Luz verde al rejuvenecimiento de Navantia: Ferrol blinda su futuro laboral hasta 2029 tras años de lucha

La espera ha terminado y la incertidumbre da paso a la estabilidad en la ría de Ferrol. Tras un extenuante maratón de tres años de negociaciones, movilizaciones constantes y hasta tres referéndums, la dirección de la empresa pública y los representantes de los trabajadores han rubricado finalmente este martes en Madrid el nuevo convenio colectivo. El texto, que regirá las relaciones laborales hasta el año 2029, recibió la semana pasada el visto bueno definitivo del Ministerio de Hacienda, un trámite imprescindible que permite pasar página a una etapa de conflictividad. Este acuerdo no es solo un documento administrativo; representa la modernización laboral más ambiciosa de la última década para los astilleros públicos.

 


 


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Comisión negociadora del convenio 2022-2029
Comisión negociadora del convenio 2022-2029


El impacto de esta firma se sentirá de manera inmediata en las gradas gallegas, donde la plantilla llevaba tiempo reclamando mecanismos que permitieran una salida digna a los veteranos y la entrada de savia nueva. La clave de bóveda del acuerdo es la implementación del contrato de relevo, una herramienta fundamental que permitirá rejuvenecer los talleres. Gracias a este mecanismo, se desbloquean las jubilaciones parciales: a los 62 años con vinculación hasta los 65 para la generalidad, y lo que es más importante para una comarca castigada por el desgaste físico de sus operarios, a los 61 años para los oficios manufactureros. Soldadores, tuberos o chapistas de Ferrol verán reconocida la penosidad de su oficio con una salida anticipada.

 

Sin embargo, la letra pequeña del acuerdo va más allá de las jubilaciones. Se establece una hoja de ruta salarial que garantiza el poder adquisitivo de los trabajadores con subidas por encima del IPC, un balón de oxígeno en tiempos de inflación. Además, se introduce una reivindicación histórica de la parte social: la regulación de las promociones. A partir de ahora, se aseguran ascensos con mejoras económicas automáticas cada ocho años, eliminando la arbitrariedad y ofreciendo un horizonte de carrera claro. Es, en definitiva, un blindaje de los derechos adquiridos que busca hacer atractivo de nuevo el trabajo en el naval.

 

A pesar de la satisfacción general por la firma, el proceso no ha estado exento de críticas por los tiempos manejados desde la capital. Desde el comité de empresa de Navantia-Ferrol, las voces sindicales no han ocultado su malestar por la demora burocrática. Representantes de la CIG, como Marcelino Amado, han calificado de "insólito" que se haya tardado cuarenta días en formalizar un texto que la plantilla ya había validado en las urnas hace dos meses. Esta dilación ha generado una ansiedad innecesaria en los trabajadores que esperaban este momento para planificar su futuro vital.

 

Por su parte, Carlos Díaz, del Sindicato MAS y presidente del comité ferrolano, ha puesto el foco en la urgencia de la aplicación práctica de lo pactado. El objetivo es que las solicitudes de jubilación anticipada se tramiten antes de que finalice diciembre, permitiendo así que el sistema de relevo comience a rodar en el primer trimestre de 2026. La maquinaria debe engrasarse rápido: por cada veterano que se marcha a casa, debe entrar un joven a aprender el oficio. La transmisión de conocimiento entre generaciones es vital para no perder el "know-how" que hace únicos a los astilleros de la ría.

 

La visión de la dirección, encarnada por el presidente de Navantia, Ricardo Domínguez, es la de haber alcanzado un hito que garantiza la competitividad. Para la cúpula directiva, este convenio es la herramienta que permitirá atraer y retener el talento necesario para afrontar la inmensa carga de trabajo que se avecina. Domínguez habla de un "día de satisfacción" y de una apuesta conjunta por el futuro, subrayando que la paz social es el cimiento sobre el que se debe construir la estrategia de la compañía en los mercados internacionales. La estabilidad industrial es el mensaje que Navantia quiere enviar a sus clientes.

 

Consenso en Madrid, exigencia en Galicia

Desde una perspectiva sindical más amplia, la presidenta del comité intercentros, Cristina García Baena, ha celebrado el inicio de un ciclo de "avances reales". Sin embargo, la firma no es un cheque en blanco. Comisiones Obreras (CC.OO.) de Industria, aunque valora muy positivamente el marco de derechos y estabilidad logrado, ya ha advertido de que esto es solo la base. El sindicato insiste en que el convenio debe ir acompañado de un Plan Industrial integral que contemple inversiones en infraestructuras. De nada sirve tener las mejores condiciones laborales si los astilleros no cuentan con los medios técnicos para ser punteros. La inversión tecnológica es la otra cara de la moneda que exigen los representantes de los trabajadores.

 

En este sentido, una de las batallas que aún quedan por librar, y que desde Ferrol se señala con insistencia, es la eliminación de los niveles de entrada más bajos. Carlos Díaz ha sido claro al respecto: para fomentar la igualdad de oportunidades y motivar a las nuevas incorporaciones, no pueden existir barreras salariales que precaricen el acceso de los jóvenes al astillero. La modernización de la empresa pasa también por ofrecer condiciones dignas desde el primer día, evitando una plantilla de dos velocidades. La justicia salarial para los nuevos ingresos se perfila como el próximo caballo de batalla.

 

Más allá de la firma: los retos pendientes

No se puede entender este desenlace sin mirar al retrovisor. Los logros plasmados en el papel son fruto de la presión ejercida en la calle y en las asambleas. El 63% de apoyo que recibió el texto en el referéndum demuestra que, aunque no es perfecto, cuenta con el respaldo mayoritario de una plantilla que ha sabido movilizarse cuando era necesario. La unidad de acción en Ferrol ha sido determinante para que Madrid entendiera que el convenio no podía esperar más. La conciencia de clase del naval gallego ha vuelto a ser determinante en la negociación.

 

Ahora, Navantia encara el futuro con las reglas del juego claras hasta 2029. La empresa se enfrenta al doble desafío de cumplir con los programas de defensa comprometidos y, al mismo tiempo, liderar la transición hacia las energías verdes y la eólica marina. Este convenio debe servir de palanca para que los astilleros públicos españoles, y singularmente los gallegos, mantengan su posición de liderazgo mundial. El acuerdo de hoy es el combustible para el motor de la economía industrial de Galicia en la próxima década.

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