Ana Lena Rivera presenta 'La casa de huéspedes': "A Coruña es el inicio de todo; soy escritora por A Coruña"

Después de estrenarse con un exitazo como 'Lo que callan los muertos', Ana Lena Rivera (Oviedo, 1972) sigue publicando en la senda de ¡Las herederas de la Singer' y 'La niña del sombrero azul'. 'La casa de huéspedes' es su nueva novela, un relato que arranca en 1936 contado desde 2025 siguiendo la vida de mujeres a las que, sin pretenderlo, no les quedó otra que ser las heroínas de su historia. La escritora asturiana visitó la pasada semana A Coruña y atendió Galiciapress para hablar del papel relevante que jugó Galicia para que hoy sea escritora, de las historias que escuchaba en su infancia o de cómo las decisiones, incluso las que no tomamos, nos transforman de manera inimaginable. 


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Ana Lena Rivera

 

Esta semana toca A Coruña para presentar ‘La casa de huéspedes’. ¿Qué reacciones te estás encontrando entre los lectores? 

La reacción está siendo maravillosa. Primero, porque desde que salió el libro, la primera semana de septiembre, se han lanzado en masa por él, entiendo que es por mérito de los anteriores, que ya hay lectores que me esperan. Los comentarios, las críticas, las recomendaciones… la verdad es que a la gente le está tocando el corazón. Están encontrando la historia de sus propias familias en ‘La Casa de huéspedes’. Y, para mí, es una satisfacción tremenda las cosas que me cuentan: “Me he encontrado a mi yaya”, “Me he encontrado a mi padre”, “Es mi abuelo”, “Es mi abuela”... Es impresionante.

 

A ti, históricamente, A Coruña te ha traído mucha suerte. En su momento fuiste galardonada con el premio Torrente Ballester de la Deputación de A Coruña. Ahora ya tienes mucho más callo, pero supongo que en aquel momento, cuando estabas empezando, supuso todo un espaldarazo para ti…

A Coruña lo supuso todo. Supuso el inicio de todo. Antes trabajaba en una multinacional y llevaba muchos años queriendo dedicarme a la escritura, formándome con cursos y demás. Hubo un momento de mi vida en el que las circunstancias hicieron que pudiera parar dos años, a ver si conseguía poder dedicarme profesionalmente a la escritura. Durante esos dos años yo tenía una novela escrita, escribí una segunda, hice de todo: contactando con las editoriales, contactando con agencias, presentándome a concursos… Y de esos dos años, los primeros 18 meses, silencio absoluto. Llegaba algún no, otros no respondían. Hasta que llegó el Torrente Ballester, y a partir de ahí llegó todo. O sea, si estoy hoy siendo escritora y estamos aquí con esta nueva novela, seis libros después, es gracias a A Coruña. Para mí es el inicio. Soy escritora por A Coruña.

 

En cualquier caso, has evolucionado muchísimo como autora desde aquella ‘Lo que callan los muertos’. ¿Qué te motivó a dar este giro, especialmente en lo argumental, y lanzarte en este caso a una novela tal vez más dentro de la categoría de novela histórica? 

Empecé con la novela policíaca, que me sigue gustando mucho y me encanta leerla en los viajes. Pero tenía ahí un propósito personal de dar voz a todas esas historias que había escuchado sobre todo en mi infancia y durante mi vida adulta también, sobre las generaciones que nacieron en la primera mitad del siglo XX. Estas, que fueron al final nuestras abuelas, nuestras madres, a las que les tocaron los tiempos más convulsos, según dicen los historiadores, de la historia de la humanidad, de cómo salieron adelante ,y sobre todo, de cómo sacaron adelante a los suyos. Quería darles voz, porque yo tuve la suerte de conocer muchísimas de esas historias reales por tradición oral.

 

En mis libros, aunque son ficción histórica, las vivencias de los personajes son reales. Todo está basado en hechos reales, por lo que llegó un momento donde la novedad policiaca no me daba. De hecho, intenté escribir una cuarta novela policiaca en la que pudiera recoger esto, haciendo una investigación histórica, y no encajaba. Eso no quedaba bien. Y me dije: “Pues ya está. Si he dejado el trabajo para dedicarme a escribir, creo que puedo hacer este cambio de género para poder contar esto que ahora las tripas me están pidiendo que cuente”. Y, la verdad, es que los lectores no solo me han acompañado, sino que han crecido y se han ido uniendo muchísimos más. Y aquí estamos, hablando de los nuestros, de nuestras familias, de esos ejemplos de resiliencia y aceptación, de esos que nos han traído hasta aquí, al final.
 

 

"SON LAS MUJERES QUE NO ENCAJABAN EN LA FOTO"

Porque defines el libro como una historia de “mujeres que nunca pretendieron ser heroínas, pero que no les quedó más remedio que convertir su dolor en fuerza”. Supongo que no será algo particular de un solo territorio, pero creo que en Galicia en particular es un relato en el que se pueden identificar muchas madres y abuelas, que ante la ausencia en muchas ocasiones no les quedó más remedio que tirar hacia adelante contra todo y contra todos.

Totalmente. Aquí hay una casa de huéspedes, con cinco mujeres con sus casuísticas, pero lo que hay detrás, el tema de trasfondo, son todas estas mujeres que no encajaban en la foto que la sociedad hacía de la familia de la época. Llega un punto que el marido es el encargado de salir a ganar el pan para los hijos y la mujer está en casa cuidando de los suyos. Y quedan fuera todas las viudas después de la guerra, de los dos bandos, con siete, con ocho, con nueve hijos, las madres solteras, aunque hubiera sido producto de una violación, despreciadas por la sociedad, las adopciones, que se mantenían en el más absoluto de los secretos incluso para el adoptado, las mujeres que se casaron y un buen día, igual con los hijos aún pequeños, el marido se fue a por tabaco y no volvió… Hablamos de momentos en que la mujer no tenía acceso a muchos puestos de trabajo, no tenían la formación. Ahora sí con la ley de equidad salarial, pero entonces, en cualquier convenio, el salario de la mujer era visiblemente más bajo. 

 

Entonces, contra viento y marea, estas mujeres, que pudieron ser la abuela de cualquiera, lo hicieron todo por sacar a esos hijos adelante, y estamos aquí gracias a ellas. Lo más duro de estas historias es que ellas no solo no recibieron reconocimiento alguno, sino que recibían el desprecio, el rechazo, y, en el mejor de los casos, lástima y compasión, pero compasión de la mala.


Vamos a detenernos en Elvira y Ángela -o Casilda, no sé muy bien cómo llamarla-, los dos grandes nombres de esta historia. ¿De dónde nacen? Porque imagino que se componen de muchas historias y personas… 

Son personajes que no existieron como tal, pero sí todo lo que les ocurre. Son historias reales, y muchas de ellas escuchadas en la infancia, en el hostal que mis tíos tenían en Madrid. Soy asturiana, pero todos los años pasábamos dos semanas con ellos en Madrid. Y ahí se escuchaban historias de gente de todos los puntos de España, porque en aquella época los huéspedes no eran como ahora, muchos de ellos llevaban años y años parando allí.

 

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Y allí se hablaba mucho, se hablaba con ellos, se hablaba la madre de mi tía, que de aquella tenía más de 90 años, y se contaban, sobre toda la gente que había pasado por el hostal, con historias de todo tipo, muchas de ellas están reflejadas allí. Luego también hay vivencias familiares de mis antepasados; otras escuchadas en otros lugares. Por todo ello los lectores las reconocen y en algún momento de la novela ven en esos personajes a sus abuelos. 


¿Y en qué personaje podemos reconocer más a Ana? Supongo que Caridad, la encargada de darles voz a todas.

Ella es la narradora, que tiene 80 años, y lo está narrando desde 2025 algo que arranca en 1936, cuando ella todavía no había nacido. Caridad es muy especial para mí, porque es ella misma la que valora, cómo se comportaron entonces, cómo ella misma tenía una actitud ante, por ejemplo, la homosexualidad, la que ahora, piensa en sus nietos y dice que antes lo no se veían las cosas así. O cuenta cuando en la posguerra la madre hacía la tortilla de patatas y si no tenía huevos la hacía con patata y harina de garbanzos, y cuando le da esa receta a su nieta vegana le parecía lo mejor del mundo. Ella ve reflejado ese cambio, porque a veces no nos damos cuenta de que la generación que hoy tiene 80 o 90 años, cómo ha cambiado el mundo para ellos, cómo ha cambiado nuestra sociedad y nuestras circunstancias, la abundancia que tenemos hoy, desde cuando ellos nacieron en la posguerra hasta lo que están viviendo hoy.


Haces además un viaje al pasado como nos tienes acostumbrados para ambientar la novela. En este recorrido temporal enfatizas especialmente esos secretos y esas voces silenciadas por la dictadura. Es extraño pensar que, teniendo esto tan presente, parece que cada vez hay más voces que afirman extrañar esos momentos y sostienen que así se vivía mejor…

Lo curioso es que los que lo extrañan suelen ser las personas que no lo vivieron. Es la gente más joven que, supongo, tiene una imagen idealizada de una época que fue tan dura que justamente los que la vivieron no querían, querían algo mejor para nosotros y lo consiguieron, consiguieron una sociedad mucho mejor. Me acuerdo perfectamente que me decían: “Estudia, vete a la universidad, sé independiente económicamente”. Eellos querían la paz, estaban hartos y cuanto querían era vivir en paz. Por eso, creo que cuando el Golpe de Estado del 23-F todos sintieron miedo. Siempre hay excepciones y en algunas casas se alegrarían, pero la mayoría de las familias pensaba lo que pensaba, lo que sintieron fue miedo de que todo volviera a empezar. 

 


Entonces, si ellos procuraron que nosotros viviéramos en paz, en abundancia, con una prosperidad que ellos no conocieron hasta los años 60, no creo que se sintieran muy orgullosos de ver hoy a algunos de sus bisnietos. En la novela no hay política, no hay bandos, no va de eso. Eso desvirtuaría totalmente la vivencia de estas familias normales que no tuvieron ningún tipo de implicación ni de capacidad de decisión, pero alas que les tocó lo que les tocó y tuvieron que adaptarse. 


¿PRONTO EN LAS PANTALLAS?

En la novela hablas también de cómo las decisiones personales son capaces de afectarnos en el presente, pero también generacionalmente. No hace mucho, discutía con unos amigos sobre la teoría de que todos estamos a una distancia de dos malas decisiones del arroyo, e incluso son decisiones que en ocasiones se escapan a nuestro control, que dependen de terceros. Corrigeme si me equivoco, pero tiene mucho de eso esta novela.


 

Sí, y estoy convencida de que cuando uno toma decisiones cruciales para su vida, muchas veces no se da cuenta de que las está tomando. Otras, con las que nos tiramos semanas preocupadísimos y sin dormir, luego en realidad no tienen tanta importancia. Es inevitable que carguemos con las decisiones y con las vivencias de los anteriores. Porque, aunque sea a través del silencio, de alguna forma nos las han traspasado, y cuanto más silencio más se transfiere. Los psiquiatras modernos hablan mucho del trauma y de cuando no se puede hablar de ello, por el “eso no lo cuentes”, “eso no es verdad” o “te puede arruinar la vida”. Ese silencio es el que causa el trauma. Y ese niño mañana será padre y resulta inevitable que no le pase ese trauma de forma inconsciente al hijo, porque lo lleva dentro. Y cada uno da lo que tiene dentro. 

 

Por su recorrido, con los personajes y viendo la evolución de las familias, podría ser interesante una adaptación de la novela en formato serie o podría dar para una película con varias entregas. ¿Ya te han sondeado con una idea parecida?

¡Con varios libros! Pero siempre termina la cosa en el mismo punto. Lo han intentado varias productoras y el tema es que son novelas muy extensas en el tiempo. Esta es la más corta y son más de 40 años de historia. Todo eso encarece los costes de producción y ahora hay tantísima producción de series, tanta demanda…

 

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Ana Lena Rivera

 

Que no nos sorprenda entonces si vemos tu nombre un día en un título de crédito.

¡Ojalá! Y yo feliz. A cuantas más personas les pueda llegar esta historia y más personas puedan sentirse identificadas y puedan mirar atrás al pasado con orgullo. Hicieron lo que pudieron y hayan hecho lo que hayan hecho, hoy estamos aquí y gracias a ellos. Cuanto más gente lo pueda sentir, pues más feliz seré.

 

Vas prácticamente a novela por año. Es inevitable preguntarte si ya tienes algo en el horno para el año que viene. 

Tengo nubes encima de mi cabeza con muchas ideas que intento apuntar, porque siempre tengo miedo de que se me escapen y muchas se me van. Para el año que viene no, suelo ir cada dos años. Es verdad que en esta ha sido año y medio, porque se juntaron los astros, yo fui muy rápido, el proceso editorial fue muy rápido, había posibilidad de lanzarla y salió. Pero vamos, lo normal es que salgan cada dos años. 


 

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