La destrucción del mercado

El modelo SOGAMA  atenta contra la autonomía municipal castigando sin inversiones a aquellos ayuntamientos que decidan seguir siendo libres y consecuentes 

Desde el Observatorio de Servicios Urbanos hemos organizado recientemente una jornada en la Universidad de Santiago de Compostela con el sugerente título de “La ruptura del mercado”. Digo sugerente en la medida en que hablamos de servicios públicos urbanos, lo que conlleva que dicha ruptura tiene implicaciones en el sector público —tanto en entidades locales como autonómicas, o sea, aquellas obligadas a la prestación de dichos servicios—, y en los ciudadanos, que son los que reciben dichos servicios y los pagan.

Cuando se rompe un mercado, aparecen lo que técnicamente se denominan imperfecciones del mercado, lo cual acaba siempre repercutiendo en los ciudadanos, que reciben un peor servicio y más caro.

Esto es lo que viene ocurriendo en Galicia desde hace cerca de treinta años en un servicio tan esencial como es el tratamiento de residuos, en estos momentos tan estratégico si tenemos en cuenta la importancia que la tecnología puede aportar en la mitigación de lo que se ha venido a denominar el cambio climático. Es lo que podemos denominar el modelo SOGAMA, que atenta contra la autonomía municipal, centralizando toda la elaboración de pliegos de contratación, castigando sin inversiones a aquellos ayuntamientos que decidan seguir siendo libres y consecuentes con su responsabilidad en la prestación de sus servicios. Mediante este modelo se han expulsado sistemáticamente y desde sus inicios a cualquier compañía de alto valor tecnológico para premiar, también sistemáticamente, a una compañía local de escaso recorrido innovador. Sorprendentemente, dicha eliminación del mercado se gestó durante la administración Fraga en la Xunta y se ha perpetuado desde entonces en lo que erróneamente se podría pensar, que ha sido por desidia. Y digo erróneamente porque desde la administración actual se pretende extender dicho modelo a otros servicios públicos empezando por el ciclo integral del agua.

Cuando el mercado se rompe y desaparece la competencia real, el operador que presta el servicio pasa a drenar todo el excedente del consumidor aportando un servicio mucho más caro para un nivel de calidad dado, o bien un nivel de calidad mucho más bajo para un nivel de precio dado. El ciudadano pocas veces puede comprobar directamente, en un servicio como el tratamiento de basuras, la buena o mala gestión desde el punto de vista medioambiental en la medida en que, normalmente, no lo percibe directamente tan fácilmente, aunque indirectamente el impacto sea desastroso.

En dicha jornada, ingenieros de la talla de José Trigueros (presidente del Instituto de Ingeniería de España) o Ramiro Aurín (ingeniero medioambientalista), economistas como Ramón Tamames (catedrático de economía) o juristas como Francisco Caamaño o Jesús Sanchez Lambás (ambos Catedráticos de Derecho), debatieron en la sala de Debates de dicha universidad acerca del desastre que ha supuesto la destrucción de dicho mercado y el riesgo que supone el que se pueda extender a otros mercados de servicios públicos, destruyendo a su vez la autonomía municipal de los ayuntamientos, responsables primeros y últimos ante sus conciudadanos, pese a estar atados de pies y manos.

Basura para incinerar en la planta de Sogama