Quinientos años de huellas gallegas en las expediciones portuguesas al Índico
Las expediciones portuguesas de los siglos XIV y XV transformaron el comercio al abrir nuevas rutas marítimas, expandieron el conocimiento geográfico y sentaron las bases de un nuevo orden mundial. Portugal se lanzó al Atlántico impulsado por una mezcla de factores económicos, políticos y espirituales. Entre estos navegantes había marinos gallegos que dejaron marca en las rutas a la India
La Era de los Descubrimientos fue un período de un gran desarrollo tecnológico que ayudó en las exploraciones y la expansión comercial. Fueron estos factores, entre otros, los que impulsaron la creación de un vasto imperio marítimo portugués. Aunque la narrativa histórica suele centrarse en los logros portugueses, estas empresas fueron esfuerzos multinacionales. Marineros de diversas procedencias, incluidos los gallegos, desempeñaron un a menudo subestimado. El profundo conocimiento del Atlántico fueron activos inmejorables para las flotas lusas. Una de las huellas que dejaron los marinos gallegos se refleja en el nombre de una isla, Agaléga, en el Índico.
EUROPA BUSCA SOLVENCIA
Hoy en día los diferentes desarrollos científicos han permitido avanzar en la exploración tanto fuera como dentro del planeta, incluso dentro de nosotros mismos. En el siglo XV los reinos europeos necesitaban solvencia. Esto hizo que movieran capitales en el desarrollo de navíos fuertes, contratación de marinos expertos y desarrollos tecnológicos centrados en la navegación.
La solvencia estaba en Asia, en sus productos pero sobre todo en las especias y el oro. Al cerrarse el comercio en el Mediterráneo oriental controlado por los otomanos, Europa Occidental se las ingenió para buscar nuevas rutas por mar hasta llegar a la India. Se eludía así el intercambio a través de intermediarios turcos y venecianos.
La escasez de oro en Europa a finales del siglo XV era notable, y la economía dependía cada vez más de la moneda metálica. Antes del descubrimiento de América, el oro europeo provenía principalmente de una vasta región africana entre Senegal y Sudán. Portugal buscaba acceder directamente a estos yacimientos, siendo la conquista de Ceuta en 1415 un paso estratégico. La explotación de Arguim, el primer establecimiento portugués en el África atlántica, se convirtió en un lucrativo mercado de esclavos, cuyos ingresos ayudaron a financiar expediciones posteriores.
En el ámbito político, la estabilidad interna de Portugal permitió al Estado actuar como un verdadero empresario de la expansión. La proyección marítima ofrecía una vía para alcanzar fortuna y gloria en la escena europea. La Casa Real portuguesa, bajo el patrocinio de figuras como el Infante Don Enrique el Navegante y Juan II, fue pionera en el apoyo activo y sostenido a la exploración ultramarina con fines comerciales y de conquista.
INNOVACIONES TECNOLÓGICAS
La hegemonía marítima de Portugal se cimentó en una serie de innovaciones tecnológicas, sobre todo en construcción naval, instrumentos de navegación y cartografía. Estos avances fueron transformaciones fundamentales que permitieron la exploración oceánica a una escala sin precedentes. En ese sentido, el desarrollo de la carabela fue crucial. Este navío oceánico, altamente maniobrable, se caracterizaba por sus velas triangulares (latinas) y un casco estrecho, lo que le permitía aprovechar vientos de diversas direcciones. Poseía una capacidad de hasta 200 toneladas, lo que hizo posible la navegación oceánica de larga distancia y la circunnavegación de África, siendo utilizada por exploradores clave como Vasco da Gama para encontrar la ruta a la India.
También fueron los portugueses quienes perfeccionaron métodos y herramientas para determinar la ubicación exacta en aguas abiertas como el astrolabio, la brújula y el uso de la constelación Cruz del Sur para la navegación en el hemisferio sur.
La evolución de la cartografía fue igualmente vital con cartógrafos como Jehuda Cresques y Pedro Reinel. Este último creó la primera carta náutica firmada en 1485 y la primera en representar latitudes en 1504, e introdujo la Rosa de los Vientos. Para mantener su liderazgo y proteger su ventaja competitiva, el rey Manuel I prohibió la venta de mapas portugueses fuera de Portugal.
NAVEGANTES GALLEGOS BAJO CORONA PORTUGUESA
Las expediciones portuguesas, aunque impulsadas por la Corona lusa, fueron empresas de gran envergadura que requirieron el reclutamiento de marineros de diversas procedencias. Los gallegos, dada su proximidad geográfica y las oportunidades económicas, fueron una parte integral de estas tripulaciones. De hecho, en la Baja Edad Media los puertos de A Coruña, Viveiro y Ribadeo comerciaban con el norte de Europa.
La documentación de la época, siglos XV y XVI, no permite cuantificar con precisión la participación gallega. Los registros a menudo agrupaban a las tripulaciones por nacionalidad o puerto de origen, lo que dificulta la identificación individual. A pesar de esto, la presencia de gallegos en las flotas fue innegable y significativa, implicando que su contribución fue estructural y no meramente anecdótica.
El primero de la lista es Xoan da Nóvoa (João da Nova), Nacido en Maceda alrededor de 1460, fue un explorador al servicio de Portugal. Se le atribuye el descubrimiento de la Isla de Santa Elena y La Ascensión, así como las islas de Cargados Carallos y Agaléga en el Índico. Dirigió el tercer viaje portugués a las Indias en 1501, regresando con éxito cargado de especias.
Proveniente de una noble casa gallega, Gaspar de Lemos estuvo al mando de una de las naves de la expedición de Pedro Álvares Cabral que descubrió Brasil en 1500. En su viaje de vuelta (1501-1502), junto al cartógrafo Américo Vespucio, descubrió y reconoció importantes accidentes geográficos como la Bahía de Todos los Santos y la Bahía de Guanabará (donde se asentaría Río de Janeiro).
Gonzalo de Vigo (Gonzalo Álvarez Martínez), nacido en la ciudad olívica, se enlistó como grumete en la expedición de Magallanes en 1519. Tras el daño del barco Trinidad en las Molucas, desertó y vivió cuatro años entre los indígenas de las Islas Marianas, aprendiendo sus costumbres y la geografía de la región. Su conocimiento resultó crucial como intérprete para la expedición de Loaísa en 1526.
Sebastián de Ocampo, nacido en Tui, acompañó a Cristóbal Colón en su segundo viaje a las Indias en 1493. Su logro más notable fue circunnavegar la isla de Cuba en 1508, confirmando que era una isla y cartografiando sus costas.
AGÁLEGA
El nombre de Agaléga, una remota isla en el Océano Índico, ha sido objeto de debate etimológico, con varias teorías que sugieren su origen. Una de las teorías más aceptadas es que el nombre "Agaléga" se deriva de "A Galega", en referencia a una embarcación o, más probablemente, a un cartógrafo o navegante de origen gallego que participó en su descubrimiento o cartografía.
En este contexto, la figura de João da Nova (Xoan da Nóvoa) emerge como central. Este explorador gallego, popularmente conocido por sus marineros como "João Galego", es asociado al descubrimiento de las islas Agaléga en 1501. Se dice que las designó con este nombre en honor a su tierra de origen.
Otras hipótesis sugieren que el explorador portugués Dom Pedro Mascarenhas las nombró Agaléga y Santa María en 1512, en honor a dos de sus carabelas. Otra teoría, menos probable, es que Diogo Lopes de Sequeira las nombró "Baixas da Gale" o "Galeass Bank" en 1509, en referencia a vientos huracanados o a un tipo de barco.
La evidencia cartográfica también ofrece pistas sobre la evolución del topónimo. Los mapas de la región muestran una progresión en el nombre: inicialmente "Gale", luego "Galera", "Galega", y finalmente "Agalega". Esta evolución sugiere un proceso de adaptación lingüística y fonética a lo largo del tiempo.
Todavía quedan muchos puntos por aclarar sobre la participación de marinos gallegos en expediciones portuguesas al Índico. Mucha de la información de la época quizá se haya perdido y sea irrecuperable, no obstante, algunas evidencias a lo largo de las costas africanas y asiáticas pueden demostrar este binomio luso-gallego.
Escribe tu comentario