadas en superarlo.


En este marco tan crítico no basta con tener mayorías absolutas parlamentarias, sino que resulta imprescindible ganarse la confianza del país. Algo que esta Xunta de Galicia (PP) no ha conseguido como así muestra, por caso, la evolución de magnitudes macroeconómicas tan relevantes e indicativas como el ahorro y la inversión privados que caminan en direcciones contrarias a las que sería deseable y se precisaría. Lo mismo sucede con la juventud gallega cuya diáspora no se detiene poniendo de manifiesto como una juventud que pasa por ser la mas preparada de la historia se ve precisada a ir por el mundo en la búsqueda de oportunidades que no encuentra en su país.


Claro que malamente se puede pedir a un gobierno y a un partido político que se gane la confianza de los agentes sociales y de la ciudadanía en el presente y en el futuro del país cuando ellos mismos no parece tenerla. He ahí, por caso, tanto la la pobreza de los Presupuestos Públicos que aprobó el gobierno gallego para el año 2021 como el pobre peso en el mismo de las inversiones públicas en una coyuntura en la que se precisaría de un muy fuerte estimulo: cuando las fuentes más fiables hablan de una caída del PIB del 10% (6.500 millones de euros) el incremento en el gasto público no llega al 25% de esa cantidad (1.400 millones de euros).


Tampoco se consigue esa confianza despreciando las ofertas de colaboración tanto de la oposición como de otras instituciones (diputaciones, ayuntamientos, agentes sociales...). Un desprecio que pone en evidencia, como señalaba al principio, que este país está precisado de contar en el gobierno gallego con auténticos estadistas que se pongan al frente y sean quienes de movilizar la mayoría de la ciudadanía a favor del objetivo común de superar esta gran recesión sin que ningún gallego se quede atrás.

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