#Claves de la semana

"Dejamos desprotegida una infrestructura crítica como la refinería por las exigencias de Repsol", denuncian vigilantes de Prosegur

El personal encargado de la seguridad en la planta petroquímica de A Coruña se manifestó el pasado viernes por las condiciones laborales a las que se ven sometidos. Los protocolos que Repsol, el cliente, obliga a cumplir a los vigilantes de Prosegur, que presta servicio en el complejo, multiplican la labor de los operarios, que no ven compensado ese esfuerzo con una mejora salarial ni con más medidas seguridad para el desempeño de sus funciones. "No llevamos un detector de sulfhídrico; te puedes encontrar con una bolsa de gas y te la comes", denuncian. 


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Foto: USO

 

La refinería de Repsol en A Coruña ha vivido muchas protestas a sus puertas en los últimos años, pero hasta ahora los vigilantes de seguridad se habían mantenido en sus puestos salvaguardando la integridad de las instalaciones. Sin embargo, el pasado viernes cambiaron las tornas y fueron los profesionales de la seguridad privada los que dijeron basta y se concentraron ante una infraestructura que resulta inabarcable para una plantilla tan corta y exigida como la de Prosegur, que presta servicio en este complejo. 

 

Decenas de trabajadores formaron parte de una protesta convocada por la Unión Sindical Obrera (USO) que llega en un momento en el que la plantilla está “unida” pero “muy quemada” y “con mal ambiente”. “Tratamos con las manifestaciones de que las empresas se sienten a dialogar”, indican unos vigilantes que han visto multiplicado el trabajo en los últimos años y reclaman una mínima compensación salarial a las compañías. 

 

 

 

“No tenemos un plus ni nada”, denuncian los trabajadores ante unas firmas que no han abierto ningún diálogo para tratar de solventar el conflicto. El escenario es si cabe más difícil si tenemos en cuenta que son dos empresas, Repsol y Prosegur, las que están inmersas en esta crisis. 
 

“Hablamos con Prosegur y la empresa dice que es un tema del cliente. Que el cliente exige y que hay que cumplir. Pero no puede ser porque nos exigen y exigen; cualquier día nos piden ser astronautas”, ironizan las fuentes del sector consultadas por este diario, que reprochan a Prosegur que acepte “cosas a mayores de lo que regula la ley”.

 

UNA INFRAESTRUCTURA CRÍTICA DESPROTEGIDA POR LANGOSTEIRA

La huelga en la refinería responde a varias cuestiones, la mayoría sobre las cuestiones técnicas que tienen que cumplir los vigilantes de seguridad, redobladas después de que se inaugurase la terminal de la petroquímica en Punta Langosteira. Un aumento en la carga de trabajo que no ha venido acompañada ni de una mejora salarial, ni de una ampliación de la plantilla, ni de más medidas de seguridad para el desempeño de sus labores.

 

Fuentes de la empresa indican a Galiciapress que los empleados de la planta de Repsol realizan funciones “a mayores” de las que marcan tanto la Ley de Seguridad Privada como el convenio colectivo. Se trata de cometidos “exclusivos” a una “infraestructura crítica” como es la refinería y que requieren “unos conocimientos específicos” y una mayor instrucción para los diferentes protocolos de actuación para los que les exigen “diferentes cursos”, hasta ocho distintos “la mayoría con fecha de caducidad”.
 

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Foto: USO

 

No obstante, y pese a esta especialización obligatoria, la plantilla denuncia los “recortes encubiertos” que están afectando a las rondas y que condicionan directamente la vigilancia del complejo industrial. “Cuando hay barco en Langosteira mandan un vigilante desde la refinería hasta el Puerto Exterior a hacer control de acceso. Así, se queda sin seguridad el complejo, con un solo vigilante para cubrir un montón de metros cuadrados y hacer todo: abrir puertas, dar relevos, responder ante cualquier incidencia…”, denuncian, subrayando el consecuente aumento de la carga de trabajo porque ahora “están entrando muchos barcos en Langosteira con el crudo y alguno se queda varios días”.

 

Además, tal y como marca el protocolo de Repsol, “en caso de incidencia debe asistir de refuerzo, en ayuda del vigilante que se queda en el complejo, un compañero que se puede encontrar a 15 o 20 minutos del lugar”, denuncian las mismas fuentes. De esta manera, esos supuestos no serían cubiertos “de manera inmediata”, ya que el refuerzo “tendría que cruzar la ciudad en coche, y dependiendo de la hora, el tráfico y demás, se retrasaría más o menos su llegada, con el riesgo añadido de tener que circular con esas prisas”. 

 

“Repsol dice que asume la circunstancia, pero no tenemos ningún protocolo que lo diga. La ostia siempre vendría para los mismos, los compañeros de turno que luego recibirían el hachazo”, lamentan los empleados. 


“Durante el fin de semana el compañero que se queda solo en el complejo tiene que abrir el acceso por el que entran muchos trabajadores. Se queda durante dos horas. Durante ese tiempo el complejo, una estructura crítica, se queda totalmente desvigilado y desprotegido”, advierten. Esta circunstancia de los fines de semana tiene otra arista en el hecho de que, durante esas dos horas, “los compañeros de las porterías o en el centro de control no tienen relevos durante ese tiempo”, lo que puede derivar en “sanciones por abandonar el puesto, incluso por ir al baño”.

“Cuando hay barco en Langosteira mandan un vigilante desde la refinería hasta el Puerto Exterior a hacer control de acceso. Así, se queda sin seguridad el complejo, con un solo vigilante para cubrir un montón de metros cuadrados y hacer todo: abrir puertas, dar relevos, responder ante cualquier incidencia…”

 

MÁS TECNOLOGÍA, PERO NO MÁS SEGUROS NI PARA TODOS

Por otra banda, desde la plantilla denuncian el hecho de que exista “un solo operador para vigilar 300 cámaras”. “Quitan personal y se gastan mucha pasta en videovigilancia, pero solo hay una operador para atender a 300 cámaras en seis o siete monitores”, censuran los afectados, que dicen estar “vendidos”, pero con “tecnologías nuevas en las que no somos formados debidamente para saber su funcionamiento y su desempeño”. 

 

A renglón seguido, critican que, si bien no se ha recortado la plantilla, lo que han vivido los encargados de la seguridad es un “refuerzo encubierto”. “Es verdad que no se recortó. Pero envían a gente que estaba realizando una labor a hacer otra totalmente diferente y dejando el complejo descubierto”, matizan. Igualmente, sí puntualizan que hubo recortes en “las paradas técnicas”, ya que no hay refuerzos cuando se producen esos paros, mientras que antes eran habituales. 
 

Esto no es Almacenes Pepe, hablamos de una infraestructura crítica donde el control es exhaustivo”, desarrollan los empleados, cuestionados sobre los riesgos añadidos que pueden existir para estos vigilantes de seguridad en una planta como la de Repsol, siempre bajo la lupa por los niveles de siniestrabilidad. “Siempre los hay”, admiten, “y siempre los habrá, desde que entras por la puerta hasta que sales”.

 

 

Se trata de una infraestructura “con kilómetros de tuberías por las que circulan gas, petróleo, materiales peligrosos”, pero que no está cubierta de una manera adecuada, ya que el personal realiza la vigilancia sin los medios de seguridad correspondientes. “Somos, con los limpiadores, los únicos que no llevamos un detector de sulfhídrico, que detecta las nubes de gas tóxico para avisar a los empleados. El gas no conoce paredes, ni puertas, ni nada. Te puedes encontrar con una bolsa de gas y te la comes sin esos detectores”, revelan los manifestantes.  

 

A esto, hay que añadir la cantidad de veces que reciben “correos con órdenes y contraordenes que no vienen del departamento de seguridad” o mercancías peligrosas “a ciegas”, “sin saber a ciencia cierta qué materiales traen los transportes, porque pueden venir equivocados y no tenemos una manera eficiente de saberlo, pero firmamos las checklist conforme ese camión entra con ese producto concreto”. Lo triste es que se vende seguridad como un paripé cuando se falla en muchas historias”, reprenden. 

“Somos, con los limpiadores, los únicos que no llevamos un detector de sulfhídrico, que detecta las nubes de gas tóxico para avisar a los empleados. Te puedes encontrar con una bolsa de gas y te la comes sin esos detectores”

 

POSTURA DE REPSOL Y SI NOTICIAS DE PROSEGUR

Consultados por Galiciapress para conocer su punto de vista, desde Repsol se limitan a subrayar que se trata de un conflicto que tiene que ser resuelto dentro de la propia empresa, aunque en las cuestiones que se le formuló se incide en que son los trabajadores los que manifiestan que la carga de trabajo añadida responde a las exigencias de la petroquímica. 

 

"Repsol siempre mantiene un diálogo con todas las empresas contratistas, pero en este caso es algo que tienen que resolver en el seno de la empresa de seguridad", argumentan. Al mismo tiempo, confían en que la situación "se resuelva de la mejor forma posible y cuanto antes".

 

Este medio también buscó el parecer de Prosegur para contar con sus impresiones, pero, hasta la fecha, desde la firma de seguridad no han dado respuesta al diario en las diversas comunicaciones y llamadas realizadas.

 

Así las cosas, los empleados que se manifestaron el pasado viernes ante la factoría recalcan que, por ahora, la huelga no la contemplan, pero que es una cuestión que inevitablemente sobrevuela al servicio. “Llegas al trabajo y estás perdido. Queremos que hablen del tema y busquen solución”, imploran los trabajadores, que no descartan en ningún caso anunciar más días de protestas en las próximas fechas, algo que hoy es “muy posible que suceda”. 


 

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