María Esclapez, psicóloga: "El miedo tiene muy mala fama, pero tiene su utilidad y hay que encontrársela"
Con motivo del Día Mundial de la Salud Mental, y aprovechando que se encuentra de gira por Galicia presentando su último libro -este viernes firma ejemplares en La Casa del Libro de Santiago de Compostela a las 19 horas-, Galiciapress entrevista a la psicóloga y escritora María Esclapez, que aborda en su última publicación, 'Tu miedo es tu poder' (Editorial Bruguera), temas como la soledad, el fracaso o la idea de "no ser suficiente", un pensamiento recurrente para muchos en un contexto en el que las redes sociales nos bombardean con objetivos imposibles. La el abuso de los fármacos para suplir la falta de profesionales de la salud mental o cómo identificar las señales de alarma, otros de los temas de esta conversación.
En esta gira de presentación este viernes te toca visitar Santiago y el miércoles fue el turno de Vigo. ¿Qué respuesta te estás encontrando de los lectores con este ‘Tu miedo es tu poder’?
¡Sí, estoy muy contenta! La verdad que había mucha gente y cuando terminó la presentación salieron preguntas muy interesantes por parte del público. Estoy muy contenta porque cada vez que vengo a Galicia me tratan súper bien y siempre me voy con ganas de volver.
¿Es necesario llegar a este libro después de haber leído ‘Tú eres tu lugar seguro’ y ‘Me quiero, te quiero’?
No, son libros independientes, pero es verdad que los voy mencionando mucho porque en algunos hay temas que trato y en ellos tienes más detalle, por si quieres profundizar más en ellos. Pero ‘Tu miedo es tu poder’ se puede leer si necesidad de los otros. ¿Tienen relación? Sí, pero no es una trilogía como en las novelas.
LA UTILIDAD DEL MIEDO
El eje del libro es el miedo. ¿Es siempre una emoción mala? ¿Hay algo positivo que se pueda rescatar del miedo?
Siempre tiene una utilidad. No hay emociones buenas o males, solo emociones, existen y forman parte del ser humano. Es cierto que el miedo es particularmente desagradable. Por eso tiene muy mala fama, pero tiene una utilidad, y cuando trabajamos los medios tenemos que encontrar esa utilidad y quedarnos con ella, aunque sea pequeñita, ver por qué está ese miedo, y trabajar para la otra parte, que puede ser irracional, no nos condicione.
Hablas también de cuestiones biológicas, de cómo funciona nuestro cerebro y como algunas partes se imponen siempre sobre otras. ¿Hay forma de domarlo o educarlo para ser racionales?
En eso consiste el trabajo que se hace en terapia. En el cerebro todo está automatizado, ha recurrido a estos sentimientos y ha hallado solución a las cosas que te han ido pasando, pero ahora lo que tenemos que hacer es enseñarle otros caminos. Hay que reeducarlo para que no acuda a las estrategias de siempre, sino a aquellas que vamos a ir aprendiendo poco a poco. Este es un proceso individualizado, habrá cosas que funcionen a uno y a otro no. En el libro lo que hago es abrir el abanico de posibilidades para empezar a trabajar estas nuevas estrategias, pero cada uno debe elegir lo que le va bien y lo que no.
¿Hay forma de identificar algún síntoma o elemento que nos pueda despertar una alarma que nos haga pedir ayuda? Tanto para nosotros como para las personas con las que convivimos…
Cada uno tiene un umbral diferente de dolor, de sufrimiento, de forma que cada uno puede identificarlo antes o después. Eso depende de cada persona. Pero las señales claras o generales tienen que ver con notar que no eres el de siempre: que no te encuentras bien, que no te relacionas de la manera en la que te relacionabas, que no te percibes de una manera positiva… Que condicionas la vida a algo que te está pasando, porque tu vida de siempre, de repente, ya no puede ser la que es, porque hay algo que, intuyes, no está bien, aunque no sepas que es, porque eso ya se trabaja luego en terapia y se averigua. Pero la primera alarma llega cuando ves que algo no va bien.
Tal vez uno de los mayores miedos de todos sea reconocer que nos ocurre algo y que no tenemos las herramientas necesarias para descifrar qué es ese algo. Imagino que levantar el teléfono y pedir una cita en un psicólogo o acudir a una consulta es un paso valiente, pero que no se da siempre…
Cuesta mucho reconocerlo y pedir ayuda. Tendemos a pensar que podemos, que es algo transitorio, si un día estamos bien ya estamos bien de todo…y no siempre es así. Cuando vemos que esta situación se repite, que no llegamos a salir del todo, que no estamos satisfechos con nuestra vida, es cuando nos tenemos que replantear el pedir ayuda. Al final es mostrar nuestra vulnerabilidad con otra persona y reconocer que no estamos en un buen momento. Esto duele y da miedo verlo porque pensamos que podemos con todo y verlo es reconocer que no, que no podemos con todo. Somos humanos, la vida nos puede superar, y hay que contemplar esa opción.
Esto es difícil, pero no es la única barrera con la que nos encontramos. Hay muchas otras. Está una parte importante como la de los recursos. Hay gente que entiende perfectamente que necesita un psicólogo, que necesita ayuda porque con su entorno no es suficiente, y aún así no puede disponer de ayuda porque con los recursos que hay es insuficiente. Esto tiene que ver con un sistema abarrotada y con una sanidad privada que es cara y que no todo el mundo se puede permitir. Es un aspecto tal vez más social, pero que hay que tener muy en cuenta, no podemos responsabilizar al individuo de lo que le pasa o le deja de pasar.
En esos extremos, donde como dices “la ansiedad toma el control” a veces el recurso más inmediato es la medicación. No obstante, muchos estudios sostienen que, en particular la sociedad española, está sobremedicada y que se recurre a los fármacos para tapar las carencias de profesionales de la salud mental para atender a la población que lo necesita. ¿Cómo lo ves? Porque la percepción es que sale más barata la caja de antidepresivos que hora y media de consulta…
Por una parte es así, pero yo soy defensora de la medicación, porque en ocasiones es súper necesaria. Ni siquiera optativa, es necesaria. Porque puede existir una descompensación, un cambio, que tenemos que ir corrigiendo con la medicación, además que con terapia. Yo no soy partidaria de emplear solo medicación, hay que combinarla también con terapia, pero no debemos demonizar la medicación. Pero es verdad que en ocasiones se medica porque no contamos con los recursos y nos encontramos con profesionales frustrados por este sistema que desde su estructura afecta tanto al individuo como al profesional. Entramos en una deriva de “mejor esto que nada” como mal menor.
Sucede en las consultas del psicólogo que entramos por una causa y descubrimos que estamos allí por otra totalmente distinta. ¿Nos faltan mecanismos para poder hacer un ejercicio de introspección? ¿Es algo que podría hacerse en las escuelas?
Esto no es una cuestión de que falte o no. Hay cosas que se ven en terapia porque es el sitio donde verlas. Hay veces que no vemos las cosas porque no nos hacemos las preguntas que nos tenemos que hacer, porque es muy difícil confrontarnos a nosotros mismos, sino que eso puede hacerlo un profesional que sepa que te pueda estar pasando y que sabe hacia donde llevar tu caso. Pero no depende solo del individuo, por eso yo no me puedo hacer terapia a mí misma.
LA SOLEDAD, EL FRACASO, "NO SER SUFICIENTE"...
En este libro abordas asuntos como el miedo al fracaso. Claro, supongo que este será un miedo tan atenazante que ya no te permite ni la oportunidad de fracasar y directamente te paraliza.
Hay miedos en los que la reacción emocional nos lleva al bloqueo. “Prefiero no hacer nada porque todo lo que se me pasa por la cabeza es tan catastrófico que sé que va a salir mal”. Pero quizá sí exista esa posibilidad de que salga bien.
Otro asunto es ese “pensar que no eres suficiente”. Esto creo que guarda una especial relación con todo lo que hoy entendemos como relaciones tóxicas, pero también con todos esos estímulos constantes que recibimos desde redes sociales, ¿no? Algunos estándares inalcanzables con los que nos bombardean.
De esto hablamos en ‘Me quiero, te quiero’ con respecto a las relaciones, pero en términos generales hay que averiguar en primer lugar cómo has llegado a ese pensamiento. Hay que ir a la historia personal, porque las redes son solo una variable más y hay que contemplar todas: el contexto en el que vivimos, cómo percibe la sociedad el éxito y el fracaso, qué he aprendido yo sobre ello, cómo me han tratado cuando he hecho algo bien o mal, cuando he aprobado o he suspendido qué me han dicho…y, por supuesto, las redes sociales.
Este enjambre de cosas, en mayor o menor medida, nos lleva a creer que no somos suficientes. Pero hay que ver exactamente hasta qué punto todas estas situaciones nos han influido. Es complicado, pero por eso mismo no podemos hacerlo nosotros solos, porque somos seres biopsicosociales: por una parte está la biología, por otra la psicología y por otra el contexto social. No podemos hacer una evaluación del individuo todas las variables dentro de estas tres características.
¿Y todas tienen el mismo peso?
Todas. Y tienen interrelación entre ellas.
Hay otro miedo que mencionas que es el de la soledad. Cada vez nos encontramos con más casos de personas que sufren soledad no deseada, uno de los problemas sociales que promete ser todo un reto en el futuro más inmediato. ¿Encontráis los psicólogos muchos casos en este sentido? ¿Vivimos cada vez más desapegados y aislados?
Esta pregunta es muy complicada. Es cierto que existe la soledad no deseada, pero ahora mismo nos encontramos en una situación en la que encontramos gente que quiere tener relaciones sanas, pero no sabe cómo tenerlas. Hay gente que se está formando e informando muchísimo, pero otras personas no están ni se les espera. Estamos siendo conejillos de indias de nuestras propias relaciones, viendo mediante ensayo y error lo que va pasando. Para responder a esto sería necesario abrir un gran melón, pero hay ya estudios que certifican que especialmente los milenials o los zetas quieren tener relaciones sanas, pero no saben cómo tener esa pareja o esos amigos. Sería necesario ver qué otras cosas influyen aquí, porque habrá elementos a nivel social que tengan que estudiarse.
¿Y qué será lo siguiente? ¿Estás trabajando ya en algún otro libro en estos momentos? Este punto de la soledad parece que puede dar para un tomo.
Yo estoy especializada en vínculos y me gusta mucho hablar de ellos. Me gustaría seguir desarrollando toda esta parte, porque son muchas cosas sobre las que hay que investigar y saber qué es lo que está pasando.
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