El fin del cambio de hora significaría que Galicia perdería sus atardeceres a casi las 11

La iniciativa, anunciada por el presidente Pedro Sánchez a través de un video en la red social X, buscará que la Unión Europea elimine esta práctica a partir de 2026, alegando que su impacto negativo en la salud y la vida de los ciudadanos no se compensa con los dudosos ahorros energéticos. Para Galicia, una comunidad con una particular sensibilidad hacia los husos horarios y la luz natural, este debate reabre una cuestión de calado en varios aspectos como la salud y la economía.

En Galicia, el ocaso más tardío del año se produce a las 22:18 horas y se mantiene desde el solsticio de verano, el 21 de junio, hasta alrededor del 2 de julio. 

Este horario de anochecer tan tardía se mantiene durante casi dos semanas debido a la trayectoria orbital de la Tierra alrededor del Sol. Aunque el día más largo del año en cuanto a luz solar es el 21 de junio , la puesta de sol más tardía se extiende varios días. A partir del 3 de julio, el ciclo se revierte y las noches comienzan a alargarse de nuevo . 

La hora exacta del atardecer varía ligeramente dentro de Galicia. Por ejemplo, en A Coruña, la puesta de sol del 21 de junio de 2025 se calcula a las 22:11 , mientras que en Lugo, para la misma fecha, el sol se pondrá a las 22:01 . Esta diferencia se debe a la longitud y latitud de cada localidad.  Esta diferencia nos permite apreciar porqué en otras partes de España y de Europa no anochece tan tarde.

El amanecer más temprano del año en Galicia no coincide exactamente con el día más largo (el solsticio de verano, alrededor del 21 de junio). Para 2025, en una ciudad como A Coruña, se prevé que el amanecer más temprano se produzca alrededor de las 06:54 horas entre el 10 y el 20 de junio.

El Ejecutivo español planteará la cuestión de eliminar el cambio de horario en el Consejo de Transporte, Telecomunicaciones y Energía (TTE), instando a los Veintisiete a retomar una votación del Parlamento Europeo de 2019 que ya abogaba por el fin de esta medida. 

Fuentes de Moncloa han señalado que el actual calendario, que finaliza en 2026, representa la "ventana de oportunidad" perfecta para dar este paso. "España lidera este debate para adaptar a Europa a los tiempos actuales", esgrimen, subrayando que se trata de "una cuestión de sentido común, bienestar y coherencia con la evidencia científica".

El respaldo ciudadano y científico

El presidente del Gobierno fundamenta la propuesta en tres pilares principales. El primero es el respaldo mayoritario de la ciudadanía, tanto española como europea, que en consultas previas se ha mostrado abiertamente en contra de seguir modificando los relojes. "En todas las encuestas a las que se les pregunta, a los españoles y a los europeos, de manera mayoritaria están en contra de cambiar el horario", explicó Sánchez en su mensaje. El segundo pilar es la falta de evidencia científica que demuestre un ahorro energético significativo. El tercero, y quizás el más determinante, son las consecuencias perjudiciales para la salud. "La ciencia nos dice que ya no supone un ahorro energético, y lo que sí nos dice la ciencia es que trastocan los ritmos biológicos dos veces al año", zanjó.

Los expertos en cronobiología y sueño se decantan claramente por una de las dos opciones. La Sociedad Española de Sueño (SES) apoya la supresión del cambio horario y recomienda mantener permanentemente el horario de invierno (GMT+1) por ser el más beneficioso para la salud. Su postura se basa en que este horario promueve un ritmo biológico más estable, ya que permite una mayor sincronía entre la salida del sol y el inicio de la jornada laboral y escolar. Esto facilita un despertar más natural, mejora el rendimiento intelectual y ayuda a disminuir la aparición de enfermedades cardiovasculares, obesidad, insomnio y depresión. Este punto es crucial para grupos sensibles como niños y personas mayores.

Un ahorro energético en entredicho

¿Supone realmente un ahorro el cambio de hora? La justificación original de la medida, que se generalizó en Europa en los años 70 durante la crisis del petróleo, era aprovechar mejor la luz diurna y reducir el consumo de electricidad. Sin embargo, según los datos más recientes, este ahorro energético es, como mucho, marginal. El Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) ha admitido que no dispone de estudios actualizados que certifiquen dichos ahorros en el contexto actual. El último informe data de 2015, un escenario muy diferente al de hoy.

El organismo dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica recalcó que no ha realizado trabajos específicos sobre el cambio horario en los últimos años. Además, hizo hincapié en que los análisis utilizados en el pasado han sido alterados "significativamente" por factores como las nuevas exigencias de eficiencia energética en iluminación y climatización, la progresiva introducción del autoconsumo o el cambio en los hábitos de vida, como la extensión del teletrabajo. Un informe de 2018 del Parlamento Europeo ya concluyó que, si bien podía haber ahorros en iluminación, estos no eran tan evidentes en calefacción, pudiendo incluso aumentar su consumo.

El largo camino europeo hacia una hora estable

La historia del cambio de hora en España y Europa es larga y llena de idas y venidas. El primer cambio de hora en España se produjo en 1918, aunque hubo periodos, como entre 1920-1925 y 1930-1936, en los que no se aplicó. Curiosamente, fue el Gobierno de Franco quien, en 1940, lo reinstauró para alinear el huso horario español con el de la Alemania nazi y los países de Europa Central, una decisión geopolítica que aún perdura. La medida resucitó de forma generalizada en los años 70 y la UE empezó a coordinar las fechas para todos sus estados miembros en 1980, con el doble objetivo de ahorrar energía y armonizar el mercado único.

En 2018, la Comisión Europea, entonces presidida por Jean-Claude Juncker, intentó una reforma para acabar con el cambio bianual y permitir que cada país eligiera su huso horario permanente. La iniciativa recibió un fuerte impulso en marzo de 2019, cuando el Parlamento Europeo respaldó el fin del cambio para 2021. Esta decisión se tomó tras una consulta pública que reveló que el 84% de los ciudadanos europeos y el 66% de los españoles apoyaban eliminar la práctica. Sin embargo, la falta de una posición común entre los Estados miembros, preocupados por una posible fragmentación horaria en el mercado interior, llevó al Consejo de la UE a aparcar la revisión de manera indefinida.

Galicia y la eterna discusión del huso horario

Para Galicia, el debate sobre el cambio de hora va inevitablemente ligado a la cuestión del huso horario. La comunidad autónoma se encuentra geográficamente en el huso UTC, el mismo que Portugal o el Reino Unido, pero utiliza desde 1940 el horario de Europa Central (CET, UTC+1), que comparte con países como Alemania o Polonia. Si finalmente se elimina el cambio estacional, la disyuntiva para España, y en especial para Galicia, será decidir si se mantiene de forma permanente el horario de verano (UTC+2 en verano, UTC+1 en invierno) o el de invierno (UTC+1 en verano, UTC en invierno).

Mientras el Gobierno central se centra ahora en acabar con el cambio bianual, la elección de un huso permanente abriría un debate aún más complejo. En Galicia, un horario permanente de invierno (UTC) significaría amaneceres más tempranos, algo valorado por muchos para empezar la jornada con luz, pero también anocheceres antes, lo que podría afectar a la vida social y comercial. Un horario permanente de verano (UTC+1 en invierno) retrasaría la salida del sol en invierno, haciendo que en A Coruña o Lugo amanezca pasadas las 9 de la mañana, una perspectiva poco atractiva para muchos gallegos.  

Por otra parte, el horario de verano permanente agravaría la desincronización entre la luz y la hora oficial. En Galicia, implicaría que en pleno diciembre el sol no saldría antes de las 9:30 de la mañana, por lo que los ciudadanos se levantarían y realizarían sus desplazamientos matutinos en la oscuridad, con el consiguiente impacto en el estado de ánimo y la productividad.