Escotet no ve necesario ampliar el aforo de Riazor, imprescindible si A Coruña quiere ser sede del Mundial 2030

El presidente del Deportivo de la Coruña, con las cifras de asistencia en la mano, considera que aumentar el número de asientos hasta los 45.000 como planea el Concello será contraproducente para los intereses económicos del club. No obstante, y aunque su exposición es razonable, a la ciudad solo le queda una vía si quiere volver a vivir la Copa del Mundo: hay que ampliar el estadio.


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Escotet | Foto: RC Deportivo

 

Como ya ocurrió a finales de la temporada 23/24, curso histórico para el Deportivo de La Coruña pues significó su regreso a Segunda División tras muchos años batiéndose en el barro, el Estadio de Riazor, de propiedad municipal, vuelve a ser el arma arrojadiza que el presidente y dueño del Deportivo de La Coruña, Juan Carlos Escotet, empuña para dar una estocada al Concello da Coruña y, en consecuencia, a todos los aficionados al balompié, pues con su estrategia echa más agua al caldo y, con sus palabras, saca de la carrera a la ciudad para albergar alguno de los partidos del Mundial de 2030, la gran aspiración herculina de aquí a cinco años.

 

 

"NO ENCONTRAMOS JUSTIFICACIÓN FINANCIERA"

En una conversación con los medios del club blanquiazul, el mandatario fue esquivo a la hora de ofrecer su postura de cara a que Riazor sea escenario de la Copa del Mundo en 2030. Por un lado, muestra su "disposición absoluta" con el gobierno local. Sin embargo, esa disposición no se percibe atendiendo a la consideración que tiene de cara a las obras que se suponen obligatorias para el recinto coruñés.

 

"Eestamos ante un proyecto de enorme complejidad que exige el cumplimiento de requisitos estrictos en materia de movilidad, seguridad, sostenibilidad e impacto urbanístico. En este contexto, el Deportivo no puede ni debe comprometer su equilibrio financiero. Estamos realizando mejoras significativas en el estadio con un objetivo claro: ofrecer una mejor experiencia de partido a nuestros aficionados, que bien se lo merecen", remarcó el empresario venezolano, apostillando que "todo lo que sea bueno para A Coruña es bueno para el Deportivo".  

 

 

"Se ha trabajado en accesibilidad, condiciones de seguridad... y todas estas actuaciones son perfectamente compatibles con una posible remodelación del estadio a futuro que debe ser resuelta por el propietario de la instalación", agrega Escotet, que sin embargo no ve con buenos ojos elevar el aforo hasta los 45.000 espectadores como proyectan desde el Pazo de María Pita, unos 12.000 asientos más de los actuales. 

 

En esa línea, y tras sacar pecho por los, asegura, más de 100 millones de euros invertidos en el club en los dos últimos años, dice que poner más asientos en Riazor "no solo carece de sentido práctico, sino que supondría una caída de ingresos por exceso de capacidad durante el periodo de construcción". "Requeriría de un nivel de inversión que sería enorme existiendo otras necesidades sociales. No le encontramos justificación financiera a duplicar el aforo del estadio cuando no es necesaria. Se trata de una instalación deportiva y por tanto se debe tratar como tal", justifica Escotet, aunque vuelve a poner una alfombra al Concello para dialogar al respecto. 

 

 

¿TIENE RAZÓN ESCOTET?

Esgrimiendo datos contrastables, Escotet lleva parte de razón en su argumentación. Asido a las frías cifras, el presidente deportivista reflexionó sobre la idoneidad de elevar las butacas hasta las 45.000 en un estadio que es "el décimo con mayor asistencia media de España, con cerca de 22.000 espectadores de media por partido". 

 

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Foto: RC Deportivo

 

Esto significa que, actualmente, hay cerca de 10.000 huecos de media en los partidos que juega el Dépor ante su afición. Cierto es que el club lleva muchos años lejos de la élite y de los grandes partidos y que salvo en playoff u grandes citas resulta muy difícil colgar el 'No hay billetes' en la taquilla, especialmente en partidos de Primera RFEF o Segunda. 

 

En el último año en la división de bronce la media de asistencia rozó los 23.000 espectadores. En su regreso a Segunda, con entradas más caras y un peor rendimiento como local que pudo provocar cierta apatía entre el aficionado, la media se quedó por debajo de los 22.000 aficionados. El aforo, por tanto, se queda en menos del 65% de ocupación. Una cifra, en cualquier caso, estimable, ya que sin ser en Primera tiene una afluencia mucho mayor que equipos que sí compiten en la máxima categoría. 

 

En cualquier caso, subir el número de butacas no tiene como consecuencia directa aumentar el número de abonados o espectadores que acuden a los partidos, algo que solo puede conseguirse con tres elementos: un buen desempeño del equipo, enfrentamientos atractivos (Real Madrid o Barcelona resultan, a priori, rivales que podrían provocar un lleno en Riazor comparados con Huesca o Almería, los dos próximos enfrentamientos que tienen los herculinos como locales) y, no menos importante, precios más competitivos en los boletos, ya que acudir a la cancha se ha convertido en algo prohibitivo para muchas familias. 

 

Pese a todo, el debate de la remodelación de Riazor se reduce a una sola pregunta: ¿quiere A Coruña ser sede del Mundial de España, Portugal y Marruecos? Si es que sí, la ciudad debe garantizar un recinto con, al menos, 40.000 asientos para los partidos de fase de grupos y las siguientes fases hasta las semifinales, donde el aforo mínimo se sitúa en los 60.000 espectadores y la final por encima de los 80.000. En cualquier caso, y con tres países anfitriones, todo hace pensar que, en el mejor de los casos, A Coruña celebrará dos o tres partidos y en la fase de grupos. 
 

Así las cosas, es imperativo asumir las obras para la Copa del Mundo. Además de los más de 40.000 asientos, las gradas deben estar cubiertas, la iluminación debe ser acorde a los criterios de la FIFA, deben acondicionarse los exteriores para los aparcamientos, se exige tener un número concreto de palcos y otras disposicions que la ciudad debe acatar para ser seleccionada como sede. 

 

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Foto: RC Deportivo

 

OTRAS GUERRAS

Más allá de los números, en el fondo de las palabras de Escotet están otros temas, como los derechos de explotación del recinto que lleva el nombre de Abanca. Ya hace dos veranos el empresario tuvo un tira y afloja con el Concello precisamente por su interés en utilizar Riazor para más que acoger los partidos del Dépor y del Deportivo Abanca, la sección femenina del club. El Gobierno de Inés Rey recalcó la propiedad municipal del coliseo, lo que enervó a un Escotet que amagó, incluso, con llevarse al equipo a jugar fuera y exigiendo un plazo de 40 años para el uso del estadio, con pago de canon y explotación económica del Abanca-Riazor. 

 

 

Finalmente hubo entendimiento para que el Dépor no jugase de local en otro sitio que no fuese el icónico estadio pegado a la playa, pero decisiones como la de celebrar en Riazor el concierto de El Último de la Fila el 13 de junio de 2026 no resultaron de agrado para Escotet. La ampliación del aforo del recinto está motivado no solo por la FIFA y el Mundial, sino que permitiría al estadio acoger conciertos de mayor magnitud, siguiendo la tendencia que viene imperando en otros puntos de España, lo que supondría además una inyección económica para la ciudad. 

 

 

La otra cuestión que subyace en todo este enfrentamiento es la situación del Museo en el estadio, una de las grandes ambiciones de Escotet desde que tomó las riendas del club como máximo accionista. La construcción de una nueva Torre de Maratón y el citado museo son dos proyectos que persigue para que "sean un referente cultural y deportivo" a nivel gallego. 

 

 

"Estamos poniendo en valor lugares que son parte del patrimonio histórico de la ciudad y eso es algo que los ciudadanos valoran especialmente. El museo es una deuda con el deportivismo. Lo correcto es que ese apoyo se deje abrir en el menor tiempo posible una vez cumplido todos requisitos, como hemos hecho", detalló Escotet en su entrevista con los medios del club, razonando que la expectativa es que estos dos lugares sean "de memoria y orgullo colectivo".

 

No obstante, el proyecto está paralizado al estar paradas las obras por orden municipal, al no tener los permisos requeridos para tal trabajo. "El proyecto se encuentra pendiente de resolver cuestiones administrativas que corresponden al Concello, esperemos que se reanuden sin más demora. Estamos en el orden del 70 por ciento y con toda la documentación a disposición del Concello", indicó en un ejercicio para apremiar al consistorio a reanudar el proyecto cuanto antes.

 

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