Riesgos de la Atención Primaria en Galicia

Xosé María Dios Diz
Médico especialista de Atención Primaria de Outes.

Médico especialista de Atención Primaria de Outes. Plataforma SOS Sanidade Pública.


Si jo l'estiro fort per aquí i tu l'estires fort per allà, segur que tomba, tomba, tomba, i ens podrem alliberar. (Si ti la estiras fuerte por aquí y yo la estiro fuerte por allá, seguro que cae, cae, cae, y podremos liberarnos). Lluís Llach i Grande, Girona 1948, músico y cantautor catalán. 


La Atención Primaria (AP) tiene que tener recursos. En la Galicia, éstos son escasos y mal dimensionados. El presupuesto, es muy bajo, 14%, para atender el 80% de la población. Es una evidencia a falta de Médicxs, Pediatras y Enfermeirxs (entre outrxs) tras los recortes efectuados por Feijoo en los 11 años que lleva gobernando el País. En los Centros de Salud ( CdeS) el personal y equipamiento es escaso y con limitaciones de acceso a pruebas diagnósticas y terapéuticas. Los Equipos de AP no cuentan con profesionales necesarios para atender la demanda; no hay en  todos los CdeS: Fisioterapia, Trabajo Social, Odontología, Logopedas, Atención Temprana, Psicología Clínica, Farmacia Clínica, que deberían estar presentes, para dar una Atención Integral a las personas, tanto a las enfermas, como a las sanos que precisan de los controles oportunos para que no enfermen. Con consultas masificadas por la falta de personal, es imposible realizar una atención digna. El resultado de esta mala gestión es la pérdida de calidad, irracionalidad en la atención y la falta de capacidad resolutiva.


La medicina actual, está enfocada a medicalización. Está orientada a la “curación” de la enfermedad. No se realiza Promoción de Salud, Prevención de las Enfermedades y Rehabilitación (Atención Integral). En los CdeS la demanda en las consultas es excesiva (por la falta de personal) lo que lleva la masificación de las mismas y la un escaso tiempo de atención. No se hace intervención sobre los determinantes de salud, tanto personales, sociales y ambientales. El resultado es una atención ineficiente, iatroxenia, morbilidad y frustración del personal y de la población. ¡Las normas de la administración llevan al enfrentamento entre pacientes y profesionales!


Dar “prioridad” a consulta telefónica y telemática en detrimento de la presencial impide el contacto directo profesional/paciente; se limitan las urgencias; las visitas domiciliarias de los crónicos, encamados, discapacitados o terminales se hacen más difíciles. Existen listas de espera de varios días e incluso semanas


En la COVID-19,  perdimos la accesibilidad para recibir atención. La asistencia, basada en el control de la demanda, limita el flujo de pacientes a los CdeS (con la disculpa de “evitar contagios”). Los profesionales solicitan agendas de no más de 30 consultas diarias, que se sobrepasan todos los días. Dar “prioridad” a consulta telefónica y telemática en detrimento de la presencial impide el contacto directo profesional/paciente; se limitan las urgencias; las visitas domiciliarias de los crónicos, encamados, discapacitados o terminales se hacen más difíciles. Existen listas de espera de varios días e incluso semanas, para consultas telefónicas y presenciales. Hay colas fuera de los Centros de Salud… 


Protesta de vecinos de Monfero por la falta de médicos en una foto de Julian Dorie



El abandono de las personas internadas en las residencias (durante y después de la pandemia) es inhumano, llegando a perder su derecho a los cuidados de AP. El resultado es el incremento de las listas de espera, el deterioro de la relación profesional/paciente, la pérdida de la continuidad asistencial y la falta de dignidad en la atención. ¡El desmantelamiento de la AP es evidente!


Otro riesgo importante es la deficiente relación de la AP con los servicios hospitalarios. Impide el control y seguimiento de los procesos asistenciales, desaparece la continuidad en la atención y aumenta la comorbilidad de los pacientes. No hay relación entre la AP y los Servicios de Salud Pública, imprescindibles para la prevención y control de epidemias, pandemias y riesgos ambientales.


Otro riesgo es la desconexión entre la AP y el Sistema de Atención a la Dependencia. La inexistencia de instrumentos legales para relacionar los CdeS con las administraciones locales, con las organizaciones sociales o con los servicios educativos, imprescindibles para actuar sobre los determinantes de salud (alimentación sana, ejercicio físico saludable, riesgos ambientales, educación sanitaria…). Existe una ausencia evidente de la participación social en la toma de decisiones sanitarias. El resultado es la imposibilidad de prevenir y enfrentarse a la enfermedad y de actuar sobre los determinantes de la salud.


O se corrigen estos Riesgos en la AP o el futuro de la Sanidad Pública en la Galicia es muy sombrío.

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