
Antes de pertenecer España a la Europa de los mercaderes, cada vez que nos encontrábamos ante una estafa, un delito, fraude o engaño masivo, lo justificábamos, con: "Esto en Europa no ocurriría…", expresión que idealizaba y explicaba la Europa que nos salvaría….
¿Cuantas veces la dichosa y ansiada Europa de fines de los setenta, a la que asociábamos con la democracia y la economía social… fue mentada ante la impotencia de no saber a quién acudir ante desmanes de todo tipo y tamaño?.
A mediados de los años ochenta, antes de formar parte de pleno derecho España a la Comunidad Europea, existía en Telefónica una Dirección de Relaciones con Europa, que ocupaba a la sazón mi buen amigo y brillantísimo profesional José Manuel Morán. Cierto día que coincidimos en uno de los encuentros que nuestra actividad laboral nos procuraba, le felicité por su responsabilidad en Europa, le hice saber mi sana envidia por poder relacionarse a diario con “europeos de derecho y derechos”, a lo que me contestó “te sorprenderías amigo Antón la cantidad de sinvergüenzas que van y vienen de Bruselas, no solo no son mejores que nosotros, si no que las hacen más gordas por que sus empresas son más fuertes”.
Viene a cuento la cuestión ante mi incredulidad del primer momento cuando se destapó el engaño de Volkswagen, que va más allá de la reputación de la propia marca, ya que ha supuesto un torpedo a la Marca Alemania, buque insignia de los Veintisiete países de la Unión Europea, que disfrutaba, hasta ahora, de un prestigio en casi todas las marcas de automoción, que si no supone su hundimiento, si ha quedado tocado.
El Grupo Volkswagen anunció que en Francia hay un millón de vehículos equipados con los motores afectados por la manipulación de datos de emisiones llevada a cabo por la compañía. Esta es una de las últimas novedades del escándalo de la multinacional automovilística alemana, que se desató en Estados Unidos.
Extraña, en este sector, donde la competencia es feroz, que no haya habido reacciones de las marcas rivales. Cuando una empresa tiene un problema, las de la competencia suelen entrar la degüello para captar a sus clientes o por lo menos subrayar cuáles son sus fortalezas y apresurarse a significar lo que lo hacen bien o que el asunto no les compete. Ninguna ha hecho un solo comentario. ¿Cuál será el motivo de este silencio?
El caso Volkswagen no sólo puede causar estragos en un sector como el automovilístico, uno de los pocos que estaba remontando tímidamente la crisis, la Marca Alemania queda seriamente tocada. El prestigio de su industria sufre un duro golpe. ¿Quién pagará los platos rotos? Intuyo, amigos lectores, que como siempre, consumidores y trabajadores.
En España, el ministro Soria anunció, sin entrar en detalles, la suspensión de la autorización al grupo alemán para vender coches que incorporen motores con el software de emisiones manipulado. Intuyo que todo quedará en nada.
Volkswagen da trabajo a casi 22.000 personas en España, donde en mayo pasado anunció una inversión de 4.200 Millones de euros. El empleo es aquí un bien preciado y escaso, gobernantes y sindicatos, mirarán para otro lado. La pregunta es la de siempre: ¿Quién controla al controlador? Niemand (nadie, en alemán)
Antón Alonso
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